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XXIV Media Maratón Ciudad de Málaga



¡Llegó el día que todos los malagueños aficionados al asfalto esperamos todo el año, la media de nuestra Málaga!

Para mí siempre ha sido "correr en casa" (nunca llegué a correr la media maratón de Fuengirola, por desgracia) y es la que siempre uso para comparar la evolución de un año a otro.


El año pasado estaba viviendo en Nijmegen (he tenido una anécdota curiosa en la salida, ¡el mundo es un pañuelo!), así que no pude asistir, pero hace dos años conseguí bajar de 1:30:00 por primera vez, estableciendo mi mejor marca personal hasta hoy.

A pesar de llegar, no sé si en mi mejor momento de forma sí en un momento en el que las sensaciones que tengo corriendo son las mejores que he tenido nunca, de entrada no venía a bajar esa marca (mi mejor marca personal actual es 1:23:59, obtenida el año pasado en la media maratón del Rincón, esta ya del todo impensable tras haber participado en el HOLE la semana pasada), con rondar 1:30:00 me daba por más que satisfecho.

¿Por qué? pues por dos motivos, el primero, que estoy acumulando cerca de 100 kilómetros a la semana desde hace un par de semanas, y el segundo y principal, que tras 8 semanas de transición al minimalismo, hoy me enfrentaba a mi distancia favorita con mis Fivefingers.

He llegado a realizar tiradas de cerca de 35 kilómetros con ellas, la última, esta semana, e incluso he entrenado con ellas campo a través, pero no había probado nunca a recorrer media maratón a ritmo de carrera, ni mucho menos (aunque cada vez corro con ellas a ritmos más rápidos, empecé corriendo mucho más lento con ellas que con zapatillas tradicionales, hasta que mis pies fueron musculándose y fui adquiriendo la técnica de carrera adecuada para no sufrir molestias).

Empezaba el día, por lo tanto, con mucha expectación, aunque con cero nervios, creo que el tener tantas experiencias corriendo en media maratón y tantos kilómetros acumulados con las Fivefingers hacían de escudo mental contra todas las dudas que surgen antes de competir, sea en milla o maratón.

Tras levantarme temprano, desayunar y vestirme, me dirigí hacia Mercacentro, envuelto aún en el manto de la noche al salir de casa.

Conforme me iba acercando al punto de reunión de los compañeros del club, el velo de la noche se fue retirando con la luz del alba, pero ya comenzaba a sentirse el ambiente cálido, de esta temperatura de madrugada de finales de mayo; Iba a hacer calor, no cabía duda.


Llegué a Mercacentro, como tantas otras veces antes, preparado para enfrentarme a mí mismo, mientras un grupo bastante nutrido de jóvenes (de mi edad aproximadamente) volvían de fiesta, y otro, más reducido, de extranjeros, se dirigía cargado de maletas hacia la estación de cercanías de Fuengirola.

Las calles eran nuestras momentáneamente, era el momento en el que se funden los madrugadores con los trasnochadores, pero poco a poco los atletas fuimos siendo mayoría.

El primer en llegar fue Luis Alberto, y posteriormente llegó un chico finlandés que tenía el perfil ideal del corredor de fondo, y que, según me habían comentado, rondaba 1:18:00 en media maratón, una marca que tengo totalmente fuera del alcance actualmente.

Luis Alberto no tenía constancia de mis experiencias con el minimalismo, y le parecieron muy curiosas las zapatillas que llevaba, a las que sacó una fotografía.


Poco a poco fueron llegando Manolo, Rocío, Javi... y nos dividimos en varios coches, ya que además había que recoger a varios compañeros.

Rocío nos hizo el favor de recogernos a medio club las bolsas del corredor, que nos entregó antes de salir (¡gracias Rocío!), cuyo dorsal me enganché al pecho con 6 imperdibles (y aun así lo perdía pensaba llegar a meta, pedir otro dorsal y hacer maratón completa, porque tendría delito...).


Yo fui con Luis Alberto a Málaga, y en el coche fuimos poniéndonos al día sobre todo un poco, ya que desde la media maratón de Alhaurín, en enero, no habíamos coincidido.

Llegamos, aparcamos poco antes de llegar al Quirón, y fuimos a la cafetería del Martín Carpena para desayunar, aunque como yo estaba ya servido con mi desayuno casero (a base de tostadas con mermelada natural y batido de litro de cacao en polvo y leche), así que me senté a charlar con ellos.


