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V Maratón Cabberty Ciudad de Málaga - Katarsis


Leer V Maratón Cabberty Ciudad de Málaga 2014, Domingo 7 de Diciembre - Como en los viejos tiempos.

Tras un pasar poco más de un minuto en el urinario portátil volví "al ruedo", eché la vista hacia atrás, por si veía a Rocío (como no la vi, supuse que me habría adelantado), me acerqué trotando hasta el avituallamiento, paré a beber y recuperé el ritmo.


No hubo forma de evitar el gran charco del avituallamiento, y las Fivefingers se me calaron por completo, provocando que el pie izquierdo especialmente se deslizase en el interior de la misma al correr.

Pese a ello, inicialmente no me costó recuperar la "velocidad de crucero", contando con la parada en el baño completé el kilómetro 25 en 5:03 min/km, aunque ya en el kilómetro 26 mi ritmo cayó hasta 5:23 min/km, y continuó disminuyendo.


Ya en la Avenida de Europa volví a encontrarme con Leo, que me preguntó como iba y me ofreció agua, geles, fruta o lo que necesitase, pero le dije que iba bien y le pregunté por mis compañeros.


José Antonio y Cuesta iban poco más adelante, a buen ritmo, y por lo visto Rocío venía por detrás, a menos de 3 minutos de distancia (lo cual me sorprendió, ya que la esperaba por delante).


Por primera vez desde el inicio de la prueba comenzaba a ser adelantado en lugar de adelantar, lo que psicológicamente siempre es duro, pero entre que cambié mi mantra interior ("lo único importante es acabar... vas a tu ritmo, excelente, lo estás haciendo genial... estás un paso más cerca de tu objetivo...") y los ánimos de todos los amigos y conocidos que me iban pasando, mantuve el ánimo bien alto.


Me adelantaron mis amigos de Marbella, varios Primeguis y algún que otro conocido, siempre animándome, aunque poco a poco se iban perdiendo en la distancia pese a no cambiar de ritmo...


En la Calle Curtidores, si mal no recuerdo, me encontré con Desi, pareja de Cuesta y compañera atleta, que me comunicó que iba cerca de él y José Antonio, lo que me animó bastante.


Roció me alcanzó un kilómetro más tarde, acompañada por su jefe, mientras comenzaba a a venirme abajo físicamente ya del todo.


No era ningún dolor provocado por ninguna lesión, ni nada nuevo a lo que no me hubiese enfrentado antes, pero es difícil de explicar el agónico dolor que se sufre al cruzar el "Muro" del maratón a quien no lo ha experimentado antes, y comenzaba a hacer mella tanto en mi estado físico como en el mental.


Llegué a subir a 170 pulsaciones por minuto, y al marcar el kilómetro 30 por mi GPS, por primera vez en toda la prueba, y reviviendo las sensaciones del año anterior, me puse a andar.


No obstante, me debatí en una intensa lucha interna, y decidí que pese a que me encontraba exhausto, no era una situación que no hubiese afrontado y superado antes, por lo que, cuanto antes comenzase, mejor.


Si no que se lo digan a mi yo del pasado a menos 10 kilómetros para finalizar los 101 kilómetros de Ronda el año pasado...


Al llegar a la marca del kilómetro 30, según la organización, comencé a trotar de nuevo, con las pulsaciones ya cercanas a 150 y a un ritmo cercano a 6 minutos por kilómetro, que comenzaba a costarme mantener, aunque no cedía en mi empeño de continuar corriendo.


Por suerte, en la zona cercana al río Guadalmedina el apoyo del público fue ferviente, y me vino fenomenal para ayudarme a subir el ánimo y no mantener el ritmo, mientas me concentraba más en chocar manitas que en la fatiga que me oprimía.











Este impulso anímico me ayudó a mantener el ritmo, pero al llegar al kilómetro 33, con "tan solo" 9 kilómetros por delante y ya a un ritmo de 7 min/km, volví a caminar de nuevo; a cada paso que daba la fatiga se hacía más y más potente, hasta el punto de nublarme la mente y dificultar mi mantra, cada vez más débil y distante.

Trataba de concentrarme más y más, mantener el ritmo, cambiar los pasos por trote... pero entre el roce en el interior de las zapatillas, que se iba haciendo cada vez más incómodo por momentos, y la fatiga propia de afrontar un maratón (especialmente uno para el que no se está entrenado), me costaba coordinar los pasos para avanzar.


