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XXXVIII MAPOMA (Rock&Roll Madrid Maratón)


Al igual que el año pasado, este año el maratón de Madrid comenzó varios días antes de esa fresca salida del domingo... concretamente el viernes a medio día, cuando María me confirmó que había retirado mi dorsal con éxito.

Tengo que agradecerle su apoyo y el alojamiento que nos brindó a Mayte y a mi, ha sido un fin de semana fenomenal y nos ha ayudado desde el primer momento, como siempre; ¡gracias!

Mucho cambiaba de la anterior edición a esta... venía bastante más en forma, conocía el recorrido y había comprobado en pista y en ruta la adecuación del ritmo de carrera.

El año pasado, en mi debut en maratón con las Vibram Fivefingers Bikila LS, mi marca real fue de 3:25:53, hasta el momento, mi marca más lenta en maratón; podéis consultar mi crónica de la anterior edición aquí.

Este año estrenaba en maratón las Skechers Go Run Ultra, y mi planteamiento era de darle un buen bocado a la marca.

Me veía en condiciones para rondar, o incluso bajar de 3:15:00, lo que sería mi planteamiento de partida (idealmente rodaría a 4:30 min/km de media).

Tan solo se me escapaba del control este año, como a todos, las variables atmosféricas, así que bien preparado, a las 7 de la mañana y tras un frugal desayuno, me dirigía con Mayte a la salida de la prueba.

Las Skechers, sin plantillas (desde mi punto de vista ganan muchísimo sin ellas, cuando les meta más kilometraje os cuento), calcetines de trail, perneras de compresión, calzonas, una camiseta de manga corta, manguitos y el buff serían mi atuendo de competición, aunque ahora llevaba un cortavientos de manga larga (que dudaba si dejarme o no) y un pantalón largo, que posteriormente me quitaría.

Madrid estaba desierto a esa horas, y se producía un curioso contraste en la calle entre aquellos que venían de fiesta y los que indudablemente nos dirigíamos o a la salida o al guardarropa; comenzaba a palparse la emoción en el ambiente.

Llegamos muy temprano, pero ya había algunos corredores en la zona de Cibeles, especialmente de la prueba de 10 kilómetros.


Fui al baño por penúltima vez antes de comenzar la prueba, contacté con Cristóbal, compañero del club con el que correría la prueba y me senté bajo una parada de autobús cercana a la señal del primer cajón, para resguardarme de la lluvia, que comenzaba a arreciar.



Pasaban los minutos y el número de corredores era cada vez mayor, los speakers intervenían de forma más frecuente y el cajón de los 10k se iba abarrotando de gente.

Aprovechando que la lluvia cesaba por momentos fui por última vez al baño, me quité el pantalón y cortavientos y me despedí de Mayte, con quien pensaba encontrarme en los kilómetros 20, 26 y 34 del recorrido, donde, de ser posible, me entregaría un botellín con sales minerales.


Poco después me encontré con Cristóbal, Laura y Arthur, con quienes estuve charlando hasta que se despidieron y se colocaron en su zona óptima de salida.



Cristóbal y yo nos quedamos en primera línea, charlando entre nosotros y con todos los corredores que teníamos alrededor, sorprendiéndonos cuando, como pasó el año pasado, a pocos minutos de comenzar la carrera de 10 kilómetros una auténtica avalancha de corredores se puso en marcha desde todas partes hacia ese cajón de salida, incluso después de comenzada la prueba.

Varias decenas de corredores salían de nuestro propio cajón y corrían hacia adelante, motivo por el cual los speakers recordaron que si no se pasaba bajo el arco de salida de 10k, no se contabilizarían los tiempos... algunos se giraron y volvieron, otros siguieron, impertérritos...

Tras la salida de corredores en handbike (juraría que a uno lo conocía de la II media maratón de Vélez "Reto Dravet", de la semana pasada), la élite se fue inquietando... ¡ya mismo saldríamos!


Reconocimos a Cristian, del Playas de Málaga, en el cajón de la élite, al que animamos mientras calentaba, e instantes después nos pegamos a esos mismos corredores, una vez se quitó la cinta que separaban ambos cajones.





Volví a chispear y de repente tenía unas ganas enormes de ir al baño, pero ya no había posibilidad alguna... de repente, sin artificios como los del año pasado (espectacular los paracaidistas, este año el tiempo seguramente no lo permitiese)... ¡comenzó la prueba!