Durante las primeras tiradas con minimalistas mis compañeros veían con no demasiado buenos ojos el cambio de las zapatillas tradicionales a este nuevo "invento", pero hoy me dieron mucho ánimo y me desearon la mejor de las suertes, viendo que hasta hoy no había tenido problema, no dudaban en que me iría genial hoy.

Fui al baño, cuya cola tardé cerca de un cuarto de hora en sortear, y al salir vi a un grupo de atletas del primeguis a la entrada del estadio, eché un ojo para ver si veía a Husky, pero no lo encontré, y seguí pocos metros más adelante, para echarme una foto de familia con los compañeros del club, ya que aunque faltaron bastantes fuimos hoy un grupo muy numeroso.


Mis compañeros me dijeron que iban a ir al coche a dejar las cosas, pero como yo lo tenía ya todo listo, me dirigí al guardarropa para dejar la mochila, y quedamos en vernos en la salida.

Nada más entrar al estadio olímpico me encontré con los Pollos al completo, a los que saludé y deseé mucha suerte tanto en la media como en su Retto (correr 101 kilómetros juntos, en Ronda, allí los veré y, con suerte, echaremos parte del día juntos, si aun no los habéis votado, echadles un cable, que no cuesta nada).

No se por qué (quizás porque en la última edición en la que participé la salida fue desde el estadio), pensaba que la salida tomaría lugar desde la pista, pero al asomarme y no ver nada recordé que este año la salida era desde el exterior del mismo.



Tras buscar y llegar a guardarropía entregué mi clásica mochila militar y me dirigí al exterior del estadio.

Llegué al arco de salida y busqué mi cajón, el de sub 1:30:00, ya que no estoy federado en asfalto, tan solo en montaña, y me encontré a Antonio, Pedro y Javi, atletas de Los Cochinos que conocí en la Minimaratón del Bastón hace prácticamente un mes, y con los que he coincidido en numerosas carreras.

Nos pusimos un poco al día mientras hacíamos tiempo para que la prueba comenzase, aunque me saludaron tantísimos amigos y seguidores que la espera se me pasó volando.

Entre otros saludé a Emma, que venía preparada para batir su marca de debut en la media de Torremolinos, si el calor se lo permitía, Juan, de Marbella, seguidor del blog con el que coincidí en la Subida a Nagüeles, o Paco y Chemari, con los que llevo coincidiendo en medias desde el año pasado.

Los vi a lo lejos echandose una foto en grupo, pero luego se acercaron y los llamé, nos saludamos y nos echamos una foto también, con la valla que separaba los cajones de por medio.

Una de las últimas personas que me saludó y deseó suerte fue Desi, que venía también con ganas de bajar la marca de Torremolinos, y que llegó derrochando entusiasmo y energía pese a tener molestias en los pies, me alegró muchísimo encontrármela.

El Speaker, Manolo Sarría, clásico en las pruebas malagueñas, nos tenía ya más que animados, haciendo olas (que superasen el rebalaje) y recordando a los figuras que correrían en la prueba, entre ellos, Dani Rovira, al que dedicamos una ovación (si no habéis visto 8 Apellidos Vascos aprovecho para recomendárosla).

Los voluntarios quitaron las vallas a un par de minutos de comenzar, y avancé, pero escasamente 20 metros, antes de toparme con la marea humana.

Algunos corredores se sorprendieron al mirar al suelo y ver mis zapatillas, y me preguntaron sobre el minimalismo, mi experiencia con las zapatillas y mis sensaciones frente a la carrera, a lo que respondí encantado.

Y al volverme se me perdía la vista entre la multitud, no alcanzaba a ver el final... superamos con amplitud las 6000 personas, entre los atletas que competíamos en la media maratón y los que lo hacían en la carrera de 5 kilómetros íbamos a inundar literalmente las calles de Málaga, pero todo estaba muy bien organizado.

Al girarme me encontré con José María Prados, del triatlón Fuengirola, al que saludé y deseé suerte a escasos 120 segundos de comenzar la prueba.

Hasta que no pasásemos bajo el arco de meta el chip no se activaría, y habría control sorpresa, así que no había motivo para que hubiese atascos en la salida.

A un minuto de comenzar la prueba escuché un idioma que, pese a que estoy olvidando, tengo todavía latente, el neerlandés.

No entendía muy bien la conversación, pero saqué en claro que hablaban sobre el calor y el sol de la prueba, y como si los conociera de toda la vida, me puse a hablar con ellos.