Levanté la vista, respiré hondo y, mientras contemplaba a lo lejos la Rosaleda, me acordé de la salida de la prueba de 4K de la Carrera Urbana Solidaria de El Corte Inglés, cerré los ojos y me imaginé que iba corriendo con Mayte a mi lado, lo que me dio alas para seguir avanzando.


Al abrir los ojos de nuevo, además, tuve un encuentro que me animó más todavía a seguir adelante, me crucé con un muchacho con la camiseta del Cuevas de Nerja-UMA que corría descalzo, con el que compartí experiencias y ritmo durante casi un kilómetro,mientras entrábamos en la zona que más larga se me hizo de toda la prueba, la tenue pero constante subida de la Avenida Santiago Ramón y Cajal, en la que salvo la parada en "boxes" en el avituallamiento y el cruzarme con conocidos al otro lado de la calzada, tuvo poco que contar.


No fue el primero de los corredores descalcistas con los que me crucé, previamente un hombre con barba y camiseta (verde si mal no recuerdo) me había adelantado, y al girar al final de la eterna avenida, llegando ya a Ciudad Jardín, me adelantó otro corredor descalcista, que llevaba una camelbak a la espalda.


Pero volvamos al cruce de Ciudad Jardín, que nos ponía ahora la pendiente a favor, donde pude ver a Emilio, muy animado y ganando terreno, y también me encontré con Sevi Fernández, autor de Soy Runnático, que me animaron sobremanera.


Igualmente vi, primero al otro lado de la calzada y después en el mío, ya que me fueron adelantando, a varios compañeros del Club Atletismo Fuengirola, como Raúl, Fernando, Julio, Isidro o Pepe, entre otros.


Mi ritmo fue fluctuando, pero al dejar atrás el kilómetro 36 y la avenida fui capaz de subirlo fugazmente, adelantando en el cruce del puente de la Avenida Valle Inclán al corredor descalcista de la camelbak, así como a otros que se paraban a descansar, estirar o avanzaban andando.


Paré un momento a beber agua en el avituallamiento de la Rosaleda, empapando nuevamente mis Fivefingers, y tardé casi una decena de metros en echar a andar de nuevo, ya que las piernas no me respondían.


En esa zona varios atletas me reconocieron, muchos extrañados de verme en esa "zona" de la prueba (posición con respecto al pelotón), pero no tuve problema en explicar mi situación a quien me preguntaba, ya que iba tranquilo de pulsaciones (en torno a 160) y el ritmo no era en absoluto fuerte, pero era incapaz de aumentarlo.


Pasamos por delante de la misma salida de la carrera de 4K de El Corte Inglés, ya mencionada, y me acordé de otra prueba en la que la compañía de otra mujer, en este caso, mi hermana, me ayudó a seguir adelante, la II Vertic Night.


Recree la imagen mental de Marina, mi hermana, y la añadí a la de Mayte, imaginándome que ambas corrían a mi lado.


Mi GPS marcó el kilómetro 38 al final del Paseo de Martiricos, finalizándolo a un ritmo de 6:39 min/km, el más "rápido" desde el kilómetro 32; ya había dejado atrás el "Muro".


El verdadero kilómetro 38 se encontraba unos 500 metros más adelante, en la Avenida de la Aurora, y poco más lejos de él, un grupo de voluntarios sobre "algo" de lo que solo se veía un pie.


Un corredor se habría colapsado, probablemente, y estaban animándolo, llevándole agua y colocándolo lo más cómodamente posible sobre la acera.


Miré al otro lado del Guadalmedina y una hilera bastante nutrida de corredores seguía avanzando, por su caso, hacia el kilómetro 32... parecía que hacía un mundo que yo me encontraba en su lugar.


Bueno, yo ahora tenía 4 por delante, una pequeña pendiente y el túnel donde el año pasado me comencé a descolgar del grupo sub 3:00:00, aunque justo al llegar a la entrada al mismo mi GPS marcó el paso por el kilómetro 39, a un ritmo aun mejor que en el kilómetro anterior, 6:28 min/km.


Con la incertidumbre de saber si estaría el circuito "bien" medido o no (para homologarlo suele ir una bicicleta por el centro del recorrido, por lo que, ya yendo por un lateral de la calle al distancia puede variar, o según la forma de tomar las curvas), entré al túnel, repitiéndome mi mantra con fuerza.












