Desde el 6 de febrero de 2011, en el que acabé en 1:35:05, no había vuelto a correr la Media Maratón de Puente Genil. Más de 10 años han pasado desde esa fría mañana, pero la ilusión con la que me pongo el dorsal, aunque haya que madrugar tras dormir poco más de 4 horas después de un turno completo de trabajo y conducir 140 kilómetros, sigue intacta.