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I Ultra Líbar Adventure


Los que me conocéis sabéis que no soy de "echarle la cruz" a ninguna carrera, y que, salvo con GlobalSport (sufrí la penosa organización del I Trail Running Ciudad de Málaga y se "superaron" con la I Carrera Nocturna y la última edición del Triathlón del Chorro, entre otras "joyas"), corro lo que sea, donde sea, y lo organice quien lo organice.

Pues bien, la experiencia de este fin de semana, por desgracia, ha sido similar a la vivida en ese fatídico trail... con el agravante de tratarse de un ultra; os narraré mi crónica de esta prueba con el objetivo de que llegue a la organización y tenga información de primera mano para mejorar, y mucho, de cara a futuras ediciones, y de que llegue a vosotros, corredores, para que seáis precavidos en caso de que (espero que no) se repitan las circunstancias otro año.


El sábado a las 8 de la mañana estaba, puntual, aparcando en Montejaque, con mi amigo Gonzalo, fiel "escudero" en los ultras que corro en los que no me puede acompañar Mayte, mi pareja.

Tras saludar a José María, que nos indicó el camino al Ayuntamiento, subimos hasta la misma plaza, donde dejamos el coche en doble fila y recogí rápidamente el dorsal y la bolsa del corredor; tan solo tenía publicidad, una camiseta y el dorsal, no había ni rastro del pasaporte que supuestamente llevaríamos para los controles, pero me dijeron que no pasaba nada.

Bajamos a la entrada de Montejaque, aparcamos, y, con el municipio aun semi desierto, entramos a desayunar a un bar donde coincidimos con varios corredores de Chipiona, que venían a hacer la prueba corta.

¿A qué venía yo? Pues a por los 99 kilómetros de la prueba larga, con el objetivo de conocer una sierra que me dejó buen sabor de boca, pese a su enorme dureza en los primeros kilómetros, en la V Marcha Cueva del Gato.

Conocí la prueba por la Liga Rondeña de Ultrafondo, motivo por el que la correría, con el objetivo de puntuar lo máximo posible en el que prometía ser mi último entrenamiento antes de comenzar con el Reto 360º Solidarios.

Tras desayunar y prepararme para lo que me esperaba (unas, 15 horas, calculaba, y no podría rezagarme más ya que el domingo trabajaba), volví a ascender a la plaza, encontrándome con Simón Gfeller, Francisco Torres, Rafal Llorente y varios otros compañeros.

Con Simón no coincidía desde el cercano Euráfrica Long Trail, y con los otros dos corredores desde que corriésemos juntos por la misma zona semanas atrás, en la mencionada marcha de la Cueva del Gato.

Había ya varios ciclistas por la zona, pero aun muy pocos corredores, pese a que el sol comenzaba ya a calentar... menos mal que corría el aire, ya que si no el calor nos hubiese pasado factura.

Aquí viene mi primera crítica (constructiva) para la organización: ¿Por qué salir los corredores del ultra a las 11:15 de la mañana?

Por mucho que corriesen los ganadores de la prueba iba a ser difícil que hubiese nadie en meta antes de las 12 de la noche, y ¿quién iba a esperar en meta salvo amigos y familiares?

Si se quiere fomentar que el público apoye la prueba y proporcione aliento a los corredores, poned la salida entre las 7 y las 8 de la mañana, así los primeros corredores llegarán poco después de la caída del sol y por lo menos los del grueso de mitad del pelotón disfrutaremos de muchas más horas de sol.

Tras una espera que no se hizo especialmente larga entre charlas con unos y otros, dio comienzo la prueba BTT, y tras ella, los corredores del ultra maratón y ultra trail.

No parecía que fuésemos, entre las dos pruebas, más de 200 corredores, aunque según la web de la prueba se habían cubierto el 90% de las plazas, pero es algo que no me preocupa, ya que suelo entrenar solo durante horas, y en los ultras es muy difícil mantener compañía más allá de pocas horas, por lo que no me preocupaba la perspectiva de correr en soledad.

La megafonía no se entendía demasiado bien, pero intuí que era hora de ponerse en línea de salida, y allí me coloqué, entre la segunda y tercera línea, para salir tranquilo.

Montejaque nos despidió con un primer kilómetro de 90 metros de desnivel positivo guiándonos hacia las afueras del pueblo, en el que comencé trotando a buen ritmo y acabé sacando los bastones y avanzando sin prisa pero sin pausa.

Varios corredores, supongo que de la prueba corta, se habían perdido tras la primera curva una vez salimos del pueblo, pero yo no tenía prisa; ya habría kilómetros para correr...

