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I Media Maratón de Cártama


Casi 5 meses hacía ya que no participaba en mi distancia favorita, la media maratón; concretamente, desde la muy pasada por agua Meia Maratona Concelho Castro Marim, el pasado 20 de abril.

Por comentarios sobre el perfil, todo hacía indicar que la dureza sería similar a la experimentada en la, también primera edición, de la media de Alhaurín, y, deseoso de saber como me encontraba de forma comparado con el inicio de año, tomé la decisión de usar el mismo calzado, dejando por una vez de lado mis Fivefingers y repitiendo con las tan olvidadas Reebook.

Inicialmente pensaba ir acompañado de Mayte, mi pareja, y mis compañeros del Club Atletismo Fuengirola, pero durante el fin de semana me dieron la buena (o mala, según como se mire) noticia de que el domingo me necesitaban en el parque acuático.

La media comenzaba a las 9:30, en Cártaba; a las 14:00 debía estar en Carvajal, en el parque... iba a tener que correr...

Con semejante presión encima tras la carrera, en la que además iba a competir como Junior/Promesa (posiblemente por última vez), lo que hacía que tuviese posibilidades de hacer podio, comuniqué a mis compañeros que no podría acudir al punto de encuentro para recoger corredores, ya que a la vuelta, presumiblemente, no iba a poder parar por casa.

No obstante, quedé con Sergio, compañero del club que vive en Torremolinos, para recogerlo camino a Cártama.

Tras despertarme en una noche que pasé prácticamente en vela, asolado por un repentino dolor de espalda que me tuvo dando tumbos toda la noche, desayuné, me preparé y me dispuse a salir de casa, justo cuando me llamó Rocío, compañera del club.

No había coches suficientes, así que, con el tiempo justito, salí para Mercacentro, punto de encuentro, pero cuando llegué ya se habían organizado para marchar por su cuenta.

Cambiamos el rumbo y recogimos a Sergio en Torremolinos, apurando el límite de velocidad en la autovía por temor a llegar tarde (siempre me gusta ir, al menos, 10 km/h por debajo del mismo), aunque al final llegamos bien de tiempo.

Nada más llegar nos encontramos con Álvaro, compañero del Club Atletismo Torremolinos, con el que había coincidido el pasado viernes en la Cronoescalada de Bajondillo, pero charlamos brevemente ya que él ya había recogido chip y dorsal con anterioridad, pero quedamos en vernos en el interior del polideportivo.

Dentro el ambiente ya era genial, y ofrecían desayuno a los corredores, algo que no recuerdo de ninguna otra prueba, sea media o no, todo un detallazo, aunque la presión atenazaba mi estómago y no podía ni pensar en comida.




Enfilé directamente la fila de recogida de dorsales y tras unos momentos ya estaba colocándome el dorsal en el pecho y el chip en la zapatilla derecha.




Mientras me lo colocaba apareció Ramón, compañero del club con el que el año pasado hice mejor marca personal del momento en la primera media de la temporada, Marbella, que corrimos juntos casi de inicio a fin.

Este año está algo más bajo de forma, pero estimaba que podría rondar 1:35:00.

También llegó Álvaro, que en su debut en media, en la pasada edición de la media maratón de Torremolinos superó ampliamente las 2 horas, y hoy pensaba darle un buen bocado a la marca.

Yo, personalmente, con clavar 1:30:00 me daría por satisfecho, y si conseguía bajarle algunos segundillos a la barrera psicológica de la hora y media, mejor que mejor.

Tras charlar un buen rato y grabar la introducción del vídeo de la prueba, que está en proceso de edición, nos echamos una foto de grupo y nos dirigimos a la salida, ya que faltaban pocos minutos para el comienzo de la prueba.



Ya en el exterior y tras confundirnos de lado tras la cinta de salida, nos colocamos en el lado correcto, nos deseamos suerte, encontramos una buena posición y me concentré en lo que tenía por delante, con el factor calor dejándose notar pese a la temprana hora de salida.




En la zona de salida nos encontramos con el resto de compañeros del club que aún no habíamos saludado, Leo, Óscar (no es del club "oficialmente" pero como si lo fuese), Manolo, Rocío...

También me encontré con muchos amigos, Husky, del Primeguis, o Cristóbal, con quien corrí por última vez en la carrera urbana del Arroyo de la Miel, entre muchos otros.

Animados por la música, el ambiente y la conversación, los pocos minutos que quedaban hasta la salida, en la que me coloqué entre Manolo y Rocío, volaron, y, puntual, el pistoletazo de salida dio comienzo a la prueba.





Advertido por la dureza de la prueba, inicié la marcha con un "conservador" ritmo de 3:40 minutos por kilómetro, siguiendo de cerca a la cabeza de carrera, pero solo para aprovechar la breve pendiente descendente de la Avenida de los JJOO, ya que en cuanto cogimos la Carretera de Coín la pendiente comenzó a sernos desfavorable.