La salida fue mucho más rápida que el año pasado, estaba bastante más adelante y cuajé un primer kilómetro mucho más rápido, con unos primeros 500 metros por debajo de 4 min/km y estabilizándome en los 500 siguientes hasta completar el primer kilómetro en 4 minutos 28 segundos.

Cristóbal y yo íbamos encontrando el ritmo y posición más idóneos, aunque no era fácil al estar mezclados los corredores de la media y la maratón... desde mi perspectiva, separarnos a ambos facilitaría muchísimo la salida y los primeros kilómetros, sobre todo para los corredores de mitad del pelotón.

Íbamos subiendo por la Castellana, muy frescos, pero yo iba reteniéndonos, advirtiendo a mi compañero de que aunque no lo parecía, ascendíamos por una constante pendiente en contra; clavamos el tiempo del primer kilómetro en el segundo, dejamos que las liebres de 3 horas nos adelantasen y continuamos buscando nuestra posición en la carrera.

La mayoría de corredores que estaban en nuestra zona eran de la media maratón, e incluso adelantábamos a varios de ellos, pero por la parte de la izquierda el tránsito era mayor y continuamente nos adelantaban corredores; corriesen la media o el maratón, era muy pronto para nosotros como para ponernos a esos ritmos.

Llegando al Bernabéu, mientras charlábamos sobre los demás maratones que tomarían lugar en la jornada (londrés, Stratford, Varsovia, Siracusa...) se nos acercó un corredor, Jorge, que se presentó como "aborigen" y se ofreció a guiarnos por el circuito.

Lo aceptamos con sumo gusto, se colocó un par de metros por delante nuestra y nos fue indicando los puntos en los que había que trazar las mejores diagonales para evitar el desnivel del asfalto, bastante pronunciado en algunos puntos, y tomar las curvas de forma que evitásemos las aglomeraciones del pelotón.

Lo perdí por un momento cuando, llegando el kilómetro 5, nos dispersamos los 3 para acceder al primer avituallamiento, bastante abarrotado.

Mi paso por el kilómetro 5 fue de 24:31, 1:17 segundos más rápido que el año anterior, aunque de momento ni si quiera había tomado conciencia de que llevábamos ya 5 kilómetros; de hecho, en ese momento ni me di cuenta, vi el GPS, comparé los parciales y continué, sin más, en busca de un botellín.

Al momento me encontré con un radiante Cristóbal, mostrándome la etiqueta del botellín, exclusivo para nosotros, y poco más adelante, entrando en la Plaza de Castilla (esquivando charcos por doquier) nos encontramos de nuevo con Jorge.

Parecía que me encontrase en un Déja vù, recordaba nítidamente esa estampa de las Torres Kio, pero este año parecía tan diferente con el cielo gris y la niebla rodeando la cima de ambas...

A lo lejos comenzamos a oír a la primera banda, pero en pocos metros dejamos escuchar la música, ahora ahogada con los vítores del público.

Mientras charlábamos sobre nuestra vida deportiva (Jorge es ironman experimentado, Cristóbal lleva "solo" dos años corriendo y ya ha bajado de 1h 23 en media y 3h en maratón, y yo cada vez tiro más hacia el ultrafondo), llegando al giro del Paseo de La Castellana por donde cogeríamos el carril opuesto, recordé como el año pasado la liebre de 3:15:00 bajaba cuando yo estaba a punto de pasar al otro lado; este año lo hacía la de 3:00:00.

Me vine arriba y al momento estaba contándoles a mis acompañantes la anécdota con las Fivefingers y las rejillas del metro, el año pasado; este año con las Skechers no tuve problema alguno, me estaban yendo fenomenal.

Tras dejar atrás la Plaza de la Castellana y el escenario, compruebo en el GPS que rodamos a un ritmo cercano a 4:10 minutos el kilómetro, así que decido decelerar un poco y dejar que Cristóbal y Jorge adelanten metros; aunque al final, y aprovechando la inercia de la bajada, acabo alcanzándolos de nuevo.



Al final de la calle pasamos el control del kilómetro 10, situado cerca del segundo avituallamiento, en el que me enjuago la boca y bebo un poco de agua y un vasito de Powerade.

Paso en 44:29, con 2:31 de ventaja con respecto a mi marca del año anterior; aun no he tomado conciencia de la cantidad de kilómetros que llevamos recorrida.

Justo al dejar el avituallamiento me doy cuenta de que necesito realmente ir al baño, que no son nervios premaratón ni nada similar, aunque no haya bebido nada desde las 7 de la mañana (salvo en los dos avituallamientos), pero llevo un peso en la parte baja del estómago que me molesta zancada a zancada.