Se me hizo largo el túnel, notaba frío en su interior, y para salir de él tuve que andar en la tendida cuesta que daba salida al mismo.

Al girar en el puente, kilómetro 39, volví a trotar, y en la nueva cuesta descendente tuve que andar un poco de nuevo, por el dolor que sentía en ambos pies, como de haberse secado la zapatilla con mi piel tan pegada que se hubiesen fundido, de forma que al correr me pegaba tirones en la piel.


Ahí me adelantó Laura, nueva compañera del club que ya ha cosechado numerosos éxitos y podios, y nos deseamos suerte mientras afrontábamos una nueva subida, ella a mayor ritmo, por lo que acabó por salirse de mi campo de visión en el cambio de rasante.


Iba totalmente "vacío" ya, no tenía fuerzas para hacer nada que no fuese correr, así que olvidándome ya de la psicología y de todo, intenté andar lo más rápidamente posible durante el menor periodo de tiempo posible y trotar lo máximo posible, independientemente del ritmo que llevase.


Me iba controlando por el GPS y las pulsaciones casi no variaban independientemente de la forma de locomoción, pero el ritmo si que lo hacía significativamente.


Estaba en medio de mi particular katarsis cuando vi a Mayte entre el público, saqué fuerzas de donde no había para apretar un poco el ritmo y se me pusieron los pelos de punta; una vez más, allí estaba ella, y ya cerca, aunque no lograba visualizarla aún, la meta.


En la bocacalle del Museo Thyssen mi GPS marcó el kilómetro 40, a 6:55 min/km, y un poco más adelante, en la Calle Carreterías, estaba el "oficial"


Ya prácticamente hasta los corredores que avanzaban andando me adelantaban, y algunos gritos de "ánimo" casi que me desanimaban más (dos mujeres de mediana edad en la Plaza de la Merced, tras animarme para que corriera andando rápido a mi altura y ver que no surtía efecto, gritaron "pero vamos a ver, co*ones, no te pares ahora que si no todo lo que has hecho no vale de "ná"" y la otra "déjalo, ¿no ves que no puede más? este a meta no llega..."


Pese a lo poco positivo de esos intentos de animarme, no dejé que me afectasen, traté de levantar la cabeza y dar pasos más y más largos, hasta que, una vez dejé de escucharlas, volví a trotar de nuevo.


En ese punto mi GPS marcó el kilómetro 41, el más lento de toda la maratón, a un ritmo de 8:13 min/km, aunque con las pulsaciones más tranquilas que en el último par de kilómetros, quizás por alternar andar y correr.


Me acordé de las 24 Horas de La Breña Xtreme, y me dije a mí mismo que aunque quedasen 5 kilómetros en lugar de dos (aun no había visto la marca "oficial" del inicio del penúltimo kilómetro), llegaría, que el tiempo no importaba, aunque una parte de mi subconsciente se puso rápidamente a hacer cálculos y tenía la impresión de que llegaría en sub 4 horas.


Nada menos que una hora más tarde que mi objetivo en la pasada edición, peor no importaba; hacía 10 días no podía acabar 2 kilómetros seguidos sin dolor, y estaba a punto de completar una maratón, ese era el mayor triunfo al que podía aspirar.


Pasé por la Calle Alcazabilla, punto que el año pasado fue el kilómetro 17, y hasta recuerdo lo que decía el cartel de ese kilómetro... "seguir cuando cres que no puedes más... es lo que te hace diferente".


Lo recordaba tan nítidamente porque fue ahí donde Gonzalo y Marina me esperaron para darme un gel energético, y me levantaron muchísimo la moral cuando comenzaba con molestias en el gemelo izquierdo.


Este año, molestias ninguna, al igual que geles, pero la pirámide de cristal estaba muy solitaria sin ellos...


Me di cuenta de que este año apenas había visto los puntos kilométricos, al principio por ir concentrado en el ritmo con José Antonio y Cuesta, y después porque cuando realmente me fijé en algunos, o estaban caídos o estaba más concentrado en mi mantra interior que en leer los mensajes.


Por detrás de la Catedral encontré el punto del kilómetro 41, y la emoción comenzó a recorrer mi cuerpo... ya casi podía "sentir" la meta...