Llevaba la "chuleta" del GPS por primera vez desde hacía mucho tiempo (me gusta correr por sensaciones en las carreras populares, pero en media maratón he aprendido con la experiencia que, dosificándome, rindo muchísimo mejor), así que tras completar dos tramos de 500 metros por debajo de 3:40, al ver que la pendiente comenzaba a elevarse conforme rodeábamos el estadio y lo íbamos dejando atrás, reduje el ritmo sin pudor y dejé que la cabeza de carrera siguiese su curso.




Bastantes corredores me pasaron en el segundo kilómetro, en el que ascendimos 55 metros y puse un desahogado pero competitivo ritmo de 4:50, comenzando al final a igualarse la perndiente (aunque sin desaparecer) al llegar a Cártama.

El calor ya era considerable, estaba sudando profusamente y notaba las piernas cargadas del esfuerzo, pese a que ayer no tuve problema ninguno después de la aventura en Bajondillo y el viaje en bici.

No le di más importancia, me concentré y acometí con ganas el sube y baja y sube y baja de los dos primeros kilómetros por Cártama, rondando un ritmo de 4 minutos por kilómetro, con el que recuperé varias posiciones, aunque me seguían pasando atletas a buen ritmo.

En el avituallamiento me bebí 2/3 de un botellín de agua y suspiré aliviado al ver que teníamos un pequeño tramo de bajada a favor, donde tiré con ganas pensando que sería prolongado, pero tan pronto como bajábamos nos encontrábamos subiendo de nuevo.

Completé los 5 primeros kilómetros en casi 22 minutos, pero tanto traqueteo comenzaba a hacerse notar.

Como pasaba atletas pero también era adelantado, desde la entrada a Cártama me fijé en un atleta del Club Atletismo Guadalhorce, que llevaba un ritmo similar al mío (me suena de varias carreras, en la media del Rincón de la Victoria del año pasado llegué a ganarle en el último sprint, pero creo que fue la única vez), al que estaba usando como referencia, y que cada vez se me alejaba más.

Rodaba con un atleta veterano del Club de Atletismo Arroyo de la Miel, dos muchachos del Cártama y uno del San Pedro, llevando ritmos similares, pero se me estaban escapando...

Aprovechando que momentáneamente había más bajada que subida, aceleré un poco el ritmo, y en uno de los estrechos giros que me recordaron completamente a los del recorrido de la Carrera Popular de la Feria de Mijas, vi a la liebre de 1:30:00.

Era un muchacho joven, con casi total seguridad, de mi categoría, así que, espoleado por el repentino alcance que me daba y por la lejanía de mi grupo de referencia, apreté el ritmo hasta que alcancé al grupo.

Me puse a su altura, pero tras chivarme el GPS que llevaba 3 tramos de 500 metros consecutivos rodando por debajo de 3:50 minutos por kilómetro y viendo que cada vez me costaba más mantener el ritmo, decidí descolgarme de golpe.

Saliendo de Cártama, en el giro en una rotonda, vi que llevaba unos 3 corredores entre la liebre y yo, a la que sacaba ya unos 200 metros de ventaja; habría perdido al grupo de referencia, pero tenía un margen "sano" con respecto a la liebre, a quien quería evitar a toda costa por dos motivos, el primero, para bajar de 1:30:00 (aunque creo que en ese tramo iba bastante más rápido), y el segundo, para asegurarme una posición superior en mi categoría.

Usando el margen con la liebre para darme un respiro, en la zona del kilómetro 8 me "relajé" un poco, dejando que algunos corredores me adelantasen sin preocuparme si quiera, pero al ver que comenzaba a acercarme a otros, acabé "obligándome" a incrementar el ritmo de nuevo.

Los alcancé con una facilidad inusitada, y me di cuenta de que eran corredores de la Carrera del Azahar, de 5,5 kilómetros, paralela a esta primera edición de la media maratón.

Volvimos a la rotonda con el cuestón que afrontamos al inicio de la prueba (la de la foto) y volvimos a pasar por la línea de salida.




Llevábamos unos 9 kilómetros, y al pasar por meta, hice balance de la situación.

Mi grupo de referencia me había dejado atrás y no me veía con fuerzas para poder alcanzarlo, desde el cambio de ritmo al ver a los corredores de la prueba corta, nadie me había adelantado, y llevaba lejos a mis perseguidores, la liebre entre ellos, pero físicamente estaba bastante más fatigado de lo que pensaba, quizá, en parte, debido al calor, aunque el perfil de la prueba tampoco ayudaba.

