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XXI 10 Km en Pista de San Juan


Llevaba varios años pendiente de esta prueba de los compañeros del Arroyo de la Miel, ya que en 2015 me lo pasé muy bien en el 5000 del polvorón y por una cosa u otra nunca conseguía cuadrar las fechas para participar en el 10.000 estival.

Además de esa distancia, tendríamos un 5.000 para las categorías absolutas y para las categorías inferiores un 2.000, 1.000 y un 400.

En los días previos a la prueba había hablado con Ángel Accino y Cristóbal Rodríguez y en principio intentaría correr la prueba con el segundo, ya que por los ritmos que Ángel llevaría no pensaba que aguantase la prueba completa.

Salí de casa a las 6 menos cuarto con la MTB y tras una eterna subida hacia el polideportivo desde la rotonda de los molinillos, a pleno sol, me tomé un rato para recuperar el aliento tras aparcar la bicicleta.

Estuve charlando con Juan Carlos Galindo y después bajé a la pista, donde ya había muchos corredores y muy buen ambiente.

Como en las últimas semanas había hecho varios doblajes preparando el Ironman que realizaré este sábado, sabía que no llegaba a tope, pero en vista de como reaccionaban las piernas al bajarme de la bici, retrasé lo máximo posible el calentamiento mientras me rehidrataba.

Cuando comencé a preparar el IM pensaba que la sección de natación sería la más dura, pero tras ir entrenando más y más volumen, primero en piscina y después en aguas abiertas, creo que es un segmento que domino bien; además, suele suponer un 10% del tiempo total empleado en la prueba...

Por el contrario, la bici me parece lo más duro desde que comencé a entrenarla en carretera, hace apenas una semana (previamente salía por carretera con mi MTB), cuando Reo, compañero del club, me dejó su flaca.

Si, voy mucho más rápido que con la MTB a igualdad de pulsaciones, pero la transición a carrera me resulta mortal, ya que los primeros km llevo las piernas como bloques...

Era lo que me estaba pasando tras la subida al polideportivo, que las piernas se mostraban reacias al trote, pero aun así, tras un rato haciendo tiempo mientras me ponía al día con Cristóbal, le di un par de vueltas al interior de la pista, por el césped artificial, en el sentido opuesto al que llevaríamos en la carrera.

Notaba las piernas pesadas y poco reactivas, pero es lo que había y habría que aguantar.

Pese a que en diciembre recorrí 187 kilómetros en las XV 24 Hores d'Ultrafons en Can Dragó, voy poco a la pista y en test y pruebas "a tope" no suelo pasar los 6.000 metros, así que le tenía respeto a la distancia.

No en balde sería mi primera carrera de 10 kilómetros en pista y en 25 vueltas podían pasar muchas cosas...

Llegó el momento de colocarse en la línea de salida y tras coger las primeras posiciones los cracks, Cristóbal y yo nos colocamos cerca de ellos pero a sabiendas de que nos doblarían en más de una ocasión.
Charlando con Antonio Caba, poco antes de la salida.
La prueba solo premiaría a los veteranos, pero aun así éramos muchos los seniors que integrábamos la salida.

Se dio la señal y salimos disparados buscando nuestras posiciones, mientras Cristóbal y yo corríamos codo con codo tras la cabeza de carrera.

En la primera vuelta eran todo sonrisas...
¡Pero durarían poco!
El primer 400 lo pasamos en 1:29.7 y los dos siguientes en 1:33.0 y 1:32.4, pero ya iba muy forzado, así que decidí colocarme tras Cristóbal y tratar de seguir su estela.

Si conforme avanzase el 10.000 tenía fuerzas, le relevaría para ir tirando cada uno un rato, pero con el transcurso de un par de vueltas comenzó a separarse y ya estaba al alcance de la vista, pero no de las piernas.

Estaba en una situación complicada, ya que comenzábamos a doblar pero estaba descolgado de mi grupo, así que decidí bajar un punto el ritmo hasta que me cogiese algún corredor desde detrás para ayudarme a mantener un ritmo uniforme.

Un corredor del Nerja con manguitos sería el revulsivo, ya que me fue adelantando poco a poco hasta ganarme la posición y al colocarme tras él volví a recuperar buenas sensaciones.

"Chupando rueda" como quien dice

Sobre la séptima u octava vuelta nos dobló por primera vez la cabeza de carrera, lo que aumentó mi motivación y me hizo acelerar suavemente.

El corredor del Nerja debió darse cuenta, ya que me indicó que lo adelantase si quería, pero por el momento iba cómodo siguiendo su estela, así que aguanté un par de vueltas antes de relevarle.

Ya se notaba el paso de los kilómetros, ya que aunque había bajado bastante el ritmo y estaba rodando a cerca de 1:37 la vuelta, escuchaba cada vez más distantes los pasos de mi perseguidor.

Unas vueltas más tarde...
Tras el segundo doblaje de la cabeza de carrera aumenté un poco el ritmo y bajé hasta mantener vueltas de 1:36 durante varias vueltas consecutivas antes de tener un nuevo bajón.

Que duro correr solo en pista...
En esas me encontraba cuando me pasó con potencia un corredor del triatlón del Arroyo, pero quedaban aun varias vueltas por delante y confiaba en poder ganarle la posición antes del final de la carrera.

A la caza del triatleta
Con un objetivo en mente las últimas vueltas pasaron volando, aumentando mi motivación cuando, a falta de 3 vueltas, me puse por delante.

Sin embargo no tardé en arrepentirme, ya que lo escuchaba pegado a mis talones y el cambio de ritmo me había dejado justo de fuerzas a un kilómetro escaso del final de la carrera.

Decidí bajar un punto el ritmo en esa misma vuelta, obligándole a adelantarme si quería apretar el ritmo, pero en vista de que continuaba por detrás, aceleré tras el penúltimo paso por meta.

Completé la vuelta en 1:34 pero justo al paso por línea de meta, entrando en la última vuelta, cambió el ritmo como una bala y me dejó con varios metros de desventaja.

Apreté de forma progresiva y lo cogí al final de la segunda curva, entrando en el 100 a sprint junto a él.

Nos adelantamos mutuamente en un par de ocasiones antes de llegar a la línea de meta, pero tenía una marcha más que a mi no me entraba y finalmente me sacó unas 200 milésimas de segundo, entrando en 7ª y 8ª posición respectivamente.

Tras hidratarme y sin querer entretenerme mucho para no enfriarme, me despedí de Antonio y María, Cristóbal y Ángel, entre otros corredores y coincidí con José Antonio, el triatleta, saliendo del polideportivo.

Me enfundé el casco y me armé de paciencia para volver a casa, ya que aunque comenzaría con un buen descenso, tenía las piernas como bloques y tendría que afrontar varios repechitos para llegar a casa.

Por lo menos la experiencia había sido muy buena y de cara al Ironman seguro que el esfuerzo habrá valido la pena.

¿Qué mejor entrenamiento de transición que dos segmentos de bici con desnivel intercalados con un 10.000 a tope?

¡Un abrazo y nos vemos el sábado!

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