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II Festival de Ultrafondo de Burjassot - 100 km

Poco después de las once de la noche del viernes aterrizaba en el aeropuerto de Valencia y tras coger la mochila y salir por la puerta trasera del turbohélice, me dirigí a la salida.

Nunca había estado en el aeropuerto, así que una vez que salí del mismo, eché mano del navegador de Google para ver que camino coger para llegar al Ibis.

Sabía que estaba a menos de un kilómetro de mi posición, pero también sabía por experiencia previa que normalmente los aeropuertos no tienen buenas conexiones a pie.

Por suerte no tardé mucho en ubicarme y localizar el Ibis, aunque tendría que dar un buen rodeo, ya que para salir del aeropuerto tenía que ir por el arcén de un paso elevado.

Sobre las once y media pude hacer el checkin y aprovechando que se servía comida las 24 horas, pedí un risotto de setas con agua y un plátano, compré una botella de dos litros y subí a la habitación a sacar las cosas de la maleta mientras me preparaban la cena.

Para mi sorpresa, al volver a recepción, la cola del checkin llegaba hasta la puerta y el chico de recepción, que se encargaba también de la cocina, estaba solo.

Por suerte no tardó mucho en traerme la comida, que aunque escasa, estaba muy buena y poco antes de las doce y media me fui a dormir.

Desperté a las ocho, aunque llevaba un largo rato dormitando ya que el ruido y la vibración de los aviones me espabilaba ocasionalmente.

Aun así me encontraba descansado y con energías, así que tras desayunar medio tupper de arroz blanco con atún, me vestí de corto y comencé a organizar las cosas para la carrera.

La idea era salir a 3:50-55 y mantener el ritmo lo máximo posible para acabar en torno a 3 horas 15 en el mejor delos escenarios y 3 horas y 20 en el peor, que ya supondría una mejora de 5 minutos con respecto a mi mejor marca personal.

Tras dejar todo a punto y visitar el baño ya pasaban las nueve y media de la mañana, así que pedí un Cabify para ir al circuito y poco después estaba ya en el polideportivo.

Tuve que rodearlo entero porque me dejaron en el extremo opuesto a la avenida donde tendría lugar la prueba y coincidí con Maria Tomaz de Aquino y José Luis Posado recogiendo los dorsales.

Ellos competirían en la prueba de 24 horas, yo, si seguía con fuerzas tras los 50, continuaría para los 100 ya sin presión alguna, pero el objetivo sería mejorar la marca de 50.

Multitud de caras conocidas, sobre todo de sitgeros organizándolo todo, me dieron la bienvenida, con Edu a la cabeza.

Me dirigí a la zona de carpas para dejar la mochila, la bolsa del corredor y el avituallamiento y me dispuse a acabar con el tupper de arroz y atún para tener tiempo de visitar el baño por última vez.

El tiempo hasta la salida se me pasó volando charlando tanto con los compañeros de club como con los amigos del ultrafondo, que nunca se pierden una cita de estas, como Pedro Serna, Kiko, Sarah Watkins, Iván Penalba, Isika, Javi Lozano, Eduardo Cebrián... tendría que nombrar al 80% de la lista de inscripción de cada prueba para no dejarme a nadie.

Cuando me quise dar cuenta se nos avisó por megafonía de que debíamos acudir a cámara de llamada, así que, recordando la experiencia en la Media Maratón Bahía Cádiz, me dirigí a la salida DNI en mano.


Una vez pasamos el control nos permitieron volver a las mesas a dejar la documentación y nos preparamos para la salida.


Salí a gran velocidad en la salida para coger con comodidad el primer giro y me lancé al otro extremo de la Avenida Vicent Andrés Estellés.


El circuito, de un kilómetro, tenía un primer giro de 180º poco después de cruzar la meta, 500 metros de bajada suave, con un giro muy bueno usando una rotonda para enfilar el suave ascenso a meta, completando los 1000 metros.

En esa primera vuelta fui muy pendiente del GPS, ya que con el ímpetu de la salida los primeros metros salieron por debajo de 3:30, así que fui regulando y a la altura de las carpas ya me estabilicé a 3:50.

Iba escuchando pasos cada vez más cercanos y antes de llegar a la rotonda me alcanzó Francisco Javier Calabuig y comenzamos a rodar juntos.

En mi primera acometida hacia meta la pendiente no me supuso un gran esfuerzo, pero el fuerte viento que soplaba en contra si que me resultada muy molesto.

Aun así llegué al primer paso por meta en 3:50 clavado, giré en los conos y me preparé mentalmente para repetir la tarea en otras 49 ocasiones.

Al girar coincidí con Kiko a punto de entrar en el giro y me preguntó al ritmo que iba; él iba a salir a 4:00, por lo que podríamos correr juntos, pero sabía que si salía a ese ritmo iba a ir muy justo para batir la marca.


Mientras bajábamos codo con codo, Fran me propuso que cada vuelta tirase uno en la subida, a fin de quitarnos el viento, lo que me pareció una idea excelente, así que comenzamos a hacerlo así.

Ya en esa segunda vuelta comenzamos a doblar corredores, algo normal, puesto que compartíamos el circuito con los titanes que afrontarían las 12 y 24 horas, pero como suele ser habitual en estas pruebas, cuando lo necesitábamos nos abrían paso sin problema.