En esta segunda mitad (y algo más) de la prueba iba a tocar tirar de casta... Pensé en probar un nuevo cambio de ritmo para alcanzar a algún corredor con ritmo similar y quedarme con él hasta nuevo aviso, o, si fallaba esa idea, aguantar el "tirón", esperar a la liebre y continuar con él... quizá mi inicio de carrera fuese muy arriesgado y lo pagase, comenzar con la liebre hubiese sido más seguro, pero... el que no arriesga, no gana...

En la Avenida de los JJOO acepté agradecido el botellín de uno de los voluntarios, me refresqué y eché agua en brazos y nuca y apreté dientes y ritmo.

De los kilómetros 10 al 12, pese a tratar de incrementar el ritmo, el GPS me "destrozaba" psicológicamente al anunciar, cada tramo de 500 metros, que, pese a la pendiente a favor, perdía un par de segundos tramo tras tramo.

de 4:05 pasé a casi 4:20 al llegar a la entrada de Estación de Cártama, y aunque podría haber sido un fallo de la tecnología, me pasaron varios corredores, así que no era un error... Por suerte aun sacaba varios metros a la liebre, que o padecía las mismas consecuencias que yo por apretar en Cártama el ritmo, o simplemente aprovechaba la bajada para recuperar.

Pasado el kilómetro 12, cerca de la Tenencia de Alcaldía de Estación de Cártama (edificio inmenso), vi pasar corredores a un ritmo endiablado, la cabeza de carrera, y tras recorrer una larga avenida en la que no pude ver a ningún corredor joven (aparentemente) y localicé a mi grupo de referencia, a una distancia inviable para alcanzar por el momento, giré al final de la calle, vi que la liebre estaba justo detrás mía y poco detrás Ramón, compañero del club, y me relajé un poco.

No parecía haber ningún corredor de entre 18 y 23 años en la cabeza de carrera, quizás estaba ocupando la primera posición y estaba "desfondándome" cuando tenía aún casi media carrera por delante... pensé esperar a ver si Ramón me alcanzaba para continuar con él, pero a media avenida vi a Antonio, de los Pollos Runners, y, sabiendo que es de mi categoría, rechacé la idea de "esperar" y, tirando de orgullo, seguí hacia adelante.

Me crucé con Leo también, en el otro lado de la avenida, cuando ya encaraba el kilómetro 13.

El tramo del kilómetro 13 al 19 fue largo como la vida misma...

Comencé a escuchar pasos a gran velocidad detrás mía, y, esperando ver la sombra del globo acercarse para apretar y ponerme al ritmo de la liebre en cuanto me alcanzase, tuve un par de amagos fallidos al adelantarme un corredor del Club Atletismo Mijas, una pareja de corredores y otro corredor, con pinta de triatleta y joven.

Cuando ya pensaba que la liebre no vendría, me pasó de sopetón sin esperarlo, y, pillándome por sorpresa, me tomé unos metros para reunir fuerza física y mental y atacarle.

Me costó cerca de un kilómetro, pero pude ponerme a su ritmo, y al de los corredores que le seguía, y adelantamos juntos a varios corredores sueltos que habían perdido fuelle en esta segunda mitad, algunos de los cuales me adelantaron poco después de atravesar por segunda vez la Avenida de los JJOO.

Ahora sí me veía "fuerte", con ese puntito extra de fuerza en la segunda mitad de carrera que me hace "venirme arriba" física y psicológicamente... pero entre el calor, la pendiente (casi imperceptible, pero ahí estaba, implacable), y el ritmo, bastante alto tras tantos kilómetros en las piernas (4:15) acabé descolgándome poco a poco.

El avituallamiento del kilómetro 15 me vino genial, pero, sin saber por qué, al acercarme al ir a por la botella, noté que la música que me acompañaba de fondo desaparecía, sin previo aviso; Terror; la música en sí tampoco influye tanto, pero desaparece mi guía de ritmo...

De nuevo sin grupo de referencia, con la liebre por delante y bastante cansado, afronté el tramo final de carrera por sensaciones, una vez más, como en los viejos tiempos...

Me crucé con la cabeza de carrera, y al girar yo, vi que Ramón había comenzado a quedarse atrás... o él tenía problemas o yo iba mejor... Antonio también estaba un poco más lejos, y, animado por esta inesperada ventaja y por los gritos de ánimo de amigos, conocidos y compañeros (Manolo, Sergio, Leo, Rocío, Cristóbal, Husky, Álvaro y un largo etcétera), fue "recogiendo" corredores conforme nos acercábamos a la salida de Cártama Estación.

Había pasado el kilómetro 19, y la liebre estaba inviablemente lejos, pero no me di por vencido, me puse como meta el corredor más cercano, olvidándome de todo.

Solo existía el camino, que partía desde mis veloces pies hasta el siguiente corredor, y al alcanzarlo, comenzaba un nuevo camino.