No sé si mi acento era el más correcto, pero les pregunté si venían de los Países Bajos, a lo que me respondieron que sí, les pregunté de qué ciudad, y me respondieron que de Utretch, y nos presentamos, aunque no entendí sus nombres.

Aun dudo si estará bien dicho, pero lo que traté de decirles fue "Ik heet Juan, ik kom uit Spanje maar ik gewoont in Nijmegen zes manden" (soy Juan, vengo de españa pero estuve seis meses en Nimega), y creo que se enteraron, porque me respondieron que qué casualidad y me desearon suerte en la prueba, que acababa de comenzar.

Como siempre, llevaba el GPS pausado (lo activo y dejo que ante un poco, pero se para cuando no detecta señal), así que recorrí andando los metros que me separaban del arco de salida, pulsé el crono, y traté de abrirme paso entre la marea humana, mientras comenzaba a restar metros del recorrido que tenía ante mí.


Como era imposible avanzar sin correr y sin empujar, me fui yendo poco a poco al borde de la carretera y una vez que tuve espacio aceleré progresivamente.


Vi a Husky, que me comentó que me había visto hacía un momento y me deseó mucha suerte.


Comencé a ver "espaldas" conocidas, a las que fui saludando, como a Javi, justo antes de llegar al puente pasado la primera rotonda, o a Leo, Manolo y Rocío, a los que saludé girando en la segunda rotonda.

Vi un banderín nada más saludarlos, pero con el bamboleo no alcanzaba a ver de qué marca era, así que aceleré "un poco" para ponerme a su altura.

Hoy no hablaré de ritmos, ya que quería correr totalmente por sensaciones, por lo que me prometí a mí mismo no hacer absolutamente cada de caso al reloj, y el GPS lo llevaba silenciado, para correr a lo que me dijese el cuerpo, pero ahora, analizando el track, veo que ese acelerar "un poco", me puso casi a 3:40 durante un kilómetro, de media, tras un comienzo casi a 6 minutos por kilómetro.

Pillé a la liebre llegando al puente que acabábamos de cruzar a la ida, y me fijé en que era la de 1:30:00 y la había alcanzado con una facilidad inusitada, así que me propuse estabilizar un poco el ritmo, pero seguir a buen paso, para pillar a la de 1:25:00; Estaba muy motivado.

Nada más pasar el puente vi a uno de los "peluqueros del deporte", con los que he coincidido en otras carreras, como la Minimaratón del Bastón, y le dí ánimos.

Llegamos a la zona de salida, en sentido contrario, mientras una banda tocaba paquito el chocolatero, y me animé pensando en lo bien que fui en la Transplant Run (que discurrió por la zona aledaña al estadio olímpico) pese a realizar una tirada larga grupal el día anterior, con vistas a la maratón.






Muchas personas me fueron dando ánimos durante toda la carrera, especialmente en esos primeros kilómetros (ya que muchos me animaban desde fuera), y aunque no sepa los nombres de todos, os agradezco el apoyo que he tenido, ya que esta ha sido, con diferencia, la carrera en la que más ánimos he recibido.

Quiero mencionar a las animadoras de Los Cochinos especialmente, que al levantar el brazo al ver su pancarta irrumpieron en gritos de apoyo.

Mientras recordaba mi paso agónico por el Acceso de la Autovía al Puerto de Málaga, en mi debut en maratón sopesaba mentalmente la increíble diferencia de ritmo que había entre esa mañana y la de hoy, en la que el paso por los kilómetros se me pasó volando.

Había pasado a Mario, el último compañero del club que quedaba por delante de mí poco después de pasar la rotonda tras la vuelta por el arco de salida, y con solo el chico finlandés por delante (a saber a cuantos metros ya), y bastante espacio para correr, puse un ritmo exigente pero cómodo y comencé a avanzar, sorprendiéndome de la facilidad con la que pasaba atletas.

Sin duda se pierde tiempo saliendo desde "tan atrás" (unos 35-40 metros del arco de salida), pero el factor psicológico de ir pasando gente y el efecto físico de la dosificación lo compensa con creces.

De hecho, los kilómetros pasaron y pasaron y no me di ni cuenta, y en un momento estaba frente al hotel Vincci de Málaga, donde aparcó Javi el coche en la Minimaratón de la peña del Bastón.

Poco más adelante vi una banderola con un 5 dibujado, y pensé "anda, aquí darán la vuelta los corredores de la carrera de 5 kilómetros..." y continué adelante, tan feliz.

