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XXXIX Carrera Urbana Ciudad de Málaga (Plus Ultra)


Sobre las 7 de la mañana me recogió Dory en mi portal, rumbo a Málaga; iba con las Nunche 2, mis calzonas, una camiseta de aros, un buff y una mochila con algo más de 2 kilos en equipamiento, comida y bebida.

A muchos les chocaría llevar semejante lastre a una carrera popular de apenas 10 km y con razón, pero mi idea iba más allá, ya que me había planteado la jornada como una tirada larga de calidad y al acabar la carrera volvería a Fuengirola corriendo.


He estado de vacaciones hace poco, con un parón de 3 semanas en el plano del atletismo y salvo la tirada de 30 km con Álvaro por la Sierra de Mijas (Churriana-Fuengirola) no había tenido entrenamientos de calidad, por lo que tengo que ponerme las pilas si quiero arrancar esta temporada.

Tras una hora larga dándome un paseo por el Paseo del Parque y el Muelle 1 decidí hacer tiempo en el auditorio hasta que se abrió el cajón de corredores, donde comencé a encontrarme caras conocidas, como a Maxi Chavarría, Jonatán Durán, Domi, Ángel... ¡hasta a mi cuñada Angie, que hoy correría los 10 km con sus compañeros de instituto!

Agotamos charlando los minutos que faltaban para la salida, esperamos civilizadamente hasta que retiraron la valla de delante nuestra para acoplarnos al cajón de los federados, perdiendo varios metros pese a haber estado cerca de una hora esperando al irrumpir otros corredores en estampida en cuanto se abrió hueco.

Minutos después comenzaría la prueba, atascado en la salida y buscando hueco durante el primer kilómetro y pudiendo estirar por fin la zancada en la Avenida de Andalucía, que ascendí remontando y saludando a amigos y conocidos.


¿Encontráis a Wally?
Iba mucho mejor de lo esperado (había comentado a Jonatan que firmaba acabar en 38 minutos), pero notaba como me frenaba el abrazo de la mohila, cargada con un cortavientos, manguitos, dos soft flasks de 500ml de agua, una batería externa, el móvil, 2 barritas energéticas duras, 1 blanda y un gel.

Me planté en 12 minutos en Carranque y aproveché la bajada para estirar las piernas y coger impulso para ponerme a 3:40, disfrutando como hacía mucho tiempo que no hacía en una carrera.

Es lo "bueno" de salir desde detrás, que dosificando bien las fuerzas puedes ir toda la carrera remontando posiciones, lo que siempre anima y ayuda a mantener el ritmo.

Subiendo por la Avenida de la Rosaleda y dejando atrás el ecuador de la prueba divisé en la distancia una camiseta verde del Torremolinos y me propuse alcanzarla, así que fui yendo de grupo en grupo, cogiendo rebufo y adelantado posiciones para ponerme a su alcance.

Hice bien, ya que comenzaba a notar el peso de la mochila en el cuello y la espalda y aunque estaba muy bien de piernas se me podía poner cuesta arriba la prueba (literalmente, ya que llegábamos a la zona con mayor desnivel positivo de la prueba).

Fuimos "picándonos" el corredor de torremolinos, servidor y un par de muchachos jóvenes y cuando me quise dar cuenta tenía delante a "El Loco Que Corre", cámara en mano.

Disfrutando...
Me alegré mucho por dos motivos, por verle (hacía mucho que no coincidíamos) y porque sabía que una vez que atravesase el túnel de la Alcazaba quedaría poco más de un kilómetro para llegar a meta, por lo que metí un cambio de ritmo.

No fui el único, ya que más de uno pasó como un tiro en busca de la meta.

Crucé la meta en 38:50, 53 segundos más lento que en la edición del año pasado, pero teniendo en cuenta el parón y el lastre, terminé contentísimo; tenía los 38 minutos que había firmado, aunque un poco largos.

Saludé a varios corredores, como a Juan Carlos Cabello, que pese a "pinchar" había acabado en 34 minutos y tras beber un poco y organizar la mochila, me puse pies a la obra para volver a casa.

Continué demasiado rápido por la adrenalina de la carrera, pero tras unos pocos kilómetros, ya llegando al Carpena, estabilicé el ritmo y me metí por el carril para cruzar el Guadarlhorce por el puente.

Seguí por el Polígono Villa Rosa, crucé por el Plaza Mayor y me planté en el paseo marítimo de Los Álamos.

Ya en mi territorio fue todo rodado hasta llegar a casa, con el cuerpo respondiendo mucho mejor de lo que esperaba, tolerando muy bien el calor y con mucho ánimo.

Lo que peor llevaba era el hambre y la sed, ya que desde Bajondillo no tenía comida ni agua; lo segundo lo podía compensar con las fuentes y duchas del camino, pero la comida era otra cosa...

La aventura finalizó donde comenzó, en mi portal, unas cuantas horas más tarde y con algo más de un maratón en las piernas; ¡nos vemos en la próxima!



Lo mejor

-No es de extrañar que la prueba más conocida de Málaga haya batido récord de inscritos, ya que es gratuita, solidaria y para toda la familia; no se le puede pedir nada más.

A mejorar

-No tengo ninguna aportación relevante en este aspecto, ¡a seguir así!

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