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12 Horas Solidarias Non Stop Torrecardenas


Tras llevar ya un par de semanas de continuidad en los entrenamientos después de las palizas de la Spartathlon, los 100 km de Caldes y la Backyard de Orense llegaba con ganas a una nueva cita en Almería.

Además, con motivación doble, ya que por un lado participaría por primera vez en una prueba de 12 horas y además, por cada vuelta al circuito, conseguiría un euro para colaborar en la construcción de una escuela en Angola.


Ese era el objetivo de la prueba, organizada por la Fundación Jesús Peregrín, construir un centro educativo para albergar a 3000 alumnos en Benguela.

Durante todo el día y para fomentar la participación tanto al trote como en modalidad de marcha, habría multitud de actividades paralelas, conciertos, actividades de calentamiento y estiramientos, espectáculos de magia... toda una experiencia.

Contaría además con la compañía de Mayte, que se había inscrito en la modalidad de marcha, y de Rubén Delgado, Ángel Mateos y Patricia Scalise en carrera, así como de Nico y Sonia como apoyos.

Llegamos sobre las 8:45 al parking del centro comercial y aparqué en el sótano, pero al subir vimos que Nico había aparcado al lado del arco de meta, así que decidí subir el coche y ponerlo a su vera.

Así tendría todo a mano en caso de necesitar repostar entre vueltas.

Tras saludar a los amigos fui al baño, pero apenas quedaban unos minutos para las 9 de la mañana y aunque no había mucho ambiente de salida aun, no pude concentrarme para evacuar y a las 9 en punto estaba en la zona de salida.

Había que esperar un poco aún, por lo que podría haber vuelto, pero con los nervios preferí esperar, aunque me notaba pesado.


Zona de salida
Bajo el arco de meta
Comenzamos a las 9:20 de la mañana, una docena de nosotros corriendo en el momento de la salida y cerca de un centenar marchando.


Primeras vueltas...

Cogiendo ritmo

Aprovechando la bajada...
El circuito era bastante llano, con 3 rampas una al inicio de la vuelta, a la izquierda del Foster Hollywood, otra poco más adelante, ascendiendo al muelle de carga 1 y otra al final de la zona de muelles de carga, dividida en 2 secciones.

La superficie era bastante dura, sobre todo losas, cemento y asfalto, pero me veía muy bien y durante las primeras horas me veía con fuerzas para intentar alcanzar los 120 kilómetros.

Mi idea de partida era superar los 100 en el peor de los casos y dicha cifra en el mejor de ellos y tras una hora y media rodando a 5:45 pensaba que sería viable, aunque sabía que quedaba mucho tiempo por delante.

De hecho, empecé a notar molestias en el estómago y aunque apuré todo lo que pude, antes de la tercera hora tuve que ir al baño a evacuar, al fin.

Tardé bastante más en rodear al público y cruzar el centro comercial hasta el baño de la izquierda que en obrar; entre ir y volver perdí más tiempo que lo que me hubiese tomado dar una vuelta.

Además, al enfriarme me costó retomar la marcha y por momentos me costaba mantener un promedio de 6, ya que en llano iba muy bien pero tuve que comenzar a andar en las subidas porque el pulso se me disparaba.


Comprobando todo...
Había estado comiendo una barrita Triforza por hora hasta ese momento, pero Sonia iba a ir al Burguer King a comprar algo para almorzar, así que le pedimos Mayte y yo unas hamburguesas.

Cada 20-30 minutos daba un buche de alimento líquido de vainilla y comenzaba a estar empachado de tanto dulce, así que imaginé que un poco de salado me vendría bien.

En otros retos he comido hamburguesas bien lubricadas con ketchup para tragarlas con más facilidad y no me habían sentado mal, habría que cruzar los dedos...

El ritmo había ido bajando considerablemente y aunque ya Rubén y sus liebres no estaban para doblarme cada pocas vueltas, Patri ya me había alcanzado y Ángel, pese a empezar casi una hora más tarde que yo, estaba a escasas horas de alcanzarme, manteniendo nuestros ritmos actuales.

Estaba un poco de bajón y me vino fenomenal hacer una vuelta con Mayte, a quien me animaba muchísimo ver cada 3 vueltas aproximadamente; no sería la última vuelta que daríamos juntos...


A nuestro ritmo, pero los dos sumando
Finalmente me sentó bien la hamburguesa y me dio energías, por lo que volví a rodar a buen ritmo e incluso pude mantenerme algunas vueltas al ritmo de Ángel, pero preferí ser conservador y continuar caminando en las rampas, ya que aun no habíamos llegado ni al ecuador de la prueba.

El circuito era ahora una pasada, una auténtica romería solidaria en la que familias enteras y personas de todas las edades hacían sus vueltas caminando o al trote, colaborando con la causa.

Esto dificultaba un poco los adelantamientos, pero como no era una prueba competitiva, me lo tomaba con filosofía avisando desde detrás con tiempo para no molestarnos y buscando siempre los trazados más rectos.

