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XXXI Subida Internacional Granada - Pico Veleta


Esta crónica podría comenzar con como conocí la prueba, en 2012, cuando Sergio, compañero de club, me hablase de ella antes aun de debutar yo en maratón, o con como año tras año la cosa se torcía y nunca podía participar en ella... pero comienza con un sábado cerca de las 9 de la noche cuando, tras 10 horas de trabajo en la playa, me dirijo nuevamente a Granada...

No viajo a Granada desde la I edición del Ultra Sierra Nevada, y voy algo preocupado por el aparcamiento y por el sueño, que comienza a acompañarme desde que accedo a la zona de túneles a la salida de Málaga.



Por suerte el destino me hace un segundo regalo, y después de otorgarme un domingo libre en agosto me entrega la única plaza libre de toda Granada, en bandeja... en el MISMO sitio que aparqué en el Ultra Sierra Nevada, a la derecha en el Paseo del Salón, entrando en la calle del parking de los Escolapios; no me lo creo.

Eufórico me vengo arriba y aviso a Fernando, autor de Sopa pa' Correr, que me va a acoger junto a Antonio, de Los Califas esta noche (un nuevo guiño del destino, a última hora les falló un acompañante y puedo ocupar su plaza). 

Parece que los astros se han alineado en este fin de semana, en el que recorremos juntos el camino hacia el hostal mientras recuerdo como Rubén Delgado y yo ascendimos esas mismas calles hacía casi un año, camino de la salida del USN... 

La conversación era muy animada, pero finalmente, sobre las 12 y tras dejarlo todo listo, decidimos acostarnos.

Pasaban las 5 de la mañana cuando sonó el despertador, primero el mío y después otro, desayunamos, nos preparamos y con más de media hora de antelación nos encontrábamos en la salida, algo somnolientos, pero con muchísimas ganas.

Fernando y Antonio participarían en la Mini Subida, por mi parte, haría lo propio en la ultra.

Al dejar la bolsa del corredor me encontré cara a cara con Cristóbal, que sería una vez más mi compañero de fatigas (y yo el suyo), así como a decenas de conocidos...

Salvador (@ellocoquecorre), Sevi (autor de Pasodetiempos), Salvador (@vamosdemaraton), Rubén Delgado...

No faltábamos ni uno, parecía que iban a pasar lista...
Y por supuesto... ¡Súper Paco! que fue ovacionado cuando cortó la línea de salida.

Incombustible, un ejemplo para todos

Mientras el speaker caldeaba los ánimos nos encontramos con Félix, el ultra veterano corredor de nuestro club, con quien no coincidía desde el Ultra Trail Tabernas Desert.

Es un fuera de serie, pero hoy estaba realmente preocupado por problemas familiares, así que no sabía si acabaría o no, aunque nosotros teníamos fe ciega en él (¡ánimo Félix!).

El semblante serio de Félix lo decía todo...
El séquito del Club Atletismo Fuengirola, en posición

La cosa se puso seria con el minuto de silencio, tras el cual coreamos la cuenta atrás y comenzó la subida, la carrera a más altura de Europa, considerada la subida más dura del mundo.

Comenzamos rodeando el Paseo del Salón, entrando de nuevo por la zona de meta, donde algunos chinillos entraron por mis Enix 080, pero con un par de movimientos vigorosos me las sacudí y continué sin más; numerosos corredores participaban con huaraches, y alguno me ofreció ir juntos, pero quería correr a mi ritmo, sin presiones.


La salida, rápida cual 5 k

Me sorprendió muchísimo y para bien el planteamiento de Cristóbal, compañero de entreno y fatigas en innumerables escenarios, al que normalmente "freno" yo en los primeros compases de las pruebas, pero que esta vez se encargó de "frenarme" a  mi, ya que habíamos salido rondando 4 minutos el kilómetro, en una carrera de 50, con un desnivel positivo de casi 3000 metros y sin ninguna preparación específica (decidí participar el mismo martes).