El desnivel del segundo kilómetro fue similar o peor al del primero, y llevando a Fran, del Media Trail Mijas, como punto de referencia, fui marcando un paso constante; lo acabé dejando atrás, pero como el terreno tampoco era muy propicio, ascendí reservando fuerzas.

Tras unos primeros 5 kilómetros bastante exigentes comenzamos un suave descenso hacia los Llanos de Líbar, en el que fui recuperando posiciones corriendo a ritmos moderados, primero por un camión y un todoterreno de la Guardia Civil que llegaban desde atrás, y después por no molestar al ganado que rondaba los senderos.

Estuve tras una pareja de corredores con mochila Salomón durante algo más de un kilómetro, y después con Rafael, del Alpino Jarapalos, que me alcanzó subiendo una tachuela, con el que recorrí varias centenas de metros y conversación por unos senderos que comenzaban a resultarme familiares.

Llegando al kilómetro 9 paré un momento a orinar y lo perdí, como al grupo que seguí a lo lejos; eché un ojo al rutómetro del track y vi que el primer avituallamiento estaba cerca... bueno, ¡ya me encontraría con ellos allí!

Como el formato de la prueba era de semi-autosuficiencia, y pese a que, para variar, no hubo control alguno de material (algún día pasará algo, y por desgracia, no es habitual que se tenga control alguno de lo que se lleva y no...), yo iba bien equipado, por lo que me planteé echarme un vaso de agua al buche en el avituallamiento y continuar, para no perder la referencia.

Estaba muy fuerte, dado a que había estado reservando durante los primeros kilómetros (llevaba ya una hora de carrera), por lo que aceleré hasta rondar 4:40 min/km para ver si alcanzaba a los corredores, pero no había manera...

Llegué a una zona que me resultaba enormemente familiar de la Marcha de la Cueva del Gato, donde me saludaron unos señores al lado de unos coches, y atravesé una cancela para descender por el mismo sendero por donde había descendido meses atrás... ¡ya veía corredores!

Puse un buen ritmo, teniendo cuidado de no pisar los charcos y no hundirme en exceso en el barro, y alcancé al grupo, aunque no había ni rastro de Rafael, y cuando pregunté por él no habían visto a nadie de rojo con sombrero... ¡qué raro!

Un corredor fortachón con bastones nos preguntó si quedaba mucho para el avituallamiento, eché un ojo al GPS y algo no me cuadraba... Llevábamos 11,6 km, pero ni rastro aun del avituallamiento...

Fuimos "esquivando" el ganado, y nos detuvimos al llegar a un cruce dejando una casetilla a mano izquierda, ya que el camino seguía, pero había huellas en dirección al arroyo.

Sin baliza por aquí, sin baliza por allí... pero un compañero vio una camiseta en la espesura en la distancia, al otro lado del arroyo, así que allí nos encaminamos en manada.

Al cruzar un labrador nos comunicó que estábamos a menos de 10 minutos del primero, lo que no extrañó mucho, y mientras nos alejábamos escuché la voz del corredor fortachón preguntando por el avituallamiento, ante lo que no supo responder el hombre.

200 metros más adelante llegamos a una charca, sin rastro de balizas de nuevo, y con sorna, uno de nuestros compañeros dijo "¡más que un trail esto es orientación!"; estábamos aun frescos y de buen humor, y les dije "¡ya nos avisaron, Ultra Líbar Adventure!", y avanzamos andando en busca de alguna referencia.

Nos guiamos por lo que parecían huellas y efectivamente, en breve encontramos una baliza, súper pequeña y enrollada en la rama de un árbol; los ánimos comenzaban a caldearse cuando, 50 metros después, el camino era confuso y seguía sin haber ninguna indicación.

Cada vez que alguien veía una baliza daba el aviso y salíamos corriendo hacia ella, al llegar, nos parábamos y buscábamos la siguiente, y así estuvimos casi un kilómetro, hasta que, en un tramo más técnico en ascenso, la mitad del grupo se destacó y acabamos perdiéndolos.

Guiándonos por sus voces y pisadas, ya que el terreno estaba pésimamente balizado, fuimos ascendiendo; Rafael nos cogió, poco después, Fran, y unos más adelante, Jesús Casillas, que finalmente sería campeón de la prueba de 55 kilómetros, seguido por otro corredor (iban en cabeza y se habían perdido en una bifurcación).

El nivel de mosqueo comenzó a alcanzar límites preocupantes, ya que no llevábamos ni 16 kilómetros recorridos y ya rondábamos ritmos parciales de a 9:00 min/km, y no por cansancio, sino por no saber hacia donde dirigirnos.

Se estiró el grupo y nos quedamos solos Fran y yo, perdiéndonos al llegar a un llano con ganado rodeado por una valla metálica; tras sopesar las opciones seguimos hacia adelante, hasta que se acabó el camino, y al no ver a nadie, ascendimos montaña a través por un tramo escarpado y bastante vertical...

