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V CP La Molienda de Riogordo

Después de tres cross del circuito de Diputación de Málaga y la primera de las populares del de Fuengirola, tocaba inaugurar el circuito de Diputación de Carreras Populares.

Había investigado el listado de inscritos y la ausencia de Cristian Benítez, que gobierna con autoridad en el circuito de cross, me daba alas para intentar tomar la iniciativa en el circuito de populares, pero a sabiendas de que el martes toca paliza en la media rural, si no veía clara la situación, me mantendría a la zaga.

Llegamos temprano a Riogordo, acompañados por una lluvia fina pero constante que dibujaba un precioso arcoiris sobre el manto verde que se extendía a cada lado de la carretera.

Tras retirar mi dorsal y el de Pepe, que por lesión va a estar entre tres y cuatro meses apartado de las carreras, volví a la furgo a tomarme el pre entreno, resguardándome del frío con Mayte.

No tenía ni comparación al frío de Ronda, pero el aire era fresco y como el día estaba nublado se intensificaba la sensación.

Sacra y Jose me escribieron para que les recogiésemos el dorsal, así que fuimos a la zona de dorsales y nos los encontramos nada más recogerlos.

Estuvimos charlando con ellos y con varios compañeros y amigos y Carmona, corredor local que conocía el recorrido, se ofreció a enseñarme parte del circuito mientras calentábamos.

Por lo que tenía entendido, el año anterior el recorrido era de catorce kilómetros y casi trail en su totalidad (Cristian echó casi una hora para acabar primero el año pasado).

Según me había dicho Ángel Accino, que fue subcampeón el año anterior, el circuito este año sería de nueve kilómetros, casi llano y desde luego para correr con zapatillas de asfalto.

Carmona se sorprendió al verme con las Vaporfly y de hecho en la plaza la mayoría de corredores iban con zapatillas de trail y tacos (bueno, mi paisano fuengiroleño iba descalzo, teníamos de todo).

Apuramos un poco el calentamiento y Carmona me enseñó como sería el primer kilómetro y medio y me dio una orientación de lo que encontraríamos, con mucho pisteo, una primera cuesta dura y una segunda más dura aún, con una bajada muy empinada, que él desde luego haría con zapatillas de trail.

Yo tampoco había llevado otro calzado, así que no le di más importancia y continuamos el calentamiento, llegando justos a la zona de salida, que al final se retrasó un poco.

Con el pistoletazo nos pusimos en marcha, cogiendo la delantera Carmona y un par de corredores más, tras los que me coloqué yo.

En la primera zona de pendiente ligeramente a favor tomó la delantera un muchacho joven tras el cual nos intentamos acoplar Carmona y yo, pero viendo el ritmo que llevaba, lo dejamos escaparse llegando al parque tres cruces.

Cruzamos el puente sobre el río, en el que el muchacho dudó un momento si tirar a derecha o izquierda y le indicamos que izquierda mientras esperaba.

Se puso de nuevo en marcha al sprint y ya fuera del pueblo y metidos en la pista, el ritmo al pasar el primer kilómetro era de 3:32, con el muchacho joven a unos quince metros por delante, pese a la pérdida de tiempo en el puente y Carmona y los demás corredores pisándome los talones, ya que escuchaba sus pasos.

No volvería a mirar el reloj en toda la carrera, ni falta que hacía, ya que con el desnivel que empezaba a aparecer ante nosotros, el simple hecho de seguir corriendo era indicador de buen ritmo.

La pendiente comenzó a tornarse más y más empinada y poco a poco cogí al corredor joven, que debió descolgarse un poco, ya que afrontamos un tramo ondulado bastante rompepiernas y por momentos no oía pasos desde detrás.

Llegamos a la primera bajada dura y he de reconocer que con las Pegasus Trail hubiese ido mucho mejor que con las Vaporfly, ya que tuve que bajar bastante el ritmo porque derrapé un par de veces con las piedrecitas sueltas.

Además, se me metieron un par en la zapatilla derecha y al meter las caderas y pisar de lado y talón para controlar el cuerpo en la bajada, apoyaba el pie sobre las piedrecitas, lo que me hacía ver las estrellas.