Así, con un ritmo cómodo, la "L" de novato, como decía Cristóbal y dejando que cada uno pusiese su ritmo, emprendimos la marcha a Cenes de la Vega, en un tramo con algo de desnivel, tímido aun, gran compañía, y mucho apoyo, sobre todo en Cenes, donde había público esperándonos.

SOBERBIO el público, que fuerza transmitía

Todo bien, descontando kilómetros, disfrutando...
Todo estaba yendo fenomenal, hasta había algún tramo ligeramente llano, pero íbamos controlando el ritmo, usando como marca un "equipo" femenino en el que, entre otras corredoras, conocía a Lourdes, que sabía que llevaba buen ritmo.

Conocimos a veteranos de otras ediciones, a Salvador, de @vamosdemaraton, que dejó a Sevi disfrutar a su ritmo, y a muchos corredores, unos que pasaban, corriendo hacia la cima, y otros que salieron demasiado rápido, y ya íbamos alcanzando.

Comenzaba a notar molestias, pese a haber vaciado la vejiga antes de salir, por lo que nada más marcar el GPS el kilómetro 8 me escabullí a la derecha de la A-4026, en uno de los giros en los que la carretera "abarzaba" al Genil, y me acerqué a la espesura para aliviar la molestia.

Cristóbal tuvo el detallazo de esperarme, pero aun así me costó un poco cogerlo... me faltaba "carburar", y tenía mucha sed, pese a echar mano constantemente a mis bidones de Powerade y haber bebido agua en el avituallamiento.

Pasamos el kilómetro 10 en 51 minutos, un muy buen paso que íbamos regulando a la salida de Pinos Genil, donde el desnivel comenzaba a imponerse sobre aquellos atletas que, sobrevalorando su condición física, se habían pasado de revoluciones.

El paisaje era precioso, el día, nublado, daba un aura especial a las vistas, por donde buscaba los senderos del Ultra Sierra Nevada, invisibles a los ojos de quienes no lo conocen, y las nubes nos guarecían del sol; seguimos avanzando...

Hasta el momento la carrera había discurrido sin problemas reseñables, pero llegando a Canales vi un cartel; Altura: 1000 metros, en un tramo en pendiente por el que avanzábamos a 7 minutos el kilómetro...

Miraba a Cristóbal y lo veía pletórico, muy optimista, asegurándome que teníamos las 5 horas y media en la mano... yo echando cuentas me vi falto de "carburación", con las piernas algo cansadas (arrastraba 95 kilómetros de volumen en la misma semana de la prueba, demasiado) y a un ritmo medio de 7 el kilómetro ¡a 1000 metros de altura...!

Comencé a hacer cálculos y dejé de disfrutar, algo que Cristóbal notó en seguida, y me devolvió a la carrera en cosa de unos minutos... había sido una "crisis" pequeña, pero si dejas actuar a la cabeza puede cambiarlo todo, para mejor o para peor.

Paradójicamente, tras el avituallamiento de la A-395, donde repuse con varios tragos de agua fresquita y una barrita de Powerbar que partí con Cristóbal recuperé fuerzas, energía y optimismo, y todas mis dudas y pensamientos negativos habían quedado reducidas a zancadas, con las que avanzaba sobre ellos.

Pasamos a las chicas, de las que ya se había despegado una, y poco a poco fuimos identificando camisetas conocidas, a las que fuimos "echando la cruz" en la distancia mientras íbamos recogiendo a sus corredores, a los que animábamos a seguirnos.

Según un grupo de ciclistas el Mouzaiz dominaba claramente la prueba y no sabían como iba Dani García, y los corredores a los que acompañaban iban sobre las posición 100.

Poco a poco fuimos perdiendo acompañantes, salvo a salvador, y, adaptando el ritmo a las subidas y ascendiendo siempre por el exterior en las curvas, para no sobrecargar la musculatura, nos encaminamos hacia nuestro destino.

Gran grupo, los kilómetros volaron con ellos
Finalmente hasta Antonio comenzó a descolgarse, y nos quedamos los de siempre, Cristóbal y yo.

