Otro año más volvía a Santander, este año con mi mínima reglamentaria para participar en el Campeonato de España de 50 km y con el claro objetivo de mejorar mi marca personal.
Varios meses después, tras el gran resultado alcanzado en los 50 kilómetros, volvía a Santander, en esta ocasión para participar en una prueba por tiempo. Sería en la primera edición de las 12 horas, donde intentaría hacer entre 130 y 135 kilómetros, superando así los 129 km obtenidos en marzo en el I Ultrarunning Barcelona.
Cinco años después volvía a Santander, en esta ocasión, debido a la falta de fondo por el mes de parón liado con los tibiales, participando en los 50 kilómetros. El objetivo sería bajar de las tres horas y media, logrando, salvo cambio en el reglamento, la mínima para puntuar por equipos en el próximo campeonato de España de 100 kilómetros.
Tras 4 horas de sueño y otras 4 de viaje entre coches y avión, aparcaba sobre las 10 de la mañana frente al Parque de las Llamas, que un año más, se convertiría en el epicentro del ultrafondo nacional. Mientras esperaba para recoger el dorsal desayuné en La Toba, y me propuse ir a dar una vuelta para reconocer el circuito, pero un repentino aguacero (de los que habían estado azotando el norte desde que aterricé) me obligó a guarecerme en el coche.