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I MLK Trail Málaga


Esta ha sido la segunda carrera nocturna en la que participo, preparada por los mismos organizadores de la Vertic Night, carrera que fue muy especial para mí por ser mi debut en trail además de en carrera nocturna ( por cierto, correr de noche es una experiencia preciosa donde las haya, muy recomendable).

Las inscripciones volaron en Noviembre, pero gracias a José Luis, compañero del club que pidió que se le avisase si se quedaban plazas libres logramos inscribirnos finalmente, representando a nuestro club en la capital y dejando el nombre de Fuengirola bien alto.

Pero no adelantemos acontecimientos, la salida fue a las 22:00 y a las 18:30 estaba saliendo de casa con mi hermana, Marina, que debutaría en este híbrido de trail y carrera urbana tras su estreno en carrera en el Cross de San Pedro.

Llegamos a Mercacentro a las 7 menos 10, puntuales como de costumbre, y con intención de salir sobre las 7 para no tener problemas a la hora de aparcar y "merencenar" a tiempo de hacer la digestión antes de comenzar la carrera.


Tras un par de minutos llegó Leo y poco después Rocío, y mientras empezábamos a hablar de los frontales y de qué esperábamos de la carrera, llegó José Luis, y nos dirigimos a Málaga todos juntos, comentando qué nos aguardaría en Málaga (Calor o frío, viento o no, tierra o asfalto... sólo teníamos seguro el perfil)


En principio íbamos a ir con Domi también, pero como llevábamos el coche completo decidió irse en tren, y lo llegamos a envidiar, ya que estuvimos dando vueltas por Málaga durante cerca de 40 minutos para poder aparcar.

Íbamos charlando sobre el recorrido mayormente, intentando matar el rato mientras encontrábamos y no aparcamiento, pero acabamos desesperándonos viendo que eran cerca de las 8 y aun no habíamos encontrado aparcamiento (ni rastro además y pasamos varios parkings completos) decidimos aparcar en el parking de la Plaza de la Marina.

Había quedado con Emma a menos 15 para ir a cenar todos juntos, pero por suerte no se molestó por la tardanza, y una vez que le presenté a mis compañeros fuimos a cenar, al Taco Bell, ya que tenía descuentos.

Mis compañeros me comentaron que estaba comiendo mucho y aunque es cierto que era bastante para antes de una carrera (dos menús medianos), con escasa hora y media para poder hacer la digestión, no pensé mucho en ello, ya que suelo comer como una lima.

Descubrí tras acabar con molestias estomacales las medias de Rincón de la Victoria y Antequera que desayunando menos cantidad, sobre todo, menos cereales y más fruta, tenía menos problemas, pero anoche no caí en la cuenta.

Me cambié en el mismo Taco Bell, y mientras terminábamos de cenar volvimos a al infancia comparando frontales y viendo cual alumbraba más o más intensamente.

Mis compañeros fueron al coche a cambiarse y nos encontramos con Javi, que llegaba de trabajar y ya con toda la representación del club reunida (a falta de Domi) y Emma nos encaminamos a la salida, ellos trotando y mi hermana ella y yo a paso rápido.

Pasamos por el baño de un restaurante colindante a la salida y nos colocamos bajo el arco de meta, en la parte izquierda (derecha en la fotografía) donde los compañeros del club nos habían hecho un hueco, y encendimos nuestros frontales.





Mientras esperábamos apiñados a que la salida diese comienzo hicimos buenas migas con varios muchachos que llevaban una camiseta publicitando una tetería, especialmente con uno que se colocó en primera línea y no paraba de bromear, la espera se hizo muy amena con él al lado (me recordó a Óscar, compañero de Rocío que conocí en la media de Alhaurín).

Estábamos en segunda fila, pero tras comentarle a los organizadores que se iba a formar un embudo en la salida, que se estrechaba sobre la plataforma de control del chip, decidieron adelantar la salida unos 10-15 metros, y perdimos alguna posición en el reajuste.



El Speaker nos pidió que apagásemos los frontales para encenderlos todos a una, y que simulásemos una ola moviendo los frontales de atrás hacia adelante, tras lo cual se quitó de delante nuestra y se preparó el inicio de la carrera.