Íbamos muy animados, charlando sobre la prueba, el atletismo y la vida en general, y cuando la probamos, sobre la bebida de limón con (¿era hierbabuena?) de uno de los avituallamientos... ¡Deliciosa!

Pasamos el kilómetro 20 en 1:57, y el 25, ecuador de la prueba, en 2:28:00, a un ritmo de 6:30 minutos el kilómetro en el último parcial, algo impensable 10 kilómetros atrás.

Así llegamos a la zona de "zetas" de la A-4025, donde nos encontramos un cartel que rezaba "altitud 2000 metros"; ya quedaban menos de 1500 para la meta, kilómetro vertical y medio, bromeábamos Cristóbal y yo.

Iba fenomenal, las vistas quitaban el aliento y alimentaban el espíritu, y conforme más ascendíamos mejor me iba encontrando, aunque en algunos momentos Cristóbal me comentó que notaba ya la altura (aunque seguía desenvolviéndose de escándalo).

En la subida del Dornajo andamos por primera vez, unos 200 metros en una de las curvas, mientras nos acercamos a un corredor de Villanueva del Trabuco al que animamos, y nos acompañó durante varios metros al reanudar la marcha.

Seguíamos descontando kilómetros, y pasamos el kilómetro 30 en 3:03, repostando cada vez durante más tiempo en los avituallamientos y andando en alguna de las curvas más pronunciadas, pero retomando de inmediato la marcha y, por mi parte, sin rastro alguno de fatiga.

Habíamos tomado la mejor decisión de la carrera, respetarla desde el principio, por lo que el subidón de ir adelantando corredores constantemente, sobre todo a aquellos que conocíamos de la salida o nos habían adelantado antes se sumaba al extra de los ánimos del público en los cruces de los campings y hoteles, y a la energía que recuperábamos en cada avituallamiento.

Llegamos al desvío a Pradollano, y en contra de lo que esperábamos comenzamos el ascenso por la carretera antigua, el Carril de la Hoya de la Mora, en el que en una de las curvas vimos un grupo a buen paso que no conocíamos siguiéndonos los pasos.

Dejamos de andar (la pendiente era considerable) y decidimos no dejarnos atrapar, aumentando el ritmo hasta alcanzar a la que en ese momento era la tercera clasificada femenina, que avanzaba a tirones porque pensaba que yo pertenecía a su categoría (sin duda por mi melena lustrosa...).

Me adelanté un poco para rellenar los bidones en el avituallamiento, aunque directamente me dieron un gélido Powerade azul que sustituí por mi bidón de Powerade reutilizado (ando en busca de Softflasks...), y tras un largo trago que me supo a gloria y el reagrupamiento con Cristóbal acompañamos a la corredora, aunque acabó descolgándose.

Veía raro a Cristóbal, poco hablador y algo ausente, ya que al ver a un corredor con huaraches le dije "mira, ¡vamos a por él!", y tuve que repetírselo un par de veces para que se diese cuenta.

Comenzaba a ver a lo lejos la zona de la Hoya de la Mora y me entró un subidón doble, por un lado por alcanzar al corredor del Pies Negros que me había dicho al comienzo de la prueba que me uniese a su ritmo, tras tantas horas de carrera, y por otro, por la emoción de ver sin nieve la zona donde tan buenos momentos pasé con mis amigos a comienzos de año.

Cristóbal comenzaba a quedarse atrás, pero pese a que lo animaba y bajaba ligeramente el ritmo para que me acercase no se terminaba de acoplar... pensé que en breve me alcanzaría, así que aproveché la descarga de adrenalina para transformarla en velocidad.

Tras 3:40:00 y 35 kilómetros, a 2400 metros de altitud... volvía a ritmos de 6:30 mn/km

Felicidad en estado puro
Cuando pensaba que estaba en ese momento culmen de concentración en el que todo fluye y el tiempo se distorsiona llegué a la curva de salida de la Mini Subida, donde el público comenzó a animar con fervor, ya que mi llegada al avituallamiento coincidió con la de la segunda clasificada femenina, a la que dejé atrás en el mismo, ya que solo paré unos segundos.