Otros corredores nos seguían, pero tras varios metros de brutal ascenso sin ver nada, decidimos darnos la vuelta, justo cuando vimos a un corredor pasar por el llano.

Con bastante esfuerzo volvimos sobre nuestros pasos, cruzamos el llano y completamos el último ascenso previo a la primera gran bajada, donde dejé que mis compañeros se "escapasen".

La zona era bastante técnica y muy vertical, y en uno de los primeros resbalones de la bajada noté un pinchazo en el gemelo izquierdo que obligó a apoyarme en los bastones, por lo que decidí hacer la bajada completa andando.

De mis reservas de agua iniciales ya solo quedaban unos 200 mililitros, que me bebí en el primer tramo de bajada, y, frenándome con los bastones y dejando paso a los corredores que llegaban desde detrás, fui bajando con bastante trabajo.

La bajada era impresionante, pero a menos de una semana para afrontar 700 kilómetros con 35.000 metros de desnivel acumulado lo último que quería era lesionarme o hacerme daño, y el gemelo ya me había avisado; me había molestado en la última tirada, durante un cambio de ritmo en el último kilómetro, pero sin más secuelas hasta ese momento, y ahora me tenía preocupado.

Los corredores que bajaban, a toda pastilla, me animaban a mi paso, sobre todo, al verme calzando las Enix V2, y alguno me reconoció de otras pruebas, lo que me dio bastante ánimo.

Me gustó mucho ver a un corredor que bajaba con dos perros preciosos, al ver la compenetración que llevaban y la facilidad con la que descendían; de hecho, me dejaron atrás en cuestión de minutos.

Tras descender más de 400 metros en 3 kilómetros y con mi GPS camino del kilómetro 22, comenzaba a desesperarme por no encontrar ningún avituallamiento, ya que llevaba más de 20 minutos sin agua.

Cuando una pareja, formada por un corredor joven con una camiseta fosforescente de la Ethernal Running y una corredora, me alcanzaron, decidí aumentar el ritmo y bajar con ellos, y fuimos descendiendo juntos mientras la corredora compartía su experiencia en la maratón de Roma.

Estábamos bastante molestos por la falta de avituallamiento, especialmente yo, que tenía una sensación de sed enorme, y la corredora, Manoli, si no recuerdo mal, me ofreció un poco de agua, que acepté encantado, pero de la que solo di un par de sorbos al no saber cuanto faltaba hasta el avituallamiento.

Llegando al kilómetro 23 por mi GPS (contando con que me había perdido, pero tampoco tantas decenas de metros), vimos a lo lejos el ansiado avituallamiento, donde, ¡sorpresa!, había vasos.

Veo absurdo pedir como material obligatorio vaso, que llevaba, y que pongan vasos de plástico en los avituallamientos...

Rellené los bidones, me bebí 3 vasos de isotónico y 2 de agua y me comí un plátano y una naranja enteros; aun así acabé antes que Manoli y el corredor joven, Antonio, pero salí a un ritmo "trotón" para esperarles.

Según los voluntarios, ahora venía un tramo muy corrible y más fácil, pero un primer desvío a la izquierda, por el que casi me pierdo, me hizo dudar...

Pronto me alcanzaron Manoli y Antonio, y fuimos avanzando juntos por un tramo por donde cada vez había más zarzas, con tramos que, de no haber habido balizas en las propias ramas, jamás hubiésemos sospechado que había camino... ¡y había que abrirse paso con las manos!

No entraré en si se podrían haber desbrozado un poco o no los senderos, pero tras atravesar, chocando contra zarzas que en puntos llegaban de los tobillos a los hombros y habiéndome arañado hasta el alma, nos perdimos de nuevo.

A lo lejos vimos a varios corredores, que gritaban pidiendo una referencia; llevábamos más de 200 metros sin ver una baliza, por lo que volvimos sobre nuestros pasos, y tras casi un minuto parados oteando el horizonte y esperando ver si alguien nos alcanzaba, vimos una baliza enana sobre la rama de un árbol, que indicaba un carril de ascenso que no parecía ni carril.

Dimos la voz de aviso y ascendimos por la vereda, llegando tras varios minutos una corredora de las del grupo que se había perdido, con camiseta del HOLE de este año, que me pasó como una bala en el descenso.

Ahora íbamos juntos, buscando las referencias para no perder el recorrido, mucho más visibles, por suerte, en el ascenso...

Hasta que llegamos a un llano enorme, donde creímos ver a un grupo de corredores a lo lejos y al llegar era un grupo de gente recogiendo setas; ¡desesperante!