Por suerte, la pendiente rápidamente se tornó en contra y empecé el ascenso mientras escuchaba pasos desde atrás, cada vez más cercanos.

La pendiente no tenía nada que envidiar a la cuesta de Arriate de los 101 y por momentos no se veía el final, ya que tras cada giro el camino se seguía abriendo y abriendo.

El final no debía estar muy lejos ya que se oía música cercana, pero todavía quedaban un par de quiebros y una buena subida, en la cima de la cual me animaba un voluntario.

Como la curva se abría bastante, aproveché para mirar hacia atrás y me sorprendió no ver a nadie en los diez o quince metros que había hasta la curva anterior, pero sabía que venía la cuesta empinada y si ya en la primera habían patinado un poco las Vaporfly no me fiaba de esta segunda.

Pasé de largo por el avituallamiento, ya que no tenía hambre ni sed y sabía que quedaba menos de la mitad de la prueba por delante y me lancé en la bajada.

Alargando la zancada y manteniendo el equilibrio con los brazos mientras bajaba la velocidad en las curvas para abrirme bien cogía buena velocidad y de hecho mi mejor kilómetro fue el séptimo a 3:26 de media pese a los frenazos en las curvas.

Esto lo sabría después, en esos momentos solo pensaba en buscar un equilibrio entre disfrutar de las vistas y volver a mirar al carril para no tropezar.

Al fin volví al asfalto, con un tramo ondulante abierto al tráfico en el que me crucé con una furgoneta y un par de coches sin mucho problema y llegué a una curva donde dos voluntarios me indicaban que había que ascender por un sendero resguardado por barandillas de madera.

Tuve que agacharme incluso en una zona abrupta entre rocas al comienzo y me dio un pinchacito el isquio derecha al tratar de aumentar el ritmo, ya que el pitido del GPS indicaba que quedaba menos de un kilómetro para llegar a meta.

No escuchaba pasos por detrás desde el avituallamiento y todavía iba lo suficientemente cómodo como para meter una parcha más de última hora si fuese necesario, pero me encontraba cómodo y me apetecía apretar un poco el ritmo.

En dos puntos estuve a punto de salirme del recorrido ya en el pueblo, el primero antes del ascenso paralelo al río y el segundo cuando una voluntaria me dijo que fuese "todo recto" y cogí una calle que no era (pensaba que se refería a "recto" de sin desnivel, no de "para adelante").

Con los ánimos de la gente fui llevado en volandas hasta la zona de meta, parando el crono en 37:03.

Estuve buscando a Mayte por la plaza pero no daba con ella, así que decidí ir a la furgo y saliendo de la zona de meta me encontré con el segundo, tercer y cuarto corredor, que llegaron en 37:39, 37:41 y 37:50, con Carmona en esa cuarta posición.

Me encontré a Mayte apurada en la furgo, ya que había calculado mal el tiempo, pero no pasaba nada en absoluto, había disfrutado mucho de la carrera y además había sido el primer corredor en cruzar la meta, la foto finish era lo de menos.

Volvimos a la zona de meta, me cambié en los baños y estuvimos charlando con los compañeros y amigos que iban llegando a meta.

Mención especial al avituallamiento en meta, con agua, isotónica, fruta, chucherías y hasta un barril de cerveza para todo el que quisiera.

Ah y no lo había comentado, pero para cada corredor entregaban un botellín de aceite y una gorra al retirar el dorsal, solo con eso, la inscripción ya estaba amortizada.

Pasadas las una y media o así comenzó la entrega de premios, en la que me entregaron la medalla de primer clasificado y otras dos botellitas de aceite, lo que me hizo mucha más ilusión que cualquier trofeo y pienso disfrutar en muchos desayunos.


Además, tanto Sacra como José Manuel fueron terceros en sus respectivas categorías, los tres representantes del Club Atletismo Fuengirola subimos al cajón.

Con el nivel que hay en la provincia de Málaga no creo que dure mucho en el primer puesto del circuito, pero al menos, hasta la cita del domingo que viene en Torrox, puedo decir con orgullo que voy primero ;)

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