Al pasar bajo el arco de salida sonaba "In Your Eyes", de Inna, lo que me llevó totalmente a "la zona", y me puse a ritmos de casi 6:30 nuevamente, flotando sobre el asfalto.

Justo cuando mi GPS marcó el kilómetro 39, en la zona de las "zetas" de subida frente a la Virgen de las Nieves me encontré de frente con Domingo y otros compañeros de La Senda, que me animaron a mi paso con gran fervor.

Según me dijeron estaban a punto de dar 4 horas desde la salida y ya solo me quedaban unos 9 kilómetros.

Me giré en cada una de las curvas de las "zetas" para ver si venía Cristóbal, pero no lograba identificar la camiseta azul en la distancia...

La subida por las "zetas" 6 meses atrás...
De repente comenzó a soplar un fortísimo viento y comenzaron a caer gruesos goterones, directamente a jarro, sin chispear previamente.

Hacía frío, pero no quería parar inmediatamente, el viento podía parar de soplar en cualquier giro, y el aguacero podía ser solo un chapetón ocasional.

Cuando, tras dos minutos, comencé a perder la sensibilidad de los dedos, decidí parar y ponerme el impermeable.

El asfalto estaba desintegrado por tramos, por lo que extremaba la precaución al correr con las 080, unos huaraches un tanto blanditos, aunque no tuve ningún problema.

El subidón previo iba quedando atrás y comenzaba a aletargarme... las vistas eran las mismas desde hacía casi una hora, y el recorrido se limitaba a una concatenación de "zetas" muy abiertas y pronunciadas en un terreno casi lunar.

Por primera vez desde el comienzo de la prueba comenzaban a adelantarme corredores, y aunque trataba de pegarme a varios no lo terminaba de conseguir; al menos parecía que escampaba, aunque el viento era muy molesto.

Comencé a avanzar en modo "goma elástica", en las curvas andando y trotando en las rectas, notando, ahora sí, el peso de los kilómetros y el desnivel en las piernas, así como alguna punzada en la cabeza, fruto sin duda de la altitud, de ya 2800 metros.

Hubo un corredor joven al que acompañaba su hermano desde la Hoya de la Mora al que intenté pegarme sin éxito, y posteriormente otro corredor que llevaba una visera de Ironman, Israel, al que si me pude pegar.

Inicialmente nos adelantábamos el uno al otro por tramo, ya en modo supervivencia, y en una de las rectas comenzamos a hablar.

Era amigo del muchacho que estaba corriendo la subida por su padre, por el que habíamos guardado el minuto de silencio; el hombre había muerto de cáncer...

Le comenté que mi padre también tiene cáncer y le hablé de mis inicios con él en el atletismo y algunas de las etapas que habíamos pasado, ya andando sin prisa alguna, aunque manteniendo una media de pulsaciones cercana a 150.

Antes de pasar la media hora desde que dejamos el último avituallamiento vi a un corredor que me sonaba, con chubasquero rojo... ¡Cristóbal!

Me saludó desde lejos y se pegó un pedazo de sprint increíble para alcanzarnos... épico.

Anduvimos unos minutos camino a la cumbre para que Cristóbal se recuperase del esfuerzo, esquivando a algunos ciclistas en la bajada, y animados por el público, que nos decía a cada giro que ya era el último giro, aunque seguíamos sin fiarnos...

Por mi GPS quedaban aún 4 kilómetros, aunque nos decían que quedaba ya solo 1 para meta... las 5:30 parecían factibles por momentos, pero habría que correr...

Tres arrancadas nos pegamos, cada una un poco más corta (500 metros - 300 y apenas 150), primero con Isra, después con otro corredor que venía con fuerza desde abajo, y por último, solos...

Cada vez había más público y parecía que todo se estaba acabando, pero el Veleta aun se veía lejos y la carretera continuaba ascendiendo...