Aun no veía a la liebre de 1:25:00 en el horizonte, pero como llevaría, calculaba, un par de kilómetros, lo veía como algo normal.

Pasé un avituallamiento, donde repuse agua, en botella, como a mí me gusta, y me mojé la nuca y los brazos, mientras un organizador me animaba coreando mi nombre y apellidos, lo que hizo que me viniese arriba.

Tardé un par de minutos en ver otra banderola, pero en este caso, tenía un 6 dibujado.

Mientras pensaba que a lo mejor era de nuestra carrera, me preguntaba por qué habrían empleado el mismo diseño para la carrera de 5k y media maratón, y caí en la cuenta, la banderola anterior no podía ser de la carrera de 5 kilómetros, ya que incluso habíamos pasado un avituallamiento.

Si llega a ser una carrera de 5 kilómetros la habría acabado inconscientemente, señal de que iba disfrutando como un niño pequeño de la carrera, sin preocupación ninguna salvo seguir avanzando.

Comienzo a ver a lo lejos el banderín de las liebres de 1:25:00, y mi corazón da un salto de alegría en mi pecho mientras aprieto ligeramente el acelerador.

Justo en ese momento se pone a mi lado un corredor con la equipación del club de triatlón de Mijas, que se presenta y me anima a que vaya a por la liebre.

Aprovecho su ímpetu para avanzar aún más rápido, y me comenta que ha leído mi blog, y que puedo hablar de él, así que le dedico este párrafo.

Era Juan Carlos Galiana, director médico del hospital Quirón de Fuengirola, un pedazo de atleta con el que compartí gran parte de la carrera.

Pasamos un nutrido grupito en la zona de la Avenida Manuel Agustín Heredia, que me reconoció, me dio ánimos y me dijo que esperaban la crónica con ganas.

Les dije que si se me pasaba algo que me lo comentasen, y Juan Carlos comentó que a él le pasaba que tenía 53 años, que si eso era malo.

Entre bromas le dije que más mérito tenía entonces, que claro que pasaba, y seguimos avanzando, muy animados.




Calculaba que la liebre estaba a unas 7 farolas de distancia, pero había tiempo, llevaríamos aproximadamente un tercio de la carrera, y esto no había hecho más que comenzar.

Fuimos avanzando y dejamos atrás la Plaza de la Marina, a nuestra izquierda, y penetramos en el Paseo de España.


Pasamos frente a la salida de la Maratón de Málaga, en el Palmeral de las Sorpresas, que quedaba a nuestra derecha, y disfrutamos brevemente de los acordes de la charanga "Los Moraítos" mientras entramos en la Avenida Cánovas del Castillo; Si no fuese por algunos comentarios de los espectadores, no me hubiese acordado de que estaba corriendo con Fivefingers, no tenía ni una sola molestia, creo que tras correr en montaña con ellas puede correr con ellas sobre cualquier superficie.

Me acordé fugazmente de un paseo que di hace no mucho tiempo por esa zona de Málaga con las suecas que tutorizo en la UMA (Sanna y Radmila) y mi buen amigo Gonzalo, en un día bastante fresco pese a ser cercano en el tiempo, y comparando me di cuenta de que la temperatura era ya estival: El calor era notorio y el sol picaba en la piel y en la cara.

En la zona del Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso se encuentra el segundo avituallamiento, en el que bebo algo más que en el primero, ofreciendo, como siempre, la mitad del botellín a los atletas que tenía alrededor, pero como nadie lo reclamó, acabé arrojándolo a la derecha de la vía.

Juan Carlos se empezó a alejar poco a poco, y pese a que ya estábamos a tan solo 6 farolas de las liebres decidí no seguirlo y guardar fuerzas, ya que aun tenía media carrera para alcanzarlas.

En ese momento se cruzó la cabeza de carrera, liderada por El Mouzaiz, seguido de un atleta que no reconocí, y a varios metros, Chema Martínez.

Más adelante reconocí a Agustín Molina, al que animé desde el otro lado de la carretera, y conforma avanzaba, fui viendo más caras conocidas.

Vi a Paco poco antes de llegar las liebres de 1:25:00 al giro a la altura del Morlaco, y nada más girarme, a uno de los Pollos (ahora mismo se me mezclan los nombres de los 5), al que animé al verlo nada más girar, en pos de las liebres.

El giro fue muy brusco, y aun agarrándome a la señal de la esquina casi caigo al suelo, pero me repuse con rapidez y continué avanzando.