Sobre hora y media después de comerme la hamburguesa tuve que ir de nuevo al baño, así que decidí no comer más sólidos que las barritas y algún gajo de mandarina y centrarme en el alimento líquido.

Con el paso de las horas el viento, que había soplado a rachas bastante molestas por la mañana, comenzó a cesar y la temperatura se quedó muy agradable hasta el atardecer.


Pasando las horas...
Patri, al completar 8 horas de entrenamiento a ritmo de 6' finalizó su carrera y sobre una hora después, Ángel hizo lo propio, aunque él recorrió 86 kilómetros.

Los mismos que llevaba yo en ese momento, debíamos estar en el top 3 de carrera junto a Rubén, que había vuelto a la pista, ya que aunque otros corredores habían ido corriendo más rápido, lo hacían pocas vueltas o por tramos, entrando y saliendo del circuito.

El circuito comenzaba a estar más vacío conforme iba cayendo la tarde y tras algo más de 8 horas de carrera, Mayte, que llevaba desde el km 35 cojeando visiblemente, decidió retirarse al darle un mareo.

Apenas había comido ni bebido en toda la prueba y sin entrenamiento ni experiencia había recorrido algo más de 46,5 kilómetros, ¡toda una hazaña!

Tras despedirse Nico, Patri, Ángel y Sonia y finalizar la marcha Mayte pasé un par de vueltas más triste en el circuito, pero el club de fans que se encargaba de animarnos a los corredores me ayudaba a mantener el ánimo elevado.

Además, como caminaba en las rampas, había corredores que, como se había corrido el rumor de que llevaba desde el inicio de la prueba corriendo, aprovechaban para charlar un poco conmigo y me acompañaban durante una o varias vueltas.

Comenzó a anochecer y a bajar la temperatura, así que tras varias vueltas le pedí a Mayte unos manguitos para abrigarme y el cargador del GPS para recargar la batería, ya que llevaba un rato avisando de que estaba baja.

Los auriculares habían muerto a las 8 horas, como de costumbre, pero tras un rato de carga ya estaban de nuevo operativos.

No tuve tanta suerte con el GPS, ya que tras un par de vueltas salí del circuito para buscar entre la maleta, la mochila y el coche el cable y tras un buen rato no lo encontré, así que habría que seguir, con o sin él.

Con el apoyo de un corredor de trail cuyo nombre por desgracia no recuerdo, pero con el que compartí varias vueltas y horas y de Pepe Segura en la penúltima hora, llegué a la última fase de la prueba.

Ya era noche cerrada y apenas corríamos 3 o 4 personas en un circuito cada vez más vacío.

Tenía la duda de si dejarían correr hasta las 12 horas de reloj, ya que habíamos comenzado la prueba a las 9:20 o a las 21:00 se detendría el crono.

Por si acaso aumenté un poco el ritmo y empecé a echar cuentas para intentar clavar el final de carrera con el final de una vuelta.

Estaba rodando a 6:30-7:00 según pillase el kilómetro más llano o con más rampas, lo que en un circuito de poco más de 1600 metros implicaba algo más de 10 minutos por vuelta.

A las 20:52 el informático me dijo al paso por el arco de meta que no me daba tiempo a dar otra vuelta, pero aceleré el paso, ya que había contemplado esa posibilidad y acabé los últimos parciales en 5:23 y 5:16.

Y lo más importante, con la sensación de que era un esfuerzo que podría haber mantenido unas cuantas vuelta más, al menos, hasta las 12 horas de reloj, que parecía que al final hubiese aguantado, ya que le quedaba aun un 8% de batería al finalizar la prueba.

El final fue apoteósico, con varios voluntarios y participantes esperándome en el arco de meta para recibirme entre aplausos, chocarme la mano o darme un abrazo, fue muy emotivo.

Tras despedirme de ellos fui a por Mayte, que estaba helada la pobre tras varias horas sentada y agotada del esfuerzo y tras una agradable cena con los organizadores en el 100 Montaditos, nos dirigimos al hostal para descansar al fin.

Me llevo un recuerdo magnífico, la organización fue fenomenal, la causa más que merecida y en el plano deportivo me voy muy reforzado mentalmente, ya que no tuve ningún tipo de molestia física y el estómago me respondió muy bien.

Quería agradecer a Nico, Sonia, Mayte y los voluntarios su atención y cuidado, ya que fueron de enorme ayuda para tener que detenerme lo menos posible y centrarme únicamente en correr.

Finalmente fueron, por mi reloj, 105,16 km en 11:41:31, con un desnivel positivo de 404 metros y un pulso medio de 138 ppm.


La prueba, en números...
Se recaudaron al final algo más de 27.000 euros entre todos los participantes, todo un logro del que me siento muy orgulloso por haber aportado cuanto fui capaz.

De algo más de un millar de participantes fui, por primera vez en una carrera, el primer clasificado, aunque solo por resistir más que nadie en el circuito y porque no era una prueba competitiva, todo hay que decirlo.

En cualquier caso, gran prueba de cara a las 24 de Can Dragó, donde este año intentaré, como poco, superar la barrera de los 200 kilómetros.

¡Hasta entonces!

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