De repente nos indicaron la meta, justo a la izquierda, y allá que fuimos, corriendo a toda la velocidad que podíamos, al ver 5:29 en el marcador...


¡Al fin se vislumbraba!

¡Y lo logramos!


Momento sublime...

Entramos juntos, como comienza a ser habitual, en 5:29:33, posición 21 en categoría senior y 74 absoluta.

¡Lo logramos!
En la cima conocí a "Conejo" Pies Negros, ganador en categoría minimalista, en la que, al llegar el tercer clasificado, del Bikila, supe que había ocupado la segunda plaza.

Rafael Conejo, 5:26... ¡Crack!
Estuvimos charlando y recuperando, saludando a todos y mandando mensajes a familia y amigos (había comentado la noche previa en el hostal que si rondaba 6 horas me podía dar por satisfecho, así que muchos se asombraron por mi celeridad).

Nos comunicaron que como primer año de la categoría minimalista se iba a tener un detalle con nosotros, así que, encantados, acudimos al cajón a hacernos la fotografía de rigor.

De izquierda a derecha un servidor, Rafael Conejo y Carlos Frías

Fotografía "oficial", con los organizadores

Nuestros pies tras 50 kilómetros, impecables

Agradecimos el detalle, y tras otro rato en la cima saludando a amigos y conocidos, decidimos volver.

Con una de las voluntarias del Ultra Sierra Nevada
Nos encontramos con Félix camino a la cima cuando bajábamos en el bus, y nada más salir me crucé cara a cara con Miriam Yélamos, con la que no coincidía desde la Vertic Night; hablamos poco, ya que aun le quedaba un buen trecho (¡espero que llegases bien!).

En el telesilla tuvimos un par de sustos con dos paradas bruscas, así como una en el telecabina, pero llegamos a salvo para el almuerzo en Pradollano, donde me encontré con Toni, del San Pedro (autor de Tonitom) y otros amigos.

No encontré a Rafael ni Carlos para hacernos la foto de rigor con el detalle de la organización, así que tras recoger mi "piedra" y comer, me la hice con las chicas que se encargaban del stand del aceite.

Bonito detalle de la organización
Con esto concluyó mi segunda carrera de 50 kilómetros del verano, aunque creo que aun me da tiempo a hacer una más, aunque sea sin pincharme dorsal... veremos a ver si hay algún hueco...

Como siempre me despido con algunas pinceladas que, desde mi punto de vista, podrían mejorar la prueba de cara a futuras ediciones.

Lo mejor

-La logística... el transporte de la Mini Subida, las mochilas, la vuelta a Borreguiles y Pradollano, el almuerzo, todos los avituallamientos... increíble.

-El trato cercano en todos los avituallamientos y el calor del público, que aunque no especialmente numeroso se hacía notar en los puntos donde se concentraban.

-La bolsa del corredor, completísima, así como el trofeo conmemorativo, una pasada.

A mejorar

-No pude retirar el dorsal el sábado, ya que salía tarde de trabajar, pero a mis compañeros les pusieron algunas pegas; por lo visto cuando fueron solo había una persona, la cola era inmensa y había habido alguna confusión, todo se solucionó, pero es algo que con uno o dos voluntarios más podría solventarse sin problema.

-El transporte de familiares, que no viví en primera persona, pero un chico de la Mini Subida estaba echando humo en la bajada porque a su novia no la habían dejado subir, y una vez subió ya no le dejaban bajar... también se solucionó, pero parece ser que hubo un malentendido con los tickets que, de ponerse en la bolsa del corredor, no tendría por qué suceder.

-Desconozco el coste de la prueba, que por tener una logística así ha de ser enorme, pero no estaría de más de cara a futuras ediciones ampliar los trofeos de categorías absolutas a subcategorías, o incluir modalidad de parejas; pienso que de todas formas se cubrirá el cupo de inscripciones, pero podría servir para incentivar más aun (si cabe) la participación en la prueba.

Y esto es todo por ahora, si descanso de nuevo el fin de semana de la prueba en agosto el año que viene repito sin falta.

¡Un abrazo!

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