Tras un buen rato perdidos encontramos la baliza, y seguimos ascendiendo, disfrutando, los pocos tramos en los que quitábamos la vista del camino, de un paisaje precioso y unas temperaturas totalmente estivales.

Llegamos al kilómetro 26 en 4 horas, con el gemelo izquierdo molestándome bastante más y personalmente muy decepcionado con la prueba.

Mi idea era correr un ultra de 99 kilómetros debidamente señalizado, con sus avituallamientos donde indicaba el rutómetro y con sus tramos técnicos y bajadas complicadas, si, pero también con tramos corribles donde poder estirar algo las piernas, y llevábamos una media de avance en el último parcial de poco más de 5 kilómetros por hora, entre lo complicado del terreno y las continuas pausas para reorientarnos.

Nos alcanzó un corredor, y ahora por un tramo mucho mejor balizado (con hasta 3 balizas consecutivas, en 20 metros, cuando antes, en tramos de hasta 200 metros, avanzábamos a ciegas, absurdo), pudimos empezar a correr algo.

Llegamos al kilómetro 30 en 4:40, yo ya sin agua nuevamente, pero como la vereda se había tornado sendero, pusimos un grupo de marcheta muy cómodo y descendimos mientras le comentaba a Antonio el proyecto del Reto 360º Solidarios, en el que mostró interés por acompañarme.

Él es de Alozaina, pero su pareja es de Fuengirola también, curiosidades de la vida... quedamos en intercambiarnos los teléfonos en el avituallamiento, ya que comencé a distanciarme un poco al comenzar a desesperarme ante la nueva falta de líquidos.

Cada vez orinaba más oscuro y la molestia del gemelo izquierdo se había convertido en calambre, lo que me tenía más que preocupado...

Tras varios minutos en solitario bajando de 6 minutos el kilómetro divisé a lo lejos a un corredor, al que no tardé en alcanzar.

Me había pasado a mi en la bajada previa al "primer" avituallamiento, y estaba desesperado ya que llevaba más de una hora sin agua; le di ánimos, tratando de olvidar mi propia angustia ante la carencia del preciado líquido elemento.

Unos minutos después, de nuevo corriendo en solitario, cada vez más rápido, ya que no había ni rastro del avituallamiento, divisé a otro corredor, al que me pegué; iba caminando, y al llegar a su altura me puse a su ritmo y comenzamos a charlar.

Él era Patricio, corredor Sevillano del ultra corto, que estaba también bastante decepcionado con la prueba, como todo aquel con el que me iba encontrando... le comenté que llevaba ya cerca de 40 minutos sin agua, y me dio medio botellín de agua en primera instancia, y poco después, nos bebimos a media un botellín de Powerade helado que me dio la vida.

Podría haber seguido corriendo, como Patricio me dijo en más de una ocasión, pero ya que me había asistido en un momento clave, qué menos que acompañarle hasta el avituallamiento...

De repente escuchamos una moto desde lejos, y vimos un corredor en la distancia; nos apartamos, y el motorista se paró ante el corredor y le llevó agua; el corredor vino hacia nosotros y nos dijo que el camino acababa en una cancela sin balizas, que él había atravesado todo el terreno y llegado hasta un cortijo donde se oían voces, pero no había ni balizas ni rastro del avituallamiento...

Me parece personalmente muy peligroso no señalizar, cuanto menos, los tramos conectados con caminos y fincas particulares, ya que podemos acabar atravesando una finca privada sin querer, pudiendo molestar a personas ajenas a la prueba y sufrir nosotros accidentes.

Tras sopesarlo mucho, decidimos avanzar, pegados a la verja, y tras poco más de un minuto vi una baliza enana, de apenas centímetros, colgada de la parte superior de la verja, y a unos 200 metros, otra, de nuevo enana, enredada en la rama de un árbol... no sé si he mostrado mi disgusto con el balizamiento de la prueba, pero esta es una buenísima ocasión para reiterarlo...

El corredor nos comentó que conocía el terreno y había tenido que "dar la vuelta" a varios corredores que ascendían, totalmente desorientados, sierra a través, en algunos tramos bastante peligrosos; decía que no quería hacer a nadie ir a por él, que al conocer la zona, llegar a meta llegaría, pero le parecía una vergüenza lo que estábamos pasando.

Íbamos comentando con un corredor gaditano los orígenes de las 24 Horas Solidarias de la Breña, que por lo visto, iban a celebrarse inicialmente en Toruños (crónica de la edición de este año), y con el GPS marcando ya 36 kilómetros y medio, finalmente llegamos al avituallamiento, con las caras por el suelo.

Los voluntarios, de 12, aguantando al pie del cañón con un humor inmejorable, que nos alegró el mal rato que llevábamos horas pasando y se ofrecieron a evacuarnos si era necesario, como a un par de corredores que esperaban con ellos.

