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XXVII CP Tolox Corazón de la Sierra de las Nieves

Menos mal que salimos con tiempo de sobra, ya que nos recorrimos todo el pueblo con el coche buscando la salida, en giros en los que había que meter los espejos porque no pasábamos y llegando a calles sin salida, pero al final, localizamos la salida y hasta pudimos aparcar relativamente cerca.

Me cambié directamente y empecé a preparar el pre entreno, ya que quedaba menos de una hora para la salida y por el momento las carreras de los niños iban saliendo en hora.

Había muchísimo ambiente en la plaza y nos encontramos con muchos amigos y hasta con compañeros del Club Atletismo Fuengirola, como Sacra y José, que no sabía que también correrían la prueba.

Conforme se acercaba nuestra salida y viendo que ya estábamos los corredores habituales del circuito en la zona, me dispuse a calentar con Carmona, David, Miguel Ángel y Adrián, entre otros y estuvimos dando vueltas por el pueblo.

No sabíamos el recorrido exacto, puesto que había cambiado con respecto al año anterior y me sorprendió ver a multitud de corredores con zapatillas de trail, varios de los cuales me recomendaron no correr con las Vaporfly.

Me resultó curioso ya que es verdad que el circuito era muy ratonero, con cambios de rasante repentinos, giros cerrados por calles muy estrechas, zonas con escalones... pero nada que no tuvieran por ejemplo las carreras de Mijas Pueblo o Istán, entre otras.

Es verdad que también había un tramo de sendero paralelo al río, pero era muy corto y muy corrible, por lo que desde luego correría con las Vaporfly (además, tampoco había llevado otras zapatillas).

Ya en caliente nos reunieron en la plaza del pueblo y el encargado de cronometraje de la federación nos explicó el recorrido, con tres pasos por la plaza.

Primero saldríamos por el desvío de la derecha, el cual nos traería de nuevo a esta posición, en el segundo paso, cogeríamos el desvío de la izquierda, por el que subiríamos al balneario y a la vuelta entraríamos en sentido inverso, cogeríamos el desvío que quedaba y apareceríamos de nuevo por donde estábamos ahora para, ya si, completar la carrera.

El desvío de la derecha y el que cogíamos en sentido inverso los conocía ya del calentamiento y aunque no me gustaban mucho ya que no se prestan a correr rápido y había que tener cuidado, creía que si cogía buena posición en la salida sería difícil que me adelantasen en ellos.

Comenzó la prueba con el pistoletazo de salida y me lancé tras Carmona, que avanzaba a buen paso abriendo la carrera.

Pese a abrirme para coger cerrado las curvas me resbalé en los primeros giros y me acordé del consejo de no usar la Vaporfly, pero tampoco tenía otra opción, así que bajé un punto el ritmo en la bajada y apreté en la subida a la plaza, en la que empezaba a recortar metros a Carmona.

Cogimos el desvío de la izquierda y de nuevo vertiginosa bajada y posterior subida en la que lo di todo para coger la cabeza de la prueba, ya que la estrechez de las calles me agobiaba y quería correr cómodo.

El esfuerzo fue tal que por primera vez en años noté el sabor de la sangre en la garganta, acompañado de un fuerte escozor que me hacía toser, pero la única opción era correr.

Primer kilómetro completado en 3:32, ya en cabeza, aunque no tardó en ponerse a mi par un muchacho con camiseta oscura al que no conocía, que de hecho por momentos tomaba la delantera.

Un galopar incesante nos perseguía así que continuamos apretando en subida y de repente el asfalto dio paso al sendero.

Era estrecho y con alguna piedra pero de momento iba cómodo.

En el desvío al balneario, el corredor que iba primero siguió recto en vez de continuar por la derecha, así que le avisé mientras aceleraba para tomar la delantera, ya que el sendero se complicaba por momentos.

Cruzamos un paso de cebra sobre la carretera y nos internamos en el monte por un ascenso por zetas que me recordaba mucho a la Sierra de Mijas por la cara que da a Castillejos.

En los giros podía ver a mis perseguidores, con David ahora a la cabeza, a apenas unos segundos, pero no me detenía.

Tropecé en un par de ocasiones con las piedras y finalmente tuve que dar algunos pasos porque ente el cansancio y el desnivel no conseguía levantar los pies lo suficiente para elevarlos por encima de las piedras.

La pendiente se tornó favorable pero el sendero estaba plagado de cabras, a las que interrumpí el apacible paseo con mi agitada respiración; por suerte se iban apartando, unas antes y otras después y salvo una que decidió saltar de un lado a otro del sendero justo cuando pasaba, ninguna me supuso un obstáculo.

Pasaba con cuidado sobre las rocas, una rama me obligaba agacharme... y todavía el sendero era bueno, de repente llegamos a una pista plaga de piedras sueltas y arena por la que bajé derrapando, cogí el camino de la izquierda y para mi terror ahora debíamos correr sobre piedras en varios tramos.

Iba saltando, resbalando al apoyar sobre las piedras, así que en un recoveco en el que se ensanchaba el camino me aparté y dejé paso tanto a David como al resto de corredores que me fueron pasando.

Llegué al punto más bajo del tramo de montaña en octava o novena posición y una vez que volvimos al asfalto fui remontando poco a poco.

Iba agotado, con la garganta destrozada del esfuerzo y la musculatura agarrotada de los derrapes pero al menos ahora podía correr.

El último percance lo tuve con una zarza, con la que me enganché tanto a la ida como a la vuelta, pero ya me sabía en el pueblo y solo quedaba el tramo final, que ya conocía.

Remonté alguna posición, otros corredores como Adrián me cogió desde atrás, veía a Carmona por delante... íbamos todos en apenas unos segundos.

Completado el tramo de tierra paralelo al río ya solo quedaba el ascenso final, en el que vi a Carmona caminando pero pese a subir yo al trote me iba quedando atrás.

Al menos no iba a dejar que nadie me pasase ya y apreté con lo que tenía para entrar tras mis compañeros a meta, en sexta posición y para mi sorpresa, primera de mi categoría (pensaba que Adrián era senior).

Llegué tan agotado que no me planteé si quiera trotar para enfriar las piernas y me fui directamente al baño del bar para cambiarme, ya que empezaba a refrescar.

Se que a lo mejor no era para tanto y está claro que influyó determinantemente mi falta de entrenamiento en montaña y el no llevar el calzado adecuado, pero para mí ha sido con diferencia la prueba más dura del circuito hasta la fecha.

Al menos he podido sumar otros 20 puntos para la clasificación, acercándome a la victoria matemática y lo más importante, pese a la dureza del circuito, pude acabar sin molestias más allá del cansancio muscular.

Por cierto, de los cuatro representantes del Club Atletismo Fuengirola, los cuatro nos llevamos trofeo a casa, ¡no está nada mal!

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