A esta altura en diciembre estaba alcanzando al grupido de Paco y Chemari, y me propuse seguir avanzando si conseguía "atrapar" a la liebre de 1:25:00 para entrar con ellos a meta.

Daniel, corredor al que conocí en la Subida a Nagüeles pero con quien coincidí antes, en el Trail de Sierra Blanca me animó desde el otro lado de la carretera, como tantos otros, entre los que se incluyen mis compañeros de club, amigos, seguidores... pero la voz que más destacó fue la de Desi, cuando estaba a casi 4 farolas de distancia del grupo de las liebres.

Fui mirando a ver si veía a Fran Viegas, pero no lo encontré, quizás se camufló entre la multitud.

Volví al inicio de la Avenida Cánovas del Castillo, me encontré de nuevo con "los moraitos", y entré en la rotonda del Paseo de Reding, dejándolo a la derecha primer y después atrás, así como al Gibralfaro y los recuerdos de la MLK trail.

Me pareció muy curioso no haber visto aún a Emma en ningún cruce, pero pensé que quizás estaba en la parte derecha de la calzada y por eso no la había visto.

Instintivamente me dio por comprobar si el dorsal seguí en su sitio (mi mente pasó del MLK trail al HOLE y de ahí a la pérdida de mi dorsal), pero, en efecto, los 6 imperdibles estaban haciendo su trabajo.

Damos un pequeño rodeo por el centro recuerdo que en la Calle Larios, en la última edición en la que participé adelanté en esa zona a Silvia Hidalgo, que era maestra mía en la UMA y después a Emilio Fernández, aunque tan solo momentáneamente, ya que me faltó fuelle llegando a meta y me dejó atrás a pocos kilómetros del estadio.

En uno de los giros veo a Cris, que me anima efusivamente e inmortaliza el momento del paso por las callejuelas del centro.


Tras un fugaz paso por la Alameda, en el que me pongo a la altura y adelanto a Juan Carlos, penetro en la Calle Larios, dispuesto a darlo todo en esta ocasión.






Hay varios curiosos que animan a todo pulmón a los corredores, y un camarero incluso bromea con "la cosa que llevo en los pies" al pasar yo.

Llegamos al Guadalmedina y antes de cruzar giramos a la izquierda, por debajo del puente.

Este fue el primer tramo con desnivel significativo, en contra además, y para evitar talonar en la bajada reduje la zancada, pero aumentando notablemente la cadencia, con lo que recorté distancia a la desaparecida liebre (en el cambio de rasante) y a José María, al que vislumbraba en la distancia.

Un juez tomó nota de nuestros dorsales, llegando a los aledaños del CAC y nos avituallamos, bebiendo profusamente, mientras el organizador del primer avituallamiento me alentaba de nuevo (¡muchas gracias!)

El sol de Málaga doraba mi piel mientras continuaba avanzando, a tan solo 3 farolas de las liebres, pero habíamos estabilizado nuestros ritmos y me costaba más recortarle metros...

No me sentía fatigado (supongo que entrenar durante tantas horas tiene que ver con esta tolerancia a la fatiga, siempre y cuando vaya dosificando bien), pero notaba mis fuerzas más mermadas, y me planteé dos opciones.


Podía mantener el ritmo y tratar de dar caza a la liebre de 1:25:00 o mantener el paso y olvidarme de alcanzarla, y para decidirlo, ya que tengo comprobado que el físico, pese a ser vital, tiene menos peso que el componente mental en el atletismo, pensé en recordar mentalmente un poema que recité hacía dos semanas en la universidad, "Sí", de Rudyard Kipling.


Me propuse dejarlo solo en un intento, y si cambiaba algún verso de orden o me equivocaba en alguna palabra bajaría el ritmo ligeramente.


Mientras avanzaba por la autovía de acceso al puerto de Málaga, en dirección opuesta a la del inicio de la carrera, me sequé el sudor que me empapaba la cara, respiré profundamente, y comencé a recitar mentalmente...



"Si puedes mantener la cabeza sobre los hombros cuando otros la pierden y te cargan su culpa.

Si confías en ti mismo aun cuando todos de ti dudan, pero aun así tomas en cuenta sus dudas.

Si puedes soñar y no hacer de tus sueños tu guía.

Si puedes pensar sin hacer de tus pensamientos tu meta.

Si triunfo y derrota se cruzan en tu camino y tratas de igual manera a ambos impostores.

Si puedes hacer un montón con todas tus victorias.

Si puedes arrojarlas todas al capricho del azar, y perder. 