Repusimos a placer, empleando varios minutos en el avituallamiento, en el que nos alcanzaron la corredora con equipación del HOLE, Ana, Manoli y Antonio, justo al dejarlo nosotros.

Patricio iba muy cargado de piernas, y comentaba, mientra ascendíamos una cuesta andando, que llevaba varios meses lesionado con el piramidal, pero conseguí animarlo y realizamos todo el descenso trotando, dejando atrás al corredor que conocía la zona durante el mismo.

La zona era preciosa, muy corrible, al igual que el tramo de Los Llanos del Republicano, y corrimos todo lo que pudimos.

Tras una baliza en un puentecito llegamos a una zona de barbacoas, donde nos esperaba una gran cuesta que, como la mayoría desde el "primer" (segundo) avituallamiento, no cuadraba con el track que llevábamos impreso.

¡Resulta que no era por allí! menos mal que una familia nos dio una voz, ya que no había balizamiento alguno hasta varios metros entrados en la zona de barbacoas, y desde el sendero era imposible verlas...

Tomé la decisión irrevocable de quedarme en el kilómetro 55 en Montejaque, ya que comenzaba a atardecer y si de día el balizamiento era de prueba de orientación, de noche sería una auténtica locura, y con una jornada laboral al día siguiente y 700 kilómetros esperándome a menos de una semana sería totalmente irresponsable embarcarme en la locura de los 99 kilómetros raid (porque trail no eran...).

Fuimos avanzando por la rivera de un arroyo en un tramo realmente bonito y muy corrible, donde Patricio se sorprendió de su propia capacidad; fuimos comentando el recorrido, la organización de la prueba y otras pruebas en las que habíamos participado, y de repente, hasta adelantamos a un par de corredores.

Llevábamos un ritmo de avance de cerca de 10 kilómetros la hora, y tras lo que había parecido un suspiro, llevamos al avituallamiento de la Explanada de los Cucaderos, kilómetro 44 y medio por mi GPS (supuesto 41).

Nos pareció indignante habernos tirado casi 15 kilómetros y varias horas entre el avituallamiento de la Casa Huerta de la Barrida y el del Pozo de los Álamos y ahora emplear menos de una hora en llegar del último a éste, desde luego, al que le diseñó no le salieron bien las cuentas...

Nos alcanzó uno de los corredores de la pareja que habíamos adelantado en el avituallamiento, conocedor de la zona y de los voluntarios del avituallamento, de 10 nuevamente, y se preocupó bastante de la situación de los corredores a la caída de la noche, ya que, al igual que otros corredores que conocían el terreno, había estado "haciendo volver" a corredores que avanzaban campo a través, algunos incluso continuando pese a sus advertencias...

Nos pusieron la primera marca en el dorsal, lo que nos parecía de chiste a 14 kilómetros (según los voluntarios) de meta, y nos comunicaron que íbamos entre los 30 primeros corredores contando el ultra maratón y el ultra trail (del que no habían pasado aun ni una decena de corredores).

Intenté avisar a Gonzalo de que en cosa de hora y media me esperase en Montejaque, ya que estaba hasta las narices de todo, pero no había cobertura, habría que esperar...

Salimos Patricio, el corredor "local" y yo tras otro muchacho que iba hacia la prueba larga y que me había pasado en el descenso hacia el avituallamiento del supuesto kilómetro 20.

Me pareció increíble que pese al ritmo increíblemente lento que llevábamos, habernos perdido en multitud de ocasiones y haber realizado kilómetros enteros andando, fuésemos entre los primeros 30 corredores... me dio pena porque la zona es realmente bonita y la prueba puede ser espectacular, pero al menos este año, la organización estaba haciendo aguas por todos lados.

De hecho, el corredor local nos comentó que la prueba iba a realizarse en 2014, pero al final se suspendió, por lo que le extrañó que se incluyese en la Liga Rondeña de Ultrafondo.

También nos comentó que su consejo, para todo el mundo, es que en el desvío entre la prueba corta y la larga, fuesemos todos hacia la corta, ya que pese a que la segunda parte era bastante más corrible, había antes que atravesar unas veredas muy agrestres que, viendo la señalización diurna, iba a ser un laberinto en cuanto cayese el sol, que ya comenzaba a descender tras las montañas.

Adelantamos al corredor, y finalmente Patricio me instó a que continuase en solitario, a lo que me resistí (de hecho, me alcanzó un par de veces), pero finalmente, al correr por un carril por el que solo tenía que dejarme caer, fui avanzando en solitario.