Intento desterrar de mi mente esa desagradable sensación mientras pasamos por delante del escenario del comienzo de la Calle Joaquín Costa, y me doy cuenta de que a pesar de llevar la pendiente a favor, el ritmo es bastante más alto del que debería llevar (4:20 min/km, 10 segundos más rápido), así que decido descolgarme definitivamente y dejar que Jorge y Cristóbal empiecen a ganar terreno.

Me mantengo a una distancia prudencial, intentando no bajar de 4:30, pero como una parte de mi tampoco quiere perder a mis compañeros, me pongo de margen un par de segundos.

De repente Jorge se para, Cristóbal se separa del pelotón para localizarme (como lleva haciendo cada pocos metros si no me encuentra), y me espera hasta que me pongo a su altura.

Le pregunto que qué le ha pasado a Jorge y me dice que en un momento nos alcanza.

Una nueva pendiente a favor, me olvido del reloj y aprieto el paso, adelantando corredores con facilidad; Jorge se pone a nuestra altura, pero el GPS me avisa del paso por otro kilómetro, por debajo de 4:20, y decido esperar a la bifurcación, ya cercana, entre los corredores de la media y el maratón (estamos en una zona muy transitada), para sentar definitivamente el ritmo de carrera.

Paso el kilómetro 15 en 1:06:41, bajando mi ventaja a 2:12 con respecto a mi tiempo del año anterior.

Mientras tanto, entre el público... 




Los cambios de ritmo en general y el ritmo actual en particular me van a pasar factura en la segunda mitad de la maratón si sigo así, por primera vez en toda la prueba tomo conciencia de ello, y además, las ganas de orinar comienzan a ser inaguantables...

Se lo comento a Cristóbal, y medio kilómetro después, en la Calle Santa Engracia, aprovecho una jardinera oculta tras dos camiones para parar a orinar.

Me cuesta al principio y hasta es doloroso, pero tras un minuto de reloj (sin exagerar) vaciando la vejiga, noto que soy otro.

Cristóbal me está esperando en la calzada, me pongo a su ritmo y aceleramos, con intención de recuperar el tiempo perdido en la parada, y a pesar de tener una ligera pendiente en contra, lo conseguimos, marcando un parcial de 4:35 minutos el kilómetro pese a la parada (de acuerdo con mi GPS marco el ritmo más alto de toda la carrera tras esa parada, con unos segundos a 2:47 minutos el kilómetro).

Nos acercamos a la media maratón, y durante el ascenso en Gran Vía, mientras Cristóbal asciende de espaldas y me anima, entre el público una voz me anima "¡¡Vamos Juan Andrés, vamos!!"

Me vengo arriba y subo un puntito el ritmo, mientras Cristóbal comenta con sorpresa la casualidad de que tan lejos de Fuengirola me hayan reconocido.

Unos corredores que avanzaban con nosotros nos dicen que ellos conocen también Fuengirola, que han corrido allí y conocen a Fernando, recientemente homenajeado como uno de los deportistas del año de nuestra localidad (con 84 años recorre 14 kilómetros todos los días, admirable).

Otra pareja nos comenta que conocen también a Pepe, "el carrerista", otro "ilustre" de nuestra ciudad (el mundo es un pañuelo), pero llegamos al rápido descenso de Callao y la conversación fue disminuyendo mientras baja el ritmo.

Cristóbal va volando bajo mientras dejamos atrás Preciados, atestada de gente pese a que la lluvia vuelve a arreciar, y nos venimos ambos arriba nuevamente; rodamos sin esfuerzo a 4 clavado, el público nos lleva en volandas... Sol es un hervidero de vítores y aplausos...

Al llegar a Plaza Mayor comienzo a mirar a la derecha por si veo a Mayte, tratando de no perder a Cristóbal.


La lluvia y el tiempo aprietan, pero la pendiente favorable y el calor del público nos hacen volar... hasta que, saliendo de Calle Bailén, recuerdo el GPS y compruebo mi parcial...

1:30:05, y estamos a poco más de un kilómetro de completar la mitad de la prueba... animo a Cristóbal a apretar el paso si quiere, ya que le voy frenando y de no ser por mí podría ir mucho más fuerte, e incluso luchar por una marca cercana a las 3 horas.