Y remontarte de nuevo a tus comienzos sin que salga de tus labios una queja.

Si logras que tus nervios y el corazón sean tu fiel compañero.

Y resistir, aunque tus fuerzas se vean menguadas, con la única ayuda de la voluntad, que dice ¡adelante!

Si ante la multitud das a la virtud abrigo.

Si aun marchando con reyes guardas tu sencillez.

Si no pueden herirte ni amigos ni enemigos.

Si todos te reclaman y ninguno te precisa.

Si puedes rellenar un implacable minuto con sesenta segundos de combate bravío...

Tuya es la tierra y sus codiciados frutos… 

Y lo que es más... ¡serás un hombre, hijo mío!"

Pese a haber pasado dos semanas sin leerlo ni una sola vez había sido de recordarlo a la perfección, en condiciones de fatiga notable, por lo que además de tener mi cuerpo dispuesto a darlo todo, mi mente se encontraba también de mi lado.

Por primera vez en toda la carrera, sentía que podía batir mi mejor marca personal, la subida de adrenalina ante la idea me dio alas y subí un poco el ritmo (analizando a posteriori el track, apenas 5 segundos más rápido por kilómetro, pero en ese momento un solo segundo hacía una gran diferencia).


Comencé a alzancar a un grupito que se había escindido del grupo de la liebre, mientras me colocaba a tan solo unos metros de José María, aunque ya tenía la vista puesta más adelante, en la espalda de un corredor que me resultaba familiar...


Se volvió y me di cuenta de que era José Adán, que debutaba hoy en media maratón.


Me puse hombro con hombro con José María, alcanzamos a José Adán, lo saludamos y le dimos ánimos.


Nos comenzamos a alejar paulatinamente, y en poco metros dejé atrás también a José María.


De repente escuche alguien que me animaba, y vi a Emma con la cara descompuesta y un vendaje en un tobillo.


Le pregunté que qué había pasado, y me dijo que había tenido un problema, que luego me contaría.


Me vine un poco abajo, sé lo duro que ha luchado para preparar la prueba, dejándose la piel en los entrenamientos y cuidando hasta el último detalle, pero no podía hacer nada por ella, así que retomé la concentración.


Estaba llegando al hotel Vincci, y recordando lo largo que se me hizo el tramo desde el Gibralfaro hasta el coche de Javi tras la Minimaratón de la Peña del Bastón y viendo lo rápido que iba hoy, me animé bastante.


Vislumbré en la distancia la silueta de Paco y decidí que aunque consiguiese adelantar a las liebres no me detendría ahí.


Estaba a apenas dos farolas y media de las liebres, seguía adelantando corredores (como desde el inicio de la carrera), pero algunos llegaban desde atrás (eso no habia sido tan habitual) y me pasaban, a muy buen ritmo.


Pasada la rotonda que sube para la Avenida Moliére me dio por fijarme en una de las banderolas que marcaban los kilómetros.


"¿Kilómetro 19? ¡No puede ser, me van a faltar kilómetros!".


Ahí noté que ese ritmo de 3:55 estaba comenzando a pasar factura, ya que había ido totalmente concentrado en los atletas que llevaba delante y no me había parado a mirar nada más, y lo que por primera vez me preocupaba en una carrera no era tener dudas sobre ser capaz de recorrer la distancia, sino tener dudas sobre hacerla lo más rápido posible.


Me sentía ligero, rápido y capaz, sabía que podía mantener el ritmo durante varios kilómetros más y que la carrera estaba tocando a su fin, pero si aceleraba de más a dos kilómetros de la meta, alcanzaría a las liebres, sí, pero, ¿sería capaz de aguantar el ritmo hasta llegar a meta?

Al ritmo que llevaba podía procesar el ácido láctico de mi cuerpo, pero si subía el paso seguramente vendrían protestas de mi estómago o náuseas, así que deceleré sutilmente (según el GPS, me puse a 4:01), mientras veía, anonadado, como el grupo de las liebres adelantaba a Paco.

Había recuperado media farola de ventaja, pero mi pensamiento inmediato fue "van más rápido que para 1:25:00, quizás van a por 1:24:00...".

Pensé que, además, si habían salido desde el cajón de federados, al salir yo desde atrás, tendría algunos segundos de ventaja en el global que marcaba el chip, así que no me preocupé tanto de alcanzarlos, aunque mi subconsciente seguía instándome a ir a por ellos.