Los primeros instantes tras el pistoletazo de salida fueron frenéticos, yo mismo empecé con una buena zancada y apretando para evitar ser engullido por la marea humana que me precedía, pero aun así me sentí increíblemente lento en el primer kilómetro por el centro de Málaga, ya que pese a comenzar rondando 4 minutos en el primer kilómetro me adelantaron corredores que nunca había visto antes, como auténticas balas.

A mi mismo me costaba controlar las piernas, ya que pasábamos muy cerca del público, que nos jaleaba y animaba de lujo, nada que envidiar a la afición de la maratón de Sevilla, y como por las calles del centro no había desnivel salimos en estampida.

Perdí cerca de 50 posiciones en ese primer kilómetro, el sprint inicial de Leo fue monumental, me pasó y se perdió en un giro en la segunda curva, y tardé varios metros en volverle a ver.

Javi y Rocío me pillaron también en esos primeros metros sobre las losas del centro, pero mantuve el ritmo y pasados unos 500 metros empecé a recortarles distancia.

Pronto empecé a ver a Leo a lo lejos también, no soy especialmente rápido pero tengo buena resistencia a la velocidad, así que sin cambiar el ritmo ni un ápice empecé a adelantar cada vez a más corredores, aunque yo seguía siendo adelantado igualmente por intrépidos corredores-luciérnaga.

En el kilómetro 1, llegando de nuevo a la Calle Alcazabilla (punto de salida y meta) me adelantó un corredor del Triatlón Mijas, al que animé al pasarme, a muy buen ritmo, y viniéndome arriba con los vítores de la multitud, apreté un poco el paso y me puse a la par con Leo, al que pronto dejé atrás.

Ya en la Plaza de la Merced adelanté a varios corredores que iban andando o que se llevaban la mano a los costados mientras trataban de mantener el ritmo, entre los más de 1000 corredores que nos amontonamos tras la línea de salida había bastante novato y se notó con ese comienzo tan explosivo de varios corredores, que no llegaron a aguantar al segundo kilómetro sin venirse abajo.

Más se notó el imprudente inicio de varios corredores en el comienzo de la subida (en el kilómetro 2, en calle Mundo Nuevo, ascendimos 45 metros, distancia que casi duplicamos durante el siguiente kilómetro).

Yo comencé a notar mi propia imprudencia, al notar como tras el rápido inicio en el centro la cena ascendía y descendía peligrosamente en mi estómago, por lo que decidí, precavidamente, reducir un poco el ritmo de subida y poner un paso fijo pero continuo.

Las vistas conforme comenzamos el ascenso eran preciosas, y me embriagó un olor difícil de explicar, a pino, a noche cálida de verano malagueño, olor a la historia, emanado de los muros de la Alcazaba... 

Las sensaciones, quitando las estomacales, eran sobrecogedoras, lo que me ayudó a dejar de pensar en mi cena, aunque no quería apretar el paso aun por si me reencontraba con ella en mitad de la carrera.

La carrera se había comenzado a estabilizar, los corredores que habían forzado de más en los primeros dos kilómetros se habían quedado ya atrás, y los que me adelantaban ahora, al imponer un ritmo de subida cauto, tenían más experiencia, y se notaba que iban frescos solo con ver la agilidad con la que elevaban la zancada.




No me fijé en camisetas ni nombres, a igual que en la Vertic Night cuando no fijaba la vista en el paisaje que nos rodeaba, clavaba la mirada en las zapatillas de los corredores que llevaba delante de mí, a los que veía alejarse poco a poco.

En la intersección entre la Calle Mundo Nuevo y el Camino de Gibralfaro se encontraba el kilómetro 3, al que llegué en 15 minutos (no estaban balizados, pero llevaba el GPS dándome indicaciones), con un avituallamiento que ni me planteé utilizar, ya que bastante trabajo me estaba costando mantener la cena en su sitio como para añadir agua a la mezcla...

José Luis y Rocío avanzaban hombre con hombro y me adelantaron uno por la derecha y uno por la izquierda, dejándome sorprendido lo bien que subían.




Los animé y olvidándome de todo me puse a sur ritmo, aunque en pocos metros empecé a encontrarme fenomenal y apreté más el paso.