No obstante, el rehúsa dejarme, bajamos un poco el ritmo y pasamos la media, en 1:34:24; ya "solo" queda la mitad, pero físicamente noto que las fuerzas comienzan a bajar, y psicológicamente voy más atento de localizar a Mayte entre el público que centrado en la carrera...

Cuando llegamos al Parque del Oeste Cristóbal comparte ese mismo pensamiento conmigo, y decido pensar que no ha pasado nada grave y seguramente vea a Mayte más adelante, y "vuelvo" a la carrera.

De repente vemos una imagen surrealista... un nutrido grupo de corredores pasa del Paseo Pintor Rosales al Paseo de Camoens directamente, haciendo un "recto" a través de las zonas verdes... 

Parecía de programa de humor, pero, hablando en serio, no entiendo qué lleva a un corredor a poner en riesgo su integridad física corriendo en un tramo campo a través, destrozando un área ajardinada y recortando casi un kilómetro a la prueba de un plumazo; me parece absurdo, pero no solo iba un gran grupo campo a través, sino que más corredores les seguían.

Al llegar nosotros tras el giro al Paseo de Camoens íbamos contemplando, yo, desolado, como varios corredores, la mayoría en grupo, se incorporaban desde el lateral...

Nosotros seguíamos a lo nuestro, aunque en la Avenida Valladolid, por primera vez en toda la prueba, superé en un tramo prácticamente llano el parcial de 4:30 minutos el kilómetro, aunque intentaba no hacerlo.

Mi parcial en el kilómetro 25, a media calle, fue de 1:52:04; mi ventaja con respecto a ese punto el año anterior era de 2:49, pese a todo.

Recuerdo la conversación con el corredor minimalista el año pasado en esa zona previa a  la Casa de Campo, sintiendo el contraste de forma brutal; este año avanzo con mucho más espacio, le saco casi 3 minutos a la marca en el mismo punto y ahora un viento terrible aprieta mi ropa, empapada, contra mí, mientras la lluvia arrecia.

Noto que me flaquean las fuerzas, y el avituallamiento me viene que ni pintado... voy a coger un gel de uno de los voluntarios que se encuentra en la parte izquierda, y de repente... un corredor se cruza, se para delante del voluntario y coge con ambas manos todos los geles que ese voluntario tenía (casi una decena), comienza a ajustarlos en un cinturón portadorsales que llevaba y se aleja a sprint, ante la atónita mirada del voluntario.

Por suerte hay otro pocos metros más adelante, así que cojo un botellín, el gel y me lo voy tomando poco a poco mientras me hidrato.

Segundo momento increíble de la jornada, hay que tener morro para hacer eso sabiendo que llevábamos detrás al 65% de la prueba como poco... egoísmo en estado puro...

En las primeras cuestas de la zona del Paseo del Embarcadero noto como se me suben los cuádriceps, como si estuviesen comenzando a contracturarse, pero es absurdo... ¡si "apenas" llevamos 28 kilómetros!

Se lo comunico a Cristóbal, que avanza unos 100 metros por delante, me espera y me anima para seguir, comunicándome que se acerca la liebre de 3:15:00.

Marcamos un parcial de 5:08 minutos el kilómetro, cuando comenzamos a vislumbrar el Lago de la Casa de Campo, y no soy capaz de bajarlo, así que le convenzo para que siga sin mí, diciéndole que si puedo, le alcanzaré, pero que acabar acabaré bien.

Justo en ese momento se sale de la carrera un corredor y me dice Cristóbal, antes de despedirse, "mucha suerte, al menos eso sé que no lo vivirás"; le confirmo con un movimiento de cabeza y trato de seguirle, pero las piernas no me responden... "¿habré llegado ya al Muro?"

Mi primer parcial en solitario es de 5:02 minutos el kilómetro, y se me hace duro.

Físicamente me parece que voy recuperando sensaciones, pero la lluvia se ha convertido en una auténtica tormenta, voy calado hasta los huesos y las rachas de viento son cada vez más fuertes y frecuentes... por suerte el sudor me mantiene caliente.

Sé que la liebre de 3:15:00 está cercana (oigo multitud de chapoteos casi al unísono a escasos metros), pero no puedo hacer nada para aumentar el ritmo.

Salgo de la Casa de Campo ignorando el avituallamiento (bastante he bebido para diluir el gel, y comienzo a notar una sensación acuciante para orinar, de nuevo), y marco 2:18:56 en el kilómetro 30; mi ventaja con respecto al año pasado se reduce a 1:56...

