Envuelto de pleno en el apogeo de los exámenes finales y atenazado por un resfriado que, tras cerca de 10 días acechándome se niega a desaparecer, desperté esta mañana, con pocas horas de sueño debido a la tos. En pocas horas me enfrentaría a mi vigésimoquinta media maratón, la tercera que correría en Torremolinos, y pese a llevar menos de 50 kilómetros de entrenamiento esta semana, me dirigí hacia el punto de encuentro del Club Atletismo Fuengirola (Mercacentro) con el objetivo de bajar, al menos en 5 minutos, mi mejor marca en la prueba.