Un corredor me pasó a un ritmo asequible pero no pude mantenerle el paso y poco después me pasó Juan Carlos me adelantó también, animándome a pegarme a su ritmo, aunque se alejó poco a poco sin poder alcanzarlo.

Kilómetro 20 y avituallamiento en la Avenida Manuel Alvar, en el que, no entiendo por qué, un voluntario puso una bici bloqueándonos el paso, que tuvimos que esquivar cambiando rápidamente de dirección.

Me eché un buche en la garganta, uno en la nuca, otro en la garganta, otro en la frente y apuré lo que quedaba de botella mientras seguía avanzando.

De repente vi que los corredores que iban delante de mí cruzaban al otro lado de la carretera, y subí a la mediana de un salto para cruzar también, entendiendo por qué el muchacho bloqueaba ese camino anteriormente: debíamos de ir recto.

Sin embargo, no entiendo por qué los voluntarios se encontraban en la parte derecha de la carretera, en lugar de en la izquierda.

Ya veía el estadio olímpico a lo lejos, y apreté el paso con la intención de darlo todo.

Pasamos bajo el arco de salida, jaleados por el público y la banda de música, acrecentándose aplausos y vítores conforme llegábamos al último giro.

Las liebres se giraban para animarnos a pegarnos a ellas, pero pese a tratar de avanzar con todas mis fuerzas a mayor velocidad, no podía sino mantener el ritmo.

Cogí el giro, con más fortuna en esta ocasión, y dándome cuenta de la de metros que me llevaban de ventaja las liebres al enfilar la entrada al estadio olímpico, donde se encontraban las liebres dando la vuelta final.

Tenía escasos 500 metros para alcanzar a Rubén Lirio, con el que había hablado por Tuiter días atrás para comunicarle que pretendía hacer la media a su ritmo, pero pese a apretar en la pista, no me fue posible.

No había tenido ningún problema en toda la carrera, pero aun así mis pies agardecieron la transición del asfalto al tartán de la pista, sobre el que me sentía mucho más veloz.

Algunos corredores me adelantaron y yo adelanté a otros, pero de esos momentos solo recuerdo el paso por la pista a la mayor velocidad posible, la última curva... ¡y la entrada a meta!








Llegué y me encontré de frente con Rubén, una de las liebres, al que dije bromenado "tío, toda la carrera detrás tuya y no ha habido manera de alcanzarte  hasta el final", le di un abrazo y seguí andando hasta la voluntaria que me entregó la medalla de Finisher.

Estaba muy cómodo con las Fivefingers pero las tenía empapadas de sudor, así que nada más recoger la medalla me descalcé.


Había parado el crono en 1:24:24, al cruzar por meta, pero no el GPS, que detuve en ese momento.




La pista estaba calentita pero al pasar al césped noté un frescor agradabilísimo.

Recogí un powerade azul y una botella de agua, y vi a Bea a lo lejos, a la que pensé saludar, pero como estaba enfrascada en una conversación, seguí caminando, hacia los puestos de fruta del lado opuesto del campo.

Fui con parsimonia, vaciando ambas botellas con pequeños buches y recreándome en las caricias del césped en mis pies, hasta llegar a uno de los tenderetes, y recrearme en la zona de las naranjas.

Estaban muy jugosas y fresquitas, pese a estar puestas al sol, me sentaron divinamente.

Me encontré con el corredor de los Pollos al que había visto en el cruce de Morlaco, que había tardado poco más de un minuto y medio en cruzar la meta tras de mí, e intercambiamos impresiones sobre la carrera antes de despedirnos hasta, como muy tarde, los 101 kilómetros de Ronda.

Me crucé, tras despedirme, con un corredor con el que coincidí en el trail de los Montes de Málaga hace un par de semanas, y tras intercambiar experiencias seguí avanzando por el césped, encontrándome a varios compañeros del club (Manolo, Rocío y Leo) entrando en meta, a los que saludé y felicité por el tiempo.


Me encontré con otro compañero al que conocí en los Montes de Málaga ya "bajo tierra", en la pista cubierta, y me dirigí a guardarropía a por mi mochila tras saludarle.


Me cambié con la toalla liada en un rincón y me acerqué a saludar a Claudio, que estaba estirado tras haber conseguido un marcón de 1:15 y poco, como siempre, resultado excelente.


José Adán se nos acercó también, algo fatigado por la carrera (obtuvo un tiempo de poco más de 1:26, tras semejante paliza en el debut es normal) y Agustín Molina se nos unió brevemente para preguntarle que qué tal había ido la cosa.