De repente, bajo uno de los portales, escucho una voz conocida que me anima, desgañitándose; !Es Ángel, contadordekm!

Bueno, estoy seguro al 99%... ya que entre la lluvia que empapa mis cristales y el vaho que yo mismo exhalo al respirar no veo prácticamente nada, lo identifico de "oídas..." 

Pero para mi es como si lo fuese (posteriormente lo confirmaría vía Twitter), me anima muchísimo su presencia y aprovecho la pendiente a favor para acelerar, sin miramientos, ya que baja un torrente de lado a lado de la calle y toda la superficie se encuentra encharcada.

Al girar hacia el paseo marco un parcial de 4:24 minutos el kilómetro... ¡a lo mejor todavía no está todo "perdido"! (la sensación en la Casa de Campo me había hundido psicológicamente, nunca me habían fallado las fuerzas tan pronto en un maratón hasta la fecha, salvo en Málaga el año pasado, cuando corrí tras la lesión y sin entrenar...). 

Cuesta abajo había ido genial, pero ahora sabía que apenas tendríamos un respiro hasta la meta, y me costaba mantener el ritmo de 4:30 minutos el kilómetro, así que me tomé los últimos 11 kilómetros como un simulacro de los 101.

Iría al máximo ritmo que pudiese aguantar en pendiente, sin pararme, olvidándome del GPS, de ritmos y de estrategia; pondría un ritmo lo más cómodo posible hasta el kilómetro 40, sin dejar la competitividad (contra mí mismo), y si tenía fuerzas, ya correría en los dos últimos.

Me pasó la liebre de 3:15:00 y junto a ella, decenas de corredores cada kilómetro; aun no he conseguido correr nunca en un maratón la segunda mitad más rápida que la primera... empiezo a acostumbrarme, aunque sigue siendo muy duro...

En el puente cercano al Calderón si que bebo, aunque esté completamente empapado, ya que me "quema" la garganta y sé que aunque no me apetezca nada, mi cuerpo lo necesita; bordeamos el parque y avanzamos por la otra orilla del Manzanares.

Vamos subiendo por el Paseo de la Virgen del Puerto, muy pendiente del reloj, y aun manteniendo a raya el 5 en la primera cifra del ritmo del GPS, pero como sé que esta es la última zona en la que tengo oportunidad de ver a Mayte, llegando al final me olvido del reloj y trato de localizarla entre el público...

Voy con el ánimo por los suelos... "¿Cómo la voy a encontrar si no soy capaz apenas de ver a un par de metros de distancia, y entre el vaho y las gotas lo veo todo distorsionado...?" y eso que decidí correr con las gafas de ver, y no las de sol...

No obstante, en la esquina hacia Calle de Segovia, de entre la nada, aparece Mayte, con uno de los botellines con sales que le había encomendado.

Me dice que lo siente muchísimo, que se perdió y no había podido llegar antes... ¡pero la verdad es que llega en el mejor momento!

Me giro, cojo el botellín, le doy las gracias y me despido de ella hasta la meta... el camino será duro, pero, aunque avance "en solitario", me siendo acompañado; y lo más importante, no le ha pasado nada a Mayte.

Comienzo una charla interna, recordándome que tan "solo" quedan 8 kilómetros para llegar a meta, que es una distancia que he recorrido mil veces, y que, como siempre, acabaré con éxito.

Mientras me autoconvenzo y ahuyento los pensamientos negativos, voy dando sorbitos al botellín con las sales, ascendiendo por la Ronda de Segovia, a contracorriente.

Paso el control del kilómetro 35 en 2:42:00, y me animo bastante; "¡Voy con una ventaja de 3:02 con respecto al año pasado!"

En el avituallamiento me deshago del bidoncito con sales, casi vacío, y para evadir mi mente de la pendiente y la marea humana que me "engulle", me voy fijando en las camisetas de los corredores que me adelantan... ¡y para mi sorpresa hay multitud de andaluces!

Club Deportivo Colmenar el Grande... Club Atletismo Sexitano... ¡Hasta de Málaga, como un corredor del Club Deportivo Ciudad de Carranque!

Igualmente observo, como puedo bajo la tromba de agua, muchos corredores estirando apoyados contra los coches, alguno cojeando... incluso muchos avanzan andando ya...

Yo por primera vez en toda la carrera comienzo a marcar parciales rozando, por encima, un ritmo de 5 minutos el kilómetro... y subiendo...

Voy empapado y la sensación que tengo de frío es cada vez mayor...

Llegando al Reina Sofía, de uno