Adelanté al corredor de la prueba larga, acrecenté el ritmo, bien orientado ahora por multitud de balizas (que en carriles anchos sin pérdida ninguna sobraban y en zonas técnicas escaseaban, atentando contra toda lógica), y así llegué hasta una rambla arenosa que, intuí, llevaba al embalse de Montejaque.

La caricia de la arena en los pies me recordó a las sensaciones de la última edición de las 24 Horas Solidarias La Breña Xtreme, donde superé con creces mis mejores expectativas logrando una segunda posición absoluta, con 153 kilómetros recorridos en poco más de 22 horas, y por primera vez desde el comienzo de la prueba, me sentía en "la zona".

Estaba disfrutando, ni me acordaba de la molestia del gemelo, el camino era más que óptimo para correr y el paisaje me encantaba.

Tras la rambla el terreno era blandito y me ayudaba a correr, y a lo lejos divisé un nutrido grupo de corredores, tras los que emprendí caza.

Los últimos rayos de sol me alcanzaron justo al estar frente a frente con la enorme compuerta del embalse, mientras el viento traía los lastimeros quejidos de cabras y vacas cercanas, como lamentos de almas en pena, en un instante realmente mágico.

Me di la vuelta y esperé varios segundos a que los anaranjados rayos solares terminasen de ocultarse tras las montañas, quedándome solo y envuelto en la penumbra en un instante increíble.

Solo por ese momento admito que valió la pena todo el esfuerzo de las horas previas.

Al girarme ya no tenía referencia ninguna del grupo, por lo que me di prisa en acometer el ascenso, y al llegar a un carril con bastante piedra suelta, avisé de nuevo a Gonzalo, ahora con cobertura, así como a mis familiares y a Mayte, de que estaba bien, me puse el frontal y continué al trote.

Me adelantó un corredor del Alpino Jarapalos con una cinta en la cabeza justo llegando al avituallamiento (supongo que sería el avituallamiento, ya que solo había un par de garrafas en el suelo), y le pregunté a un Guardia Civil si había que coger la carretera o la senda.

Me dijo, sin dudarlo, que la senda, y me lo repitió en una segunda ocasión ante mi incredulidad (no había ni rastro alguno de balizas), pero me encogí de hombros y seguí sus indicaciones, tras las huellas del Alpino.

Avancé varios minutos en solitario por la senda, atravesando matorrales, hasta que vi una luz detrás de mí, y decidí esperarla.

Era el frontal del corredor local, que me dijo que habría que llegar al fondo del camino y encontraríamos un desvío hacia la Ermita de Montejaque, por la que descenderíamos en el empedrado de las zetas hasta el pueblo, poniendo punto y final a la que estaba siendo mi primera prueba de orientación.

Ya era noche cerrada, y de repente, vimos multitud de frontales corriendo hacia nosotros.

Llegando a pocos metros nos paramos, reconociendo caras de corredores que no había visto desde los primeros kilómetros de la prueba...

Por lo visto, llevaban horas perdidos por ese camino, habían llegado al final, sin ni una sola baliza, y tras explorar todas las alternativas, habían decidido volver (alguno con casi 60 kilómetros ya en el GPS) hasta la carretera.

Alguno de ellos iba entre los primeros corredores absolutos, y, con gran indignación y tras llamar a la organización (le atendió un tal Juan), le habían dicho que se diese la vuelta, y allá que íbamos.

Entre ellos, entre otros estaba el corredor con los perros... ¡imáginaos si llevaban tiempo perdidos los pobres!

De vuelta, nos encontramos al corredor que estaba haciendo la ultra y alcancé antes de llegar al lecho del río camino al pantano, al que intentamos disuadir de seguir adelante, pero se negó y siguió en solitario, con un par de huevos.

Nos encontramos de frente a varios corredores más, entre ellos, a Patricio, al que me dio mucha alegría volver a ver.

Cuando llegamos al asfalto temía que pudiese haber bronca entre los corredores más "calentitos" y la Guardia Civil, pero cuando les dijeron que el organizador había dicho que era hacia abajo no rechistaron, casi disculpándose por habernos metido en un callejón sin salida.

Tras tantísimas horas corriendo por el monte me sentí volar al coger asfalto, y me destaqué en el grupo, que comenzaba a estirarse, con otros dos corredores.

Uno de ellos, al perderse yendo en cabeza, llamó a la organización, y le dijeron que se guiase por el sol, usándolo como referencia junto a una montaña para avanzar... de traca, vamos... 

Con la charleta, concentrados cada vez que se acercaba un coche para hacernos ver sin peligrar y, tras una tachuela, dejándonos llevar por la pendiente, descendimos hacia Montejaque.

Ya llegando vimos en lo alto de un cerro, a mano izquierda, a varios kilómetros, 3-4 luces de frontal bajando por la montaña... no sé como habían llegado allí esos corredores, pero no me cambiaba por ellos por nada en el mundo...