Coroné la bajada de piedra que guiaba hacia la Coracha con un ritmo muy bueno que me permitió comenzar a remontar las posiciones que perdí en el ascenso, y lejos de amilanarme en la bajada (en la que los voluntarios nos recordaban continuamente que tuviésemos cuidado y nos indicaban cuando las curvas eran más cerradas) apreté un más el paso, rozando el empedrado con el antepie mientras sobrevolaba por la bajada con poderosas zancadas.

Escuché varias personas que me animaban directamente, pero entre la concentración en la bajada y la oscuridad, no sabría decir quienes eran, de todas formas, escuché vuestros gritos de ánimo, ¡gracias!

En alguna de las curvas de 90º me patinaron las Skechers sobre las piedras, pero en ningún momento me sentí inseguro pese a bajar a toda velocidad (bajé en ese tramo 500 metros en 1:55), ni siquiera en la bajada en zeta de la zona de los Campos Elíseos, donde adelanté a varios corredores al girar rápidamente y saltar los escalones de dos en dos, para sorpresa de alguno de los transeúntes.

La bajada se moderó un poco en la zona de la Coracha y continuamos bajando escalones, algunos de tres en tres, y eventualmente ascendiendo otros, de dos en dos.

Habíamos dejado atrás el kilómetro 4 y nos encaminábamos a comenzar la segunda vuelta, y me comencé a plantear el por qué de llamar a la carrera MLK Trail, si era todo urbano, pero supuse que sería para vender más.

Me iba acercando lentamente a los corredores que tenía delante y notaba la presencia de corredores aproximándose por detrás mientras recorríamos los Jardines de Puerta oscura y el Paseo de Don Juan Temboury.

En el túnel me pasaron un par de corredores, pero apreté el paso y me pegué a ellos mientras sobrepasábamos a otros que hasta hace un momento lideraban esa zona de la carrera.

De repente me fijé en que conocía la zona, estábamos de nuevo en la Calle Mundo Nuevo, y afronté la subida con más ímpetu que en la primera vuelta, que se me había pasado volando, adelantando progresivamente a todos los corredores que me iba encontrando.

Los iluminaba desde detrás y a distancia con el frontal y les iba recortando distancia lentamente, bañándolos en luz hasta que los pasaba y se quedaban en penumbra, iluminados por sus propios frontales únicamente (el mío tiene gran potencia, ancho y alcance, estoy muy contento con la compra).

Pocos metros después de pasar el kilómetro 5 me fijé en que una hilera de luces, "la procesión de las ánimas" que diría mi abuela, estaba corriendo sobre mí, entre los árboles, y no entendía muy bien qué pasaba.

Un voluntario nos metió en un desvío a la derecha en el que afronté una cuesta muy pronunciada y me di cuenta de que, pese a encontrarme fenomenal, había tirado de más en el comienzo de la segunda vuelta, así que bajé unas revoluciones y entré en el sendero de tierra con paso más lento pero firme.

Me eché a un lado de la carretera para que los corredores que venían detrás pasasen sin problema, ya que veía varios frontales acercándose desde atrás al mirar al suelo, de donde no levantaba la vista salvo para embriagarme de las sensaciones de la carrera (el aroma a campo, las vistas nocturnas, el sonido de mi respiración...).

Los corredores que primero pasaron me dejaron atrás en un abrir y cerrar de ojos, pero no tenía problemas en ver todo el ancho del carril en varios metros yendo solo.

Empecé a ver que me estaban adelantado más corredores, e identifiqué a varios conocidos de otras carreras, como el Trail de Sierra Blanca, pero pasaron a muy buen ritmo y en ese momento no tenía fuerzas para saludarles.

Salimos al Camino del Gibralfaro de nuevo, volviendo a pasar por el avituallamiento, esta vez sin ni rastro de Rocío y José Luis, pero pensaba que no podían quedar muy lejos.

Empecé a doblar a corredores llegando al final de la subida, antes de llegar al carril empedrado que baja a la Coracha, entre otros, a un grupito de atletas de Málaga Blanquiazul y vi de lejos como, para mi sorpresa, los corredores se bifurcaban, y unos iban por la izquierda, por donde fuimos en la primera vuelta, y otros por la derecha, subiendo los escalones hacia el Gibralfaro.

Pensé que el camino sería diferente pero al poner un pie en la escalera gritaron desde adelante que por ahí no era, así que salté desde los escalones de vuelta al camino, y afronté la bajada por segunda y última vez.