Empezaron a colgar las clasificaciones, y me puse a charlar con un muchacho que me pidió que lo mencionase en el blog, Oliver, al que menciono y como no me cuesta nada, ahí va la mención.


Me encontré, el 59º senior, con 1:24:23, un segundo menos que en mi cronómetro, y ocupando la posición 175 de la general.




Esta fue la clasificación provisional, posteriormente, en la oficial, bajé un puesto en la general.



Aun descalzo, con los pies muy relajados ya, me dirigí al exterior del estadio, al coche de Luis Alberto, para esperar a que llegase allí, con más tranquilidad que en el bullicioso estadio.


Vi a Julio entrando al estadio en los últimos 400 metros de carrera, al que animé nada más ver, y salí al exterior.


El césped del exterior del estadio parecía muy cómodo y mullido, pero tenía bolitas con pinchos que se clavaban en el pie, así que fui al coche por la acera, y esperé tumbado al solecito a que llegase Luis Alberto.




La espera se me hizo larga, ya que tenía su número personal y no el del móvil de las carreras, y él estaba buscándome por el estadio mientras yo esperaba en el coche, pero me amenizaron físicamente la espera amigos y seguidores preguntándome por la carrera, muchos de ellos conocidos, como Paco, Juan, Antonio o compañeros del club, y virtualmente, mi familia y amigos, en especial, Mayte, que como siempre me tuvo muy entretenido.


La carrera ha sido fenomenal, el resultado no podía ni imaginármelo antes de comenzar la prueba, y las sensaciones, lo más importante desde mi punto de vista, excelente.


Acabé sin ampollas ni molestias de ningún tipo, con las piernas bastante frescas (de hecho esta tarde he hecho descalzo una tirada de casi 10 kilómetros y me he notado fenomenal) y muy motivado.


En cuanto a organización, creo que se ha respondido de manera excelente al aluvión de inscripciones, que el trato al corredor ha sido excelente, como siempre, y que el día, como es habitual en nuestra tierra, ha sido inmaculado.


Os dejo la clasificación del Club Atletismo Fuengirola por si tenéis curiosidad de como nos fue a todos.


No sé que más decir de la prueba, me lo he pasado fenomenal, os agradezco a todos muchísimo vuestros ánimos y vuestro apoyo y estaremos en contacto el fin de semana que viene, ¡nos vemos en el Torcal!

Comentarios

  1. Enhorabuena por ese tiempazo!! Soy el corredor con el q coincidiste en el Trail Ciudad de malaga, el q te dijo q le tiraba el monte, jeje, me gustan tus comentarios.

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    Respuestas
    1. ¡Hola! un placer coincidir de nuevo, aunque sea virtualmente ;)
      ¿Irás este fin de semana al Desafío del Torcal?
      Un saludo.

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  2. ¡Muchas gracias Miguel!

    La verdad es que disfruté muchísimo, llegué descansado a la carrera, conté con mucho apoyo y el componente psicológico, pese a estar en "terreno desconocido" al estrenar las Fivefingers en la media, fue excepcional.

    Es un placer compartirlos con vosotros, cada segundo invertido en escribir las crónicas vale la pena, y eso que tardo bastante más en escribir sobre una carrera que en completar la prueba jaja

    No sabe aun que es, pero lo tiene hinchado y le duele al apoyar, espero que se recupere pronto...

    ¡Que bien! ¿Era la primera?

    La dosificación es increíble, hay días que corro tiradas de cerca de 30 kilómetros a ritmos suaves y al día siguiente estoy nuevo y otros que hago 10 kilómetros por cuestas a tope y acabo muerto jajaja

    Un saludo Miguel, ¡espero que te vaya todo fenomenal!

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  3. Hola Juan,felicitarte por el tiempazo ke has hecho tío.....yo hice mi mejor marca personal...1,34,estoy lejos de pillaros aunke esta a sido mi tercera media,llevo polo tiempo en esto!!!.....mucha suerte para el torcal y ya nos veremos!!....un abrazo!!!

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  4. ¡Gracias Husky! yo en mi tercera media hice 1:36:39, en Motril 2009, llevo ya 28 sobre asfalto, cuando lleves tantas verás que haces tiempos que ahora mismo ni te imaginas (para mí fue un hito superar la barrera de 1:30:00).

    Muchas gracias, será un día duro porque tengo encima un resfriado de tres pares de narices (y las tres congestionadas) pero iré con mucho ánimo.

    Un abrazo campeón, nos vemos pronto.

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