Una vez en Montejaque compartí los últimos metros con el corredor "del sol", e incluso esprintamos de camino a meta... pero ojo, ¡la meta no era la meta!

Había que entrar en la zona de recogida de dorsales y ahí, sin control ninguno ni comprobar si teníamos las marcas de dorsal ni nada, se metía a mano el tiempo, y a juzgar por la cara del informático, más de uno había pagado con él, que nada tenía que ver, el cabreo que arrastraba.

No sé en qué posición llegué o si fui descalificado (según un correo de esta misma mañana de la organización, solo serán descalificados los abandonos, y se preparará un comunicado explicando por qué pasamos lo que pasamos el sábado), pero en ese momento solo tenía ganas de ducharme e irme a cenar...

Gonzalo aun no había llegado, así que estuve charlando con varios corredores y vi entrar a meta al corredor de los perros o a Ana, primera clasificada femenina, y algunos padres y familiares me preguntaron por los corredores a los que esperaban, claramente angustiados, y me senté con el corredor del "sol".


Mis pies, nada más llegar a meta...
Antes de irme fui al baño y vi como a un corredor le daban la "medalla" (un circulo de pizarra muy curioso, aunque lo del centro no me convence mucho), y pedí la mía, ya que no me habían dicho nada al llegar a meta.


Foto de la medalla, de vuelta en el hostal

Al salir vi a Gonzalo, y tras despedirme de los héroes que ya habían llegado a meta (una persona "normal" desde luego no es capaz de semejante hazaña en esas condiciones), cogí el coche rumbo a Ronda, cerrando un capítulo deportivo que me va a costar a olvidar.

Por lo menos la organización va a tener el "detalle" de dar su versión de los hechos, algo que otras ni si quiera tienen, cerrando su propia web tras el evento (véase el I Ultra Trail Sierra de las Nieves, al que estuve invitado pero no pude acudir por lesión...); lo espero con ganas.

Me despido con mi opinión de lo mejor y peor de la prueba... lo próximo... ¡El Reto 360º Solidarios!

Lo mejor

-Sin lugar a dudas, la buenísima actitud y predisposición de los voluntarios, que como su propio nombre indica, estaban allí echando una mano, por voluntad propia, y nos supieron animar en todo momento.

-El recorrido, con zonas preciosas, de las que destaco sobre todo el tramo desde el avituallamiento precio hasta la llegada al Pantano de Montejaque.

-La compañía de los corredores en las zonas más complicadas... en esos momentos cruciales se forjan amistades para toda la vida.

 A mejorar

-Sobre todo, el balizaje, pésimo; no se pueden colocar balizas pequeñas, en puntos poco visibles y tan espaciadas, si se balizan pruebas de Ultra Trail, sin ir más lejos, en Sierra Blanca, Marbella, en uno de los maratones de montaña más técnicos de Andalucía, con balizas cada 20 metros en algunas zonas, no sé por qué no se puede hacer aquí.

-La señalización de los avituallamientos, y su ubicación acorde al tiempo que se tarda en llegar a cada uno; supuestamente (no lo puedo confirmar) hubo un avituallamiento en los Llanos de Líbar, en una casa, pero quien como yo se lo saltase, estuvo más de 3 horas sin avituallamiento alguno.

-El descontrol en carrera y los horarios, que con una salida mucho más temprana hubiese evitado muchas pérdidas...

PD: Así quedan unos pies tras 55 kilómetros de aventura (al final casi clavo el kilometraje de la prueba "corta") en huaraches.


Sucios como ellos solos, pero quitando un par de rasguños, como nuevos

Comentarios

  1. Pues menos mal que no pasó nada grave,no entiendo como pueden pasar cosas así,no es la primera prueba en la que oigo o participo donde los voluntarios dan el do de pecho pero la organización no está a la altura.Hace tres semanas participé en la ultra valle del Genal donde la niebla obligó a suspender la prueba tras perderse varios corredores,los neutralizados por lo visto estuvieron casi cinco horas esperando para ser trasladados a meta....Habrá que esperar ese comunicado que comentas a ver que dicen los organizadores.

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    1. En el caso del Genal puedo llegar a entenderlo por climatología adversa, pero el día que tuvimos nosotros fue de 10, calor, viento que refrescaba, todo despejado... eso sí, lo de tener 5 horas a un corredor "retenido" tiene tela también...

      Pues sí, a ver que nos cuentan, se lo van a tener que currar para convencernos de volver...

      ¡Un abrazo!