Fue como montar en una montaña rusa, sin duda, mi parte favorita, la pendiente era enorme y las curvas muy cerradas, y como me dejaba ir pasé a gran velocidad, aunque en esta segunda vuelta no puede mejorar el tiempo de la primera bajada.

Un par de niños que estaban de expectadores con su madre me preguntaron si estábamos en la segunda vuelta y al decirles que sí empezaron a animarme al grito de "¡vamos campeón que tú puedes!"

Pasé el kilómetro 6 mientras adelantaba a multitud de corredores, sobre todo corredoras, a las que animaba mientras bajaba a toda velocidad, disfrutando del azote del viento en la cara y de las sensaciones de la carrera.

También comencé a adelantar a corredores que aun no había cogido en toda la carrera, y llegando a la bajada en zeta que pasaba por delante del restaurante vi a Marina a lo lejos.

Comencé a dar gritos de ánimo desde 25 metros y le dije que los últimos estaban empezando a bajar hacia la Coracha y que llevaba detrás a varias decenas de mujeres, que en cuanto acabase volvía a por ella y siguiese así.

No sé qué me respondió porque bajé como una exhalación y tras girar en la curva de 90º la perdí de vista, pero cuando se giró llevaba una sonrisa en los labios y se notaba que estaba muy animada, lo que me dejó bastante tranquilo, ya que sabía que el desnivel de la carrera era muy duro y quería que acabase con buenas sensaciones, lo cual es difícil si uno comete el error, como tantos otros corredores, de empezar con un ritmo demasiado exigente.

Hasta el momento no había sido su caso, y muy aliviado, continué la bajada en zeta, adelantando a varios corredores que estaban bajando andando, mientras yo continuaba bajando a saltos, "volando bajo".

En los escalones que preceden a la ligera subida del Paseo Don Juan Temboury un corredor que iba delante mía calculó mal el ascenso y me choqué contra él justo cuando saltaba para subir los escalones, pero pude estabilizarme en el aire sin caer.

Le pregunté si estaba bien y una voz dolorida me dijo que sí, así que reanudé la marcha, pasando por el séptimo kilómetro y sabiendo que la meta estaba cerca, pero estaba desorientado, no sabía por donde estaría.

De repente me adelantaron varios corredores a toda pastilla, y pensando que no quedaría mucho apreté un poco el paso, pero sin llegar a seguirlos, y de repente la calle bajó un poco y vi una ambulancia y la entrada a la Calle Alcazabilla, así que apreté el acelerador hasta que pasé bajo el arco de meta, re-adelantando a varios de los corredores que me acababan de pasar.

No me esperaba la meta tan cerca, podría haber acabado más fuerte de haberlo sabido, pero aun así reaccioné a tiempo, estoy contento con el final.

Paré el crono habiendo acabado los cerca de 8 km (mi GPS midió varios metros menos, como de costumbre siempre que hay desnivel) en 0:37:50 (el tiempo oficial fue de 38:07, posición 21 de la clasificación absoluta, pero esto no lo sabía aun) no sabía si era o no buen tiempo, pero ya había acabado mi carrera y ahora tocaba alcanzar a mi hermana para apoyarle en la segunda mitad de la suya, como le había prometido, así que cogí una botella de agua y decidí emprender la vuelta en cuanto la acabase.


Cogí una lata de bebida isotónica también para ella y mientras bebía me encontré a varios corredores de Marbella que ya conozco, de carreras como el tril de Sierra Blanca o la Subida a Nagüeles, que me saludaron a voz de "¡Corredor Errante!"

Creo que entramos prácticamente a la vez, no sé si ellos primero o yo, y estuvimos comentando la carrera mientras apuraba la botella de agua.

De repente la multitud rompió en vítores, miré hacia la línea de meta y sonó una especia de chasquido y empezó a caer confeti alrededor del arco de meta, y de entre él surgieron Rocío primero y José Luis segundos después.


Me acerqué a Rocío para felicitarla, mientras varias cámaras la rodeaban, y tras terminar de apurar la botella, rodeé la meta, apagué mi frontal, me quité el dorsal y empecé a subir trotando hacia el inicio de la bajada a la Coracha, ya que calculaba que mi hermana estaría entrando en el carril de tierra en esos momentos.