No existía tiempo, no existía liebre, no existía el calor... ni si quiera la pendiente existía, al menos, en mi mente, tan solo la necesidad de avanzar y alcanzar a otro corredor.

Estaba tan concentrado que perdí la noción del tiempo, aunque al ver la señal que indicaba el kilómetro 20, "desperté".

No sabía el ritmo al que iba la liebre, pero llevaba el crono activado, así que le eché un fugaz vistazo antes de apretar los dientes y acelerar el paso; 1:24:45; tenía 1097 metros por delante y 5 minutos de margen para superar la barrera de 1:30:00, y lo tenía al alcance de los dedos...

Comencé, con el corazón desbocado y las piernas quejándose desde dentro, un progresivo sprint, acelerando en cuando vi a lo lejos el estadio.

Cogí la curva de entrada a la zona de cemento con fuerza, y la segunda curva, que nos llevaba al recinto de la pista deportiva con más fuerza aún, notando como se quejaban mis tobillos por la tracción.





La liebre me sacaba unos 30 metros, pero habría que recorrer 300 al menos antes de cruzar el arco de meta, ya a la vista... sería difícil, pero no imposible...

Para mí solo quedaban 3 elementos en el mundo, la pista, la liebre, y yo, y mi único objetivo era alcanzarla antes de cruzar la línea de meta...





Como una imagen vale más que mil palabras, no os cuento que pasó en los últimos metros de carrera, lo muestro...












Llegué a meta pletórico pero exhausto, aunque al ver en el crono que no había superado la hora y media de carrera se me olvidaron todas las penurias por un buen rato.

Mayte me recibió en meta con un beso, y tras pedirle un momento para recuperar el aliento, me tomé un Aquarius fresquito, mucha sandía, devolví el chip y recogí la bolsa del corredor.



Estuve charlando con varios amigos conforme llegaban a meta, como Antonio, que pasó de la hora y media por poco y a quien veré en octubre en el Skoda Triathlón Series de Málaga, a Paco, con quién coincidí en Bajondillo, Ramón y muchos otros.

Saliendo del polideportivo llegaban a meta Rocío, Manolo y Sergio, como una exhalación, a los que animé fugazmente mientras se adentraban en la pista polideportiva; si no me equivocaba, Rocío sería la primera clasificada femenina.



Tras cambiarme en el coche y volver al polideportivo, certifiqué ese pensamiento, y al ver las clasificaciones provisionales, certifiqué también mi podio, aunque en segunda posición, ya que el quinto clasificado absoluto pertenecía también a la categoría, un sub 1:20:00, todo un máquina, local además.

La meta permaneció abierta cerca de 3 horas, lo que es de agradecer para que nadie se quede fuera por el tiempo, pero comenzaba a agobiarme debido al inexorable paso de los minutos, reduciéndose la cuenta atrás para comenzar la jornada laboral...

Sin embargo, charlando con unos y otros y con fotos de grupo, rápidamente pasamos a la entrega de premios, que comenzó con los trofeos de la Carrera del Azahar y continuó con la media maratón.



No conocía a ninguno de mis compañeros de podio, salvo a Darío, la liebre de 1:30:00, a quien saqué 3 segundos de ventaja únicamente, ya que mi tiempo oficial fue de 1:29:51 (pese a estar homologada mi GPS marcó 21.600 metros, aunque seguramente sea error del móvil, que murió y se encuentra en proceso de reparación).





Me hubiese encantado quedarme para ver la entrega de premios de mis compañeros del club (nos llevamos 4 trofeos), pero tuve que despedirme y encaminarme a Torremolinos primero, donde dejé a Sergio, a Mijas después, para dejar a Mayte, y finalmente, a Fuengirola y Carvajal, donde afronté una jornada muy animada, aunque con bastante trabajo para estar ya en septiembre.

La experiencia en Cártama ha sido fenomenal, la organización de 10, los avituallamientos geniales, incluso los de vaso, ya que eran grandes y anchos y se podía beber bien de ellos, y la bolsa del corredor y los trofeos, espléndidos.

Por 10 euros, media maratón homologada, tubular, camiseta de manga larga, bebidas en meta... lo dicho, una media maratón excelente, sin peros y a la que espero poder acudir de nuevo en la próxima edición.

Superé la marca de 1:30:00 que tenía como objetivo, así que ahora toca recuperar, realizar un último entreno duro, y a darlo todo el próximo fin de semana en el Ultra Sierra Nevada, ¡ya os contaré!

PD: En cuanto edite el vídeo de la prueba os aviso ;) 

Comentarios

  1. Gracias por estas crónicas, es casi como revivir la experiencia. Participé en ella y fue un lujazo.
    Nos vemos por las pistas. ¡Un saludo!

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