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  2. Buenas tardes Juan.
    Yo seguí por esa senda hacía abajo hasta encontrar el último avituallamiento y el lugar donde se separaban la larga y la corta. La subida a la ermita era por intuición, y una o dos balizas cada 500m de un centímetro, y ya por la bajada del cementerio al corredor que me acompañaba(de la larga que no seguía) le cantó el móvil el km 58...al final unos 61km de orientación y conuna llegada a "meta" absurda ya que no habia nadie para decirnos que había que entrar en la oficina de turismo...10h y el informático rojo como un tomate.

    Gracias de todo corazón a los voluntarios.


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    1. Yo creo que habría que establecer un protocolo para balizamiento "estándar", no es normal que pasen estas cosas, y por desgracia no empieza a ser raro escuchar noticias como la de las aventuras que vivimos en este ultra...

      Ya hay incluso balizas biodegradables, hechas de fécula de patata, se puede poner una cada 50 metros (que sigue sin ser caro), de 10-15 cm de longitud según lo complicado del terreno y luego no hay ni que molestarse en recogerlas si uno no quiere (aunque aun así sería lo suyo), pero se ve que interesa más hacer las cosas "de aquella manera" y si se puede repetir, genial, y si no, adios muy buenas, como tantos ultras que han perecido en su primer año...

      Es una pena porque pierde el deporte, la montaña y sobre todo, los corredores que acudimos a estas citas.

      Fue un placer saludarte en Montejaque José María, espero que coincidamos pronto.

      ¡Un saludo!

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  3. Crónicas como esta dan cada vez menos ganas de apuntarse a nada que sea Iª edición... una pena para los que tratan de empezar haciendo las cosas bien.

    Dani Blanco.

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    1. Totalmente de acuerdo, pero esas cosas se notan de lejos... la I edición del CxM Sierra Blanca me enamoró, en todos los detalles posibles, y hay un enorme abanico de matices entre una prueba y otra, no tiene que ser o perfecta u horrible.

      ¡Un abrazo Dani!

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  4. Es una pena que los organizadores(por mucho que ahora quieran dar explicaciones) jueguen con los atletas populares de esa manera, al final todo esto tira para atrás, está montado, en algunas ocasiones, como un negocio importando muy poco los atletas que son quienes dan prestigio y buenas referencias de una prueba.

    Un saludo desde Cádiz
    http://runningmiestilodevida.blogspot.com.es

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    1. No se dan cuenta de que "organizar" así al tuntún es pan para hoy y hambre para mañana... por no hablar de las consecuencias legales que pueden acarrear, y espero que pronto comiencen a aplicarse, espero, antes de que pase algo serio...

      ¡Un saludo Juan Antonio!

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  5. Hola, yo hice la modalidad de 55 km, también me perdí varias veces y comparto contigo la odisea que fue toda la carrera, un auténtico despropósito vamos. no entiendo cómo puede haber personas que deciden organizar un evento así y que no tengan consideración alguna con los corredores. Por cierto quedé segundo de mi categoría y al día siguiente fui a recoger mi trofeo, y la sorpresa fue que me dijeran que no habría entrega de trofeos. me lo dieron allí en mano en la oficina de turismo, surrealista vamos. y por supuesto que comida para participantes y acompañantes tampoco hubo, VERGONZOSO. Un saludo y enhorabuena por salir vivo de allí jejeje, el humor que no se pierda.

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    1. Lo mejor de estas experiencias es que una vez sobrevivimos a ellas son como las vacunas... ¡nos inmunizan de por vida!

      Esta semana afronto un reto de 700 km y 35.000 metros de desnivel en 11 días, y creo que mi logística superará con creces la de esta prueba, que realicé con intención de dejarlo todo a punto... en comparación correr va a ser un gustazo ahora jajaja

      Un abrazo Rafa, y enhorabuena por ese podio ;)

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  6. Buenos días Juan Andrés. Hoy he visto ya activo la inscripción para Acinipo en la página http://www.pdmronda.com/eventos/acinipo2016/acinipo_inscripciones.html pero me da error. ¿Te funciona a tí?

    Luego no veo nada de información de la Trail Jubrique Xtreme ¿Sabes cual es la página web? Por que resulta que yo la tenía apuntada para el 13 de febrero y ahora aparece para el 6 de marzo, pero no doy con la web de la carrera.

    Un saludo y perdona por el tostón.

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    1. ¡Hola José María!

      En efecto ya solucionaron el problema de la Acinipo, pero de la de Jubrique no se nada aun, aparece desplazada... veremos a ver, con la experiencia en esta I edición empiezo a fiarme poco, espero que la LRU regule sobre todo (y asesore en la medida de lo posible) a estas pruebas de reciente aparición).

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  7. Pues si Jubrique se desplaza al 6 marzo solapa con bandolero y la otra de febrero "desafío las cumbres" es 27 de febrero...se complica febrero para los mortales

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