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I Media Maratón Senda Litoral Estepona


A falta de media hora para la salida ya había pasado por el control del chip y me había colocado en la parte derecha, junto al arco.

Ya me había tomado el pre-entreno, había ido dos veces al baño y lo tenía todo listo, así que tampoco había mucho más que hacer.
Se notaba que había un gran nivel, y es que, pese a bajas de última hora, nombres como los de Pablo Salcedo, Cristóbal Ortigosa, Zouhair el Janati o Dani García destacaban del listado de inscritos, por ser habituales en la primera plaza de podios de pruebas de todo tipo, dentro y fuera de la provincia.

Luego estábamos los populares, que con nuestro esfuerzo e ilusión buscaríamos hacer una marca lo mejor posible, ya que estaba claro que con ese plantel, los jugosos premios económicos estaban bien lejos de nuestro alcance.

De mi propio club seríamos José Manuel, José Luis, Manuel Hurtado y Francisco Sebastián, por la baja por lesión de Silvia, que espero que se recupere pronto.

Y del plantel de corredores del resto de clubes estaban, entre otros Óscar, de los Bichos Runners, Claudio, del Todos a Correr, Sergy Esquivel, del Marbella, Bernardo, del San Pedro, Luis, del Estepona... incluso Juan Javier, del Califas, aunque hoy vendría a hacer un rodaje de 10 kilómetros.

A falta de pocos minutos para dar la salida, alguno de los atletas que había apurado el calentamiento hasta el final se fue a colocar, como es habitual, en primera línea de salida y a más de uno le cambió la cara cuando le dijeron que había que validar el chip, en la alfombrilla de inicio de acceso al cajón.

Entiendo que un corredor que no va a terminar la prueba, sino a ganarla, tenga derecho a salir primero, pero las normas son iguales para todos y no cuesta nada pasar primero por el control del chip y ya luego calentar hasta última hora si uno quiere, en este aspecto, chapó por la organización.


Ya con todos los atletas con su chip activado y tras una cuenta atrás, se dio la salida con un toque de silbato y salimos a todo correr ayudados por la pendiente, que no tardó en tornarse en contra.

La salida fue frenética y reconozco que apreté más de la cuenta para no descolgarme en exceso del grupo de cabeza, pasando el primer kilómetro en 3:10, pero en cuanto llegó la primera cuesta, reduje bastante hasta encontrar mi ritmo y dejé que se fuesen los galgos.

Me sorprendió que hasta ese momento no me adelantó Cristóbal Ortigosa, quien me sacó 4 minutos en el campeonato de Andalucía de media maratón hacía algo más de un mes.

Por delante llevaba la referencia de Luis y Juan Javier, que se me escapaban por momentos, pero no me preocupaba, ya que la carrera no había hecho más que empezar y sabía que en el tramo final, el ascenso al estadio sería un punto clave.

Si llegas con fuerzas a ese tramo y tienes a algún corredor a tiro por delante, es la oportunidad de apretar para coger la posición, pero si llegas desfondado, perderás no una, sino varias posiciones.

Pese a rebajar bastante el ritmo, recuperé varias posiciones y salvo Ortigosa, desde el inicio del segundo kilómetro no me había adelantado nadie.

Iba repasando mentalmente el recorrido final de los 10 kilómetros de Estepona mientras bajaba a gran velocidad y tras un kilómetro a 3:39 y otro a 3:30, el cuarto, ayudado por el desnivel, lo bajaba hasta 3:16.

Crucé bajo el puente de la autovía con cuidado de no pisar las zonas encharcadas y al levantar la vista vi que Luis seguía de frente mientras que el resto de corredores giraba a la izquierda.

Luis se dio cuenta del error y volvió al trazado rápidamente, por un momento pensaba que me habría visto e igual me esperaba para tirar un kilómetro cada uno por la senda litoral.

Se esperaba brisa y lo habíamos comentado antes de la salida, pero o no me vio o iba cómodo, ya que pese a que apreté un poco para cogerlo, en seguida se unió al grupo de Juan Javier.

Me alegró ver a Toni, del San Pedro, en el primer avituallamiento, de manos de quien cogí un botellín de agua para dar dos buenos tragos y echarme el resto por encima, ya que hacía mucho calor y me venía genial refrescarme.

Entramos en la Senda Litoral y como esperaba, la brisa soplaba en contra, aunque era suave y refrescaba.

La senda estaba abierta al público, pero por todos lados había voluntarios indicando que estábamos participando en una carrera, así como carteles indicativos.

Tras cruzar el primer puente de madera me di cuenta de que comenzaba a recortarle distancia a Luis y Juan.

Yo rodaba a 3:26 y aun así tardé tres kilómetros en alcanzarlos, pensaba que se pegarían a mi, pero tras unos metros rodando juntos, los pasos tras de mí comenzaban a sonar más distantes.

Por delante llevaba a José Manuel, del CAMAG, que había estado corriendo junto a Luis y Juan pero se había ido destacando y por el momento, aunque al alcance de la vista, estaba fuera del alcance de las piernas.

Intenté no pensar si quiera en adelantarlo por el momento y me concentré en los paisajes por los que íbamos corriendo.

El firme iba variando de tierra a madera por este tramo principalmente y aunque no son tan rápidos como el asfalto o las losetas, al ser el recorrido una gran recta, permitían llevar un buen ritmo.