Para no molestar a los corredores que bajaban avancé pegado a las paredes, andando sobre tierra cuando era posible y entre la multitud que echaba fotos y grababa vídeos, pero como había tramos en los que era inevitable que tuviese que esperar para cruzar, decidí dar un rodeo primero y luego subir un tramo campo a través.

Algunos corredores me preguntaron si ya había acabado, y al decirles que sí alguno hasta me aplaudió, diciendo "mira, va sobrado el campeón, le ha sabido a poco y va a repetir".

Me quedé un poco cortado porque cualquiera que me viese pensaría que iba de sobrado, así que les dije que que va, que iba a por mi hermana que estaba llegando arriba.

Cuando llevaba varias curvas ascendidas y ya bajaban menos corredores volví al empedrado, pegándome completamente a la pared cuando veía algún frontal a lo lejos, alumbrando con el mío al suelo para señalar mi presencia y animando a gritos a los corredores y corredoras que bajaban.

Poco a poco y con cuidado de no molestar llegué a un punto en el que había un voluntario indicando que ese era un tramo peligroso, y me reconoció y saludó al momento.

Se presentó pero no estaba atento y no oí bien su nombre, así que, un poco apurado, le pedí que me lo repitiese.

Era Álvaro, al que conozco de tuiter y que a su vez me conoce a mi por el blog y la red social, y estuvimos charlando un buen rato mientas mi hermana aparecía (decidí no subir más porque en ese último tramo el camino era estrecho y no se podía ascender más campo a través).

Fue un placer "desvirtualizar" a Álvaro y poder charlar con él sobre la carrera, Málaga de noche y el atletismo en general mientras mi hermana llegaba, y cuando la vi aparecer, encendida pero aun con la sonrisa en los labios, me despedí de él hasta mañana con un apretón de manos (el correría también en la Minimaratón de la Peña el Bastón) y recuperé la posición junto a mi hermana, encendiendo el frontal (lo que iluminó de lado a lado el carril) y ofreciéndole isotónica.

Esperaba encontrármela sin aliento y un poco decaída tras tantos kilómetros en las piernas, especialmente con casi 300 metros de desnivel acumulado, pero estaba fresca fresca, rehusó la isotónica diciendo que acababa de beber Fanta en el avituallamiento y me empezó a contar su carrera.

La fui animando mientras bajábamos a cerca de 6:30 el kilómetro, adelantando a varias corredoras y algún corredor (cerca de 20 mujeres desde ese tramo hasta el final), y cuando le indicaba que había curvas cerradas o escalones me sorprendió saltando con los brazos abiertos a lo Iván Ortiz, bajando escalones de dos y de tres en tres.

Hubo una pareja de muchachas que nos adelantaban, las adelantábamos, nos adelantaban, las adelantábamos... y por el camino pasamos a otras tantas, y a varias corredoras que no podían más y estaban recorriendo los últimos metros andando.

Desde los últimos 800 metros iba cantándole a mi hermana los kilómetros restantes, y me pidió entrar a meta conmigo, pero como llevaba el chip aún y no sabía si podía ocasionar problemas le dije que le acompañaría hasta la entrada a meta, pero ella debería recorrer la calle "sola".

A falta de 200 metros para la meta me miró incrédula cuando le dije que la meta estaba tras el giro, pero mientras la pareja de muchachas nos adelantaba vio la luz de la ambulancia, y comenzó a sprintar.

Yo hice lo mismo por fuera de las vallas, pero llegó hasta antes que yo.

La perdí de vista cuando entró por el arco de meta, y me encontré antes con Emma, que había llegado ya.

La campeona de mi hermana había pasado a varios corredores en ese último sprint agónico y cuando llegó a donde estábamos le di un abrazo bien fuerte y mi enhorabuena.

Los demás compañeros del club habían entrado ya a meta, así que nos reunimos para echarnos un par de fotos de familia.




Empezaron a llamar a los corredores para la entrega de premios, y puesto que Rocío había sido campeona femenina absoluta, nos dirigimos en masa a la zona de podio para inmortalizar el momento.

La entrega comenzó con la categoría Junior femenina (de 18 a 25 años), y cual fue la sorpresa cuando, en segunda posición, ¡nombraron a Marina!

Pegó un respingo que casi salta la valla del tirón, le indicamos al Speaker que estaba en nuestra zona, para que la multitud le abriese paso, y se dirigió al podio radiante.