Alterné pasos rápidos con trote lento, concentrado en la respiración y el ritmo, mientras muchas voces, algunas conocidas, me animaban entre la multitud, pero no tenía fuerzas ya para levantar la cabeza y sonreír a los propietarios de dichas voces (aprovecho la ocasión para hacerlo ahora, ¡gracias!).


En la archifamosa Calle Marqués de Larios marcó mi GPS el kilómetro 4, pero no alcanzaba a ver la meta, y sabía que sería el mismo punto que el de salida, en el Paseo del Parque, por lo que ignoré el reloj y continué trotando.






















Sentía que podía parar, no debía parar, pero aun así, eché a andar un par de veces hasta estar a medio camino de la recta de meta, erigiéndose en la distancia, lejana.









Escuchaba gritos de ánimo por todos lados, tanto para mi como para los compañeros maratonianos que avanzaban, a mejor ritmo, por esa eterna recta de meta.



Miré el reloj flotante de meta, 3:58:00; mi subconsciente no se equivocaba, el sub 4:00:00 estaba en mi mano, y estaba a punto de lograrlo...

Sería mi peor marca en maratón, con diferencia, pero no importaba, nada importaba, salvo volver a correr sin molestias y disfrutar de nuevo siendo corredor.


No recuerdo haber dado los últimos pasos, ni trotando ni andando, recuerdo ver el reloj llegar a 3:59:00, dejar de mirarlo y levantar los brazos; ya el siguiente recuerdo que tengo es el de una voluntaria colocándome la medalla de finisher y otra un chubasquero, y buscar con la mirada y angustia al toro para comprobar si Mayte estaba cerca.






Tardé en identificarla, la vi y la llamé a viva voz, pero solo me salía un hilillo ronco, así que me esperé hasta que estuve en la cola de recogida del isotónico post-carrera, momento en el que me vio y se acercó.





Le dije que se acercase más, y cuando solo nos separaba la valla la abracé con fuerza y le susurré al oído "no puedo creer que lo haya conseguido", mientras rompía a llorar. 



Comentarios

  1. GRACIAS POR COMPARTIRLO AMIGO, EMOCIONANTE DIA Y CRONICA.

    RECIBE UN SALUDO DE ROBTHECROSS #REDRUNNERS

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  2. Querido Juan:
    Me encantó ponerte cara por fin, aunque de forma muy fugaz, eres exactamente como te esperaba, espero que volvamos a coincidir con algo más de tiempo para charlar.
    Muy bien luchado este maratón, llevabas la fuerza de ser maratoniano dentro y no te dejaste vencer en ningún momento.
    Un abrazo enorme,
    María

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    1. ¡Muchas gracias María! Me hubiese encantado conocerte a mayor profundidad, a ver si en una futura feria del corredor o en algún viaje a la capital.

      Gracias por el comentario, me ha hecho mucha ilusión, y... ¡espero tu crónica!

      ¡Un abrazo!

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  3. Hola Juan Andrés,

    ENHORABUENA (con mayúsculas). Lo importante no es solo correr cuando el viento sopla a favor, lo realmente importante es conseguir llegar a meta cuando todo se pone en tu contra y tu en esta prueba lo has conseguido.

    Este tipo de carreras, ponen a prueba nuestro espíritu competitivo y se acaban con el corazón (y la cabeza), al final son las carreras de las que más se aprende y que más te refuerzan de cara a futuros retos.

    Un fuerte abrazo y mucha suerte en la temporada que esta a punto de comenzar.

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    1. ¡Muchas gracias Rubén!

      Ahora toca un merecido descanso, ¡y a comenzar 2015 con energía!

      Está difícil por la distancia, pero espero que coincidamos alguna vez en un trail, si es en alta montaña, mejor, que aquí no tenemos de eso.

      ¡Un saludo!

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  4. Grande Juan; GRANDE!!! 👏👏👏👏👏👏.

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  5. fantástico...en el km 42 te vi pasar y te anime, además te grite que leería tu blog y le verdad es que se me ponen los pelos de punta, espero verte en la media maratón de Málaga.
    Gente como tu hace que gente como yo corramos a pesar de los dolores, eso si, mi único objetivo es "solo" llegar a meta.
    Un abrazo

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    1. ¡Muchísimas gracias! sinceramente al inicio de la prueba no sabía con seguridad si la acabaría, pero me guié por sensaciones y por el pulso, supe sufrir y me supo a gloria colgarme la medalla de finisher, aunque fuese por cerca de media hora mi peor marca en maratón =)

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