La segunda vuelta se clavó de nuevo en 3:50 y en el segundo giro de 180º ya me di cuenta de que no tardaría muchas vueltas en que ese giro se me comenzase a hacer pesado.

El ligero desnivel no me importaba mucho, ya que lo que tenías en contra lo pillabas luego a favor y aunque el asfalto estaba algo roto en la zona de las carpas, se podía correr bien, pero el giro prácticamente me cortaba en seco al correr con las Vaporfly.

Me tocaba tirar a mi, así que me puse por delante y completamos una vuelta tras otra, alternando una él y otra yo.


El ritmo fue clavado durante la primera hora, pero poco a poco comenzaba a subir unos segundos de los 3:50 minuto por kilómetro.

Las nubes que nos amparaban del sol en la salida ya se habían diluido y ahora el sol caía con ganas sobre el circuito.

No podía hacer más de 23 o 24 grados, pero tras varias semanas de tormentas y bajas temperaturas me notaba muy acalorado, así que comencé a echarme agua por encima para refrescarme, ya que tenía calculadas las tomas de sales y geles y no quería modificarlas.

Elena, la mujer de Isaac (que debutaba en 24 horas), me ayudó mucho en este aspecto, ya que se ofreció a darme agua cuando lo necesitase.

De repente Fran me dijo que no podía mantener el ritmo, que siguiese solo, así que tocaba continuar en solitario.


Parecía una tontería, pero el paso de correr con alguien a hacerlo solo y sobre todo, de tener resguardo del viento en vueltas alternas a pasar a luchar contra Eolo en solitario me costó más de lo que hubiese pensado.

Pasé en cuestión de un par de vueltas de ir cómodo, a ritmo fluido y rondando 3:50 minutos por kilómetro a notar una pesadez estomacal cada vez mayor, una calor sofocante por momentos y a llevar un ritmo que cada vez me costaba más mantener por debajo de 3:55 minutos por kilómetro.

Sabía, por los puntos en los que me cruzaba con Kiko, que llevaba el ritmo en declive y lo peor de todo es que veía que la parada técnica iba a ser inminente.

Si paraba, iba a ser complicado mejorar la marca, por lo que atrasé ese momento lo máximo posible, hasta que ya iba tan incómodo que me costaba rodar por debajo de 4 minutos el kilómetro.

No fue muy larga y ayudó bastante, pero me había cortado totalmente el ritmo y aun así no tenía el estómago muy allá.

Bebí un poco de agua a destiempo porque tenía la garganta seca y el calor me estaba haciendo mella, pero creo que fue la puntilla, porque tras una vuelta algo mejor, de nuevo notaba mucha pesadez en el estómago y me puse a 4:20.

Llevaba 28 kilómetros y el margen que tenía era cada vez mejor, así que decidí darme dos vueltas y si era capaz de pasar el kilómetro 30 rodando por debajo de 4 minutos el kilómetro continuaría, sino, lo dejaría.

Lo malo de ponerte un objetivo relacionado con el tiempo en una carrera en un circuito pequeño es que si ves que no llegas, la motivación desaparece cuando ves alejarse el objetivo y al no tener que llegar de un punto a otro es muy tentador abandonar y preparar la siguiente.

La vuelta 29 la completé a un ritmo medio de 4:24 y aunque le puse ganas, en la 30 me fui a 4:30, completándola justo cuando el reloj marcaba dos horas.

30 kilómetros en dos horas, a una media de 4, que podría perfectamente ser un entrenamiento normal de un domingo cualquiera y sin embargo me encontraba con náuseas, el estómago revuelto y cero ganas de continuar.

Me quité el chip y el dorsal pegado a los baños portátiles y lo entregué a los jueces para volver a la zona de carpas.


Mis compañeros estaban sorprendidos y me animaban para continuar, pero tenía la decisión tomada.

Tras beber en abundancia, tomarme el recovery y sentarme a la sombra me empecé a encontrar mejor, si hubiese querido podría haber continuado sin problema, pero había ido a Valencia a mejorar la marca en 50 y esa oportunidad ya había pasado.

Hace unos años hubiese acabado como fuese, aunque luego me tuviese que pegar una o dos semanas parado, por lo que creo que la decisión de parar fue correcta, ya que el objetivo grande es el campeonato de España de 50 kilómetros en Santander, en Junio.

Tras despedirme de mis amigos me colgué la mochila a la espalda y me preparé para recorrer los casi 7 kilómetros que me separaban del Ibis a pie y aunque las piernas y los pies estaban fenomenales se me hizo muy largo por el calor.

Un termómetro situado a la sombra en la zona de Paterna marcaba 23 grados así que al sol bien podríamos estar rondando los 28, un calor al que este año aun no estaba acostumbrado.

La carrera terminó para mí pero continuaba, así que antes de dejar Valencia me di un trote al circuito en la mañana del sábado para asistir a Julio y ver como le había ido a mis compañeros y tras otro trote al hotel ya si me tocó ir preparando y recogiendo las cosas.

El domingo estaba hasta fresco, sin apenas viento, muy nublado y con llovizna ligera a ratos, creo sinceramente que si hubiese participado en las 6 horas en lugar de en los 100 kilómetros me hubiese ido mejor.

Así terminó la aventura esta vez, no siempre hay final feliz, pero al menos podré retomar los entrenamientos sin problema para alcanzar mis objetivos en la próxima ocasión, o al menos, dar el 100%, ya que en Santander la retirada no será una opción ;)

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