Me sorprendió mucho ver a Ángel, primer malagueño en completar el Spartathlon, a pie de circuito, animando y me dio fuerzas para apretar un poco.

Más adelante estaba Jesús con su cámara y el segundo avituallamiento, donde, de nuevo, un tercio del bidón bajó por la garganta y los otros dos tercios me los eché por encima.

Las piernas comenzaban a estar cansadas de las ondulaciones del terreno, el propio firme y por que no decirlo, los 10 kilómetros que llevaba ya encima, pero como José Manuel seguía estando fuera del alcance y no escuchaba pasos por detrás, me permití bajar levemente el ritmo un kilómetro y disfrutar de las vistas.

Discurríamos por una calita rocosa, por un paseo idílico donde multitud de turistas, la mayoría extranjeros, paseaban, ajenos en parte a nuestra prueba.

Por suerte, excepto un par de excepciones por mi parte (una señora mayor que avanzaba por mitad del camino en un tramo estrecho y otra con un perro que llevaba a metro y medio con una correa extensible), todos se hacían a un lado para permitir nuestro paso y la gran mayoría incluso nos animaban y aplaudían.

Completé el kilómetro en 3:36 y se acabó el relax, aunque me sorprendía que José Manuel no había ampliado mucho su ventaja y, de hecho, se giraba de tanto en cuanto para comprobarla.

Tras un par de kilómetros noté un bajoncillo de fuerzas, así que saqué un gel del bolsillo lateral del pantalón, le di dos sorbos y lo eché a una papelera.

En un kilómetro tendría el tercer avituallamiento para ayudarlo a bajar (aunque es un gel con agua a veces se atascan un poco) y volver a refrescarme.

Hacía ya mucho calor y notaba que las fuerzas iban menguando, pero la llegada al Paseo Marítimo fue todo un revulsivo.

Por un lado, el firme ayudaba por fin a correr, el público, animaba con ganas y además, comencé a escuchar pasos cercanos.

No se si serían de un corredor de la carrera o de alguien entrenando al solecito por el paseo como cada mañana, pero no me planteaba girarme para descubrirlo.

Con Jose ya fuera del alcance de la vista, avanzaba en solitario y no estaba dispuesto a ceder la posición que llevaba 15 kilómetros luchando por conseguir.

Dimos la vuelta al final del paseo marítimo y volvimos al mismo recorrido, esta vez por el lado izquierdo, hasta que nos desviaron a la izquierda por la carretera y entramos en el callejeo urbano.

Ahí estaba Ángel de nuevo animando, así como los transeúntes, que la verdad es que ayudaban mucho con sus gritos de ánimo y sus palmas.

Además, me ayudaban a situar aproximadamente a mis perseguidores, ya que calculando los segundos que tardaban en reavivarse los vítores me hacía una idea de cuanta ventaja tenía.

Tras dar la vuelta en la Plazoleta Ortiz (no recordaba que el giro fuese tan cerrado) y ver el cartel del kilómetro 18 me sabía ya en meta, aunque con tanto giro estaba un poco desubicado.

De nuevo vi a Ángel, que irradiaba energía con sus ánimos y al reconocer la Avenida Juan Carlos I en la distancia, apreté el paso.

Miré el GPS al marcar el paso por el kilómetro 19 y lo había completado en 3:28, pero lo más duro, con permiso de los primeros kilómetros y sus imponentes pendientes, estaba por llegar.

No pensaba beber en el último avituallamiento, pero un muchacho me acercó una botella y la verdad es que tenía la garganta y los labios secos, así que me enjuagué la boca, aunque bebí poco, y me eché el resto de agua por encima.

Las glorietas se iban sucediendo, pero hasta que no viese la del Aldi, donde aparqué cuando corrí los 10 kilómetros, sabía que no llegaría al último tramo.

Finalmente la divisé en la distancia y, al no ver a nadie por delante, pedí indicaciones al público de por donde seguir.

Me indicaron el camino y entré en el tramo final de acceso al estadio de los 10 kilómetros.

Pensaba que la entrada al estadio sería por el mismo sitio, pero unos policías me indicaron que debería continuar hasta el final del todo y rodear el parque del recinto ferial.

Tenía el estadio al alcance de la vista, pero esos metros hasta ver al fin el tartán de la pista se me hicieron eternos, sobre todo porque escuchaba pasos y no sabía si era el propio eco de los míos o de algún corredor que llegaba desde detrás como un tren de mercancías.

Me extrañaba porque yo no había aflojado el ritmo precisamente pese a la pendiente, pero no sería la primera vez que me pasa, así que yo mismo apreté con todo lo que tenía nada más poner el primer pie en la pista de atletismo y entré con todo a meta.

Paré el crono en 1h14 justa, pero me sorprendió ver que el crono de la organización marcaba varios segundos de menos, no sé si porque tardé en activarlo en la salida o tardé en pararlo en meta.


En cualquier caso estaba enormemente contento con la marca, conseguida en un circuito en el que, pese a tener tramos rápidos, es bastante duro.

Además, pese al gran nivel de la prueba, había llegado a meta en décima posición, tan solo uno más del que conseguí en el campeonato andaluz de media maratón.

Mi enhorabuena a la organización por crear una prueba con tanto cariño y esmero, según hablé con José Juárez, el trazado cambiará en futuras ediciones al estar varias zonas del casco urbano en obras y será más rápido, pero aun así el que haya querido correr ha tenido buenos kilómetros para hacerlo.

¡Espero veros en la siguiente edición!

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