Dos carreras ha corrido la campeona, el Cross de San Pedro (campeonato provincial de cross para más inri) y este híbrido de trail y carrera urbana, bastante exigente, no puede debutar con carreras populares lisas como todo el mundo, no, y además, con podio.

Estaba super orgulloso de ella, no hacía más que pensar la cara que pondrían mis padres cuando la viesen aparecer esta noche con un copón casi la mitad de grande que ella...




Volvió al rincón que los compañeros del club nos habíamos apropiado entre vítores, y de repente y sin previo aviso, escuché mi nombre por megafonía.

No sabía que pasaba, y miré a la zona de podio y vi que la segunda y tercera posición estaban ocupadas y la tercera libre, y por megafonía repetían mi nombre como campeón de la categoría Junior.

No me lo podía creer, y entre vítores renovados de los compañeros de club me dirigí a la zona de podio.

Saludé a los compañeros con los que compartí el cajón antes de nada y ocupé mi puesto, tras lo que recibí el trofeo más grande que he ganado hasta la fecha.





Por cierto, ¡muchas gracias Emma por las fotos!

Volví a nuestro rincón recibiendo las felicitaciones de amigos, conocidos y compañeros, y me eché una foto con mi hermana y su copazo.


Mientras esperábamos a que a Rocío la llamasen se acercaron Fran y Juane, buenos amigos con los que he coincidido ya en dos carreras en Marbella, y que llegaron poco después de mí.

Me dieron la enhorabuena y estuvimos charlando un rato, despidiéndonos poco antes de que llamasen a Rocío para recoger su trofeo (entre medias hubo un sorteo que se hizo de rogar pero que, al final, encontró ganador).


Mis compañeros, mi hermana y yo estábamos pletóricos, de 7 representantes fuengiroleños, 3 obtuvimos trofeo, dos primeros puestos y un muy meritorio segundo puesto, efectividad absoluta.


Aprovechamos para echarnos un par de fotos de familia e inmortalizar la gesta alcanzada en la noche en la que los corredores del Club Atletismo Fuengirola asaltamos la fortaleza mañagueña, y poco después nos encaminamos hacia el parking.






Dejamos atrás los históricos muros del teatro romano y la alcazaba y cerramos este precioso capítulo de la carrera nocturna que, en efecto, iluminó el centro histórico de Málaga.


A Javi y a mí nos quedaría aun una subida pendiente al Gibralfaro, pocas horas después, pero esa es otra aventura, que comenzaré a narrar en cuanto acabe la cena y espero terminar hoy, espero que, de momento, esta os haya gustado.


Por cierto, el collage es obra de Míchel, temblad porque ya se ha quitado la escayola y volverá al asfalto con más ganas que nunca.

Tras dejar a mis compañeros y a mi hermana en el coche, volví con Emma al piso, y por el camino nos cruzamos con un grupo de jóvenes que empezaron a cuchichear al ver la copa que llevaba a cuestas, y empezaron a aplaudirme al pasar y a vitorearme, a lo que respondí levantando el brazo que llevaba libre en señal de victoria.

Fue el subidón de adrenalina final de la noche, y por el camino al Paseo de Reding lo bajé recordando la preciosa carrera en la que había tenido la suerte de participar hacía poco más de una hora, y empezaba a mentalizarme para la carrera que me esperaba en poco más de 9 horas.

Tras una cena cortesía de Javi (yogur ecológico, muy rico, por cierto) y una buena ducha me acosté, dejando preparada la equipación de repuesto para correr, en 8 horas, en la Minimaratón de la Peña del Bastón, carrera en la que debutaría también por primera vez.

Dentro de un rato me pongo con esa crónica, que también ha tenido historia.

Espero que esta os haya gustado, muchas gracias a todos por vuestros incansables apoyos, sin esos ánimos estas actuaciones no serían posible.

¡Un abrazo!

Comentarios

  1. Enhorabuena, aquí parece que se te ve a la salida http://multimedia.laopiniondemalaga.es/fotos/deportes/primera-edicion-mlk-trail-malaga-2014-18291_2.shtml

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  2. ¡Gracias! Sí, soy yo, casi a la derecha del todo, aunque el frontal distorsiona un poco la imagen =)

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