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XXXI Media Maratón Ciudad de Málaga

Última parada antes del maratón de Valencia del próximo 4 de diciembre y qué mejor escenario que la Media Maratón de Málaga, en la que el año pasado paré el crono en 1:14:40, siendo durante varios meses mi mejor marca en la distancia.

La bajé a 1:13:26 el pasado mes de febrero en la media maratón internacional de Torremolinos y hasta 1:12:11 a finales de abril, en el campeonato de Andalucía de Media Maratón.

Hoy no tocaba asalto a esta marca, pero como entreno de calidad de cara a Valencia sería de gran ayuda, en un renovado circuito, también homologado, en el que esperaba bajar al menos un minuto al tiempo del año pasado.

El plan sería salir a 3:27-28 y aguantar ahí todo lo posible, apretando al final si llegase con algo en el tanque.

Llegamos Mayte y yo a la salida con cerca de hora y media de margen para el inicio de la prueba y tras aparcar buscamos algún sitio para desayunar mientras nos empezábamos a encontrar caras conocidas, como Rubén y Eva y Belén Infantes, entre otros.

Tras un rápido paso por el baño y en vista de que cerca cerca no habría nada, volvimos al coche, me tomé el preentreno (había desayunado mi clásico tazón de avena con agua sobre las 6, hacía más de dos horas ya) y a media hora de la salida un gel 100 de Maurten.

Volví a pasar por el baño en dos ocasiones, una para aguas mayores y otra para el último pis, el de los nervios, antes de comenzar a calentar.

Había quedado con Riccardo, al que había visto con su mujer hacía un buen rato, pero ahora con tanta gente por todos lados no lo vi, así que hice un trote de unos cuatro minutos cerca de la salida, en el que me crucé entre otros con Rachid, del Torremolinos, con quien compartí casi la mitad de la media de Fuengirola hace unas semanas.

Apenas troté cinco minutos, pero con tanta gente era complicado mantener un ritmo constante sin alejarme más de lo que quería, así que en vista de que ya había levantado pulsaciones, me dirigí al cajón de salida, que compartía en ese momento con un par de corredores europeos y el pleno de los africanos que venían dispuestos a batir las marcas de la prueba.

El nivel de los atletas locales tampoco se quedaba atrás, con Javi Arcas, Antonio Jesús, Juan Moreno, Juan Lara, Víctor Manuel Martín o Ignacio Morón, aunque este último tenía una lesión reciente y no iría a tope.

Poco antes de la salida, el alcalde de Málaga le entregó una placa a Manolo Sarría, alma máter de la prueba y por megafonía nos informaron de que quedaban menos de 5 minutos para la salida, así que nos fuimos apretando tras el arco de meta, listos para el pistoletazo.

Salí fuerte, con cuidado de no pisar a los corredore que llevaba por delante mientras recibía un par de codazos y un empujón leve, seguro que involuntario, ya que todos teníamos en mente que a pocos metros de la salida teníamos una curva cerrada hacia la izquierda, que queríamos dejar atrás cuando antes...

Miré el crono al llegar a la misma y el ritmo en ese momento era de 2:40 minutos el kilómetro, así que me abrí para dejar paso y al menos un par de docenas de corredores pasaron a toda velocidad hasta que estabilicé el ritmo al paso por el primer kilómetro, en 3:22, mucho más rápido de lo que quería.

Mientras regulaba un poco más me pasaron como balas Víctor, Juan Moreno, Rachid o Mario, atleta local con quien compartí varios kilómetros en la edición del año anterior.

Yo seguía empecinado en mantener un ritmo más constante, ya que aunque en teoría a la vuelta tendríamos el viento a favor, podía cambiar y soplar de cara, como lo hacía ahora, por lo que un desgaste prematuro era una muerte segura.

Pese a rodar ahora a 3:25 empezaba a adelantar a algunos corredores, pero me iba quedando descolgado y decidí colocarme a la cola del tren formado por los neerlandeses Luc Essink y Morris Van Der Minnen, a la espalda del que me coloqué.

Iban en perfecta sincronía, corriendo uno pegado a la espalda del otro, con zancadas y brazadas casi simétricas.

Completamos juntos el segundo kilómetro en 3:25 antes de darme cuenta y decidí dejar de mirar el crono y mantenerme tras ellos.

La distancia con Juan Moreno y Rachid se había estabilizado ya y poco a poco íbamos recortando metros a los grupos que nos precedían, mientras aprovechaba la altura de mis imprevistas liebres para resguardarme del levante.

Sin darme apenas cuenta, ya que solo miraba el GPS cuando marcaba el paso por un kilómetro, para asegurarme que no apretábamos más de lo debido (en ese caso los dejaría marchar) llegamos al kilómetro 5, en 17:02 y a 174 pulsaciones.

Eso era una media de 3:24 a un pulso menor al que llevaba en Fuengirola a 3:30 hacía un par de semanas y de momento me encontraba fresco y cómodo, así que salvo que aumentasen el ritmo o pinchasen, me mantendría en el vagón de cola.

Pasado el sexto kilómetro me percaté de que Rachid empezaba a ceder terreno y lo alcancé en el Paseo de los Curas, animándole a pegarse al trenecito en la recta previa a La Farola.

Me dijo que iba cargado y no sabía si podría, pero por momentos escuchaba sus pasos tras de mí.

Empecé a preparar el gel CAF 100 mientras nos cruzábamos con la cabeza de carrera por el otro lado y los holandeses animaban a su compatriota Luc Velzeboer, que le pisaba los talones a las primeras africanas.

Terminé el gel entrando en la rotonda del paseo de levante, me lo metí en el bolsillo delantero de la malla y tuve que apretar un pelín el paso, porque aquí el viento se notaba más y me había distanciado un poco de Morris.

Los alcancé de vuelta en La Farola, en el desvío para entrar en el Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso, donde me extrañó ver a Mario a un ritmo bastante bajo para la altura de carrera que llevábamos, junto a una de las corredoras africanas y les animé a seguirnos, pero hizo caso omiso.

Juan Moreno parecía estar ahora cediendo terreno también, pero no había prisa, entre medias había varios corredores sueltos a los que el trenecito iba alcanzando, mientras la alfombra del cronometraje nos indicaba, poco antes de que lo hiciese el reloj, el paso por el kilómetro 10.

La dejamos atrás en 34:13, a 3:25 minutos el kilómetro de media, aún más rápido de lo planeado pero encontrándome fuerte y ahora que el botellín del avituallamiento me había ayudado a terminar de bajar el gel, cómodo.

Nos volvimos a cruzar con la cabeza de carrera, de entre los que vi, además de a los africanos, a Luc belzevoer, Javi Arcas y Antonio Jesús en un pañuelo, entremezclados con las corredoras africanas.

El decimosegundo fue el primer kilómetro que pasamos por encima de 3:26, a 3:28, así que decidí mantenerme tras Morris hasta el giro y, si seguían bajando el ritmo, colocarme yo a 3:27 siguiendo la estela de Juan, que parecía estar ya a un sprint de distancia.

Giramos a la altura del Morlaco, fui pendiente al ritmo y rodamos a 3:27, así que me quedé un kilómetro más de vagón de cola, hasta ver que completábamos el kilómetro 14 en 3:30, por lo que decidí apretar.

Morris fue quedándose atrás y aunque inicialmente Luc Essink se colocó a mi par e hicimos juntos casi un kilómetro, acabó cediendo también.

Aproveché la bajada al Paseo de los Curas para colocarme a la espalda de Juan Moreno, que parecía que estaba cerca pero no terminaba nunca de alcanzar y en la subidita posterior, tras pasar la alfombrilla del km 15, vi que había pasado el kilómetro en 3:23.

Llevaba 51:32 de carrera, el promedio ya era de 3:26 y si podía ahí quería quedarme, así que tras un esfuerzo realmente innecesario al estar aun a seis kilómetros de meta, alcancé finalmente a Juan.

Él empezó a tomarse un gel y aunque yo debería de hacer lo mismo ya a esa altura, me había costado bajar el de cafeína y me encontraba bien, no creía que fuese a hacerme falta, así que bebí algo más de lo habitual en el avituallamiento, me remojé bien ye en vista de que pasé el kilómetro en 3:30, apreté un poco.

Sabía que Juan venía justo detrás porque escuchaba el sonido de sus zapatillas, creo que unas Asics Metaspeed Sky+ por el sonido (las probé hace poco en el evento de Asics de El Corte Inglés de Málaga y es muy característico), pero por ahora iba tirando yo.

Apenas un kilómetro duré en cabeza, hicimos cerca de medio prácticamente a la par y le dejé que empezase a tirar él.

Yo había metido la última marcha para alcanzarle, aprovechando que él bajaba el ritmo para tomarse el gel, pero es que a él le quedaba otra aún.

Empezaba a notar que ya no iba tan fresco y el ritmo empezaba a ser demasiado alto para mí... por un momento pensé en tomarme el gel, pero llevaba la boca seca y pastosa y creía que me podía hacer más mal que bien.

Íbamos adelantando corredores con una facilidad inusitada, pero yo no podía más y le dejé ir; al completar ese kilómetro, el 19, el ritmo había sido de 3:22 minutos el kilómetro.

Pero ya iba casi sin piernas, los kilómetros habían ido cayendo uno tras otro sin apenas esfuezo y sabía que estaba al lado de la meta, pero tocaba sufrir y pagar los excesos.

Me concentré en la camiseta del corredor que llevaba delante, de rojo, forcé la vista y vi que era del Clínicas Rincón de Vélez y recordé que Agustín Molina me dijo que un amigo suyo quería rondar 1:12 en la media; tenía que ser él.

No me había planteado que tiempo estaba proyectando y desde luego no iba a hacerlo en el kilómetro 20, que completé a 3:30 minutos el kilómetro y ya sufriendo, pero si podía, debía recortarle todo lo posible al muchacho del Vélez.

Corría ya por inercia, concentrado en la respiración y la zancada, veía al público y lo escuchaba aplaudir y animar, pero realmenteno lo oía, solo importaba esa camiseta roja que poco a poco iba quedando al alcance de las piernas.

El GPS pitó el paso por el kilómetro 21, en 3:31, el kilómetro más lento de toda la media, pero ya solo quedaba el último giro y el sprint a meta.

Cogí torpemente la curva, cansado, y me pegué más de lo debido a las vallas, el corredor de rojo se me escapaba, pero aun así tenía que apretar, solo quedaba el último esfuerzo...


Entré por meta y paré el crono, no sabía aun qué marca había hecho y mientras recuperaba el aliento camino de los voluntarios que nos colgarían la medalla finisher lo vi, 1:12:39.

Dos minutos y un segundo más rápido que el año pasado, segunda mejor marca personal en media maratón y segunda vez que bajaba de 1:13, las dos este año, en febrero, tras la maratón de Sevilla y ahora, a tres semanas del maratón de Valencia.

Estaba encantado, ya que si bien es cierto que los dos últimos kilómetros se me hicieron muy largos y estaba cansado, muscularmente me encontraba fenomenal, había corrido mejor de lo esperado y la práctica totalidad de la media había pasado casi sin darme cuenta.

Quedan tres semanas para la cita del año, creo que llego en un muy buen estado de forma y puedo hacer una gran maratón, pero con disfrutar como lo he hecho en esta media, salga la marca o no, me puedo dar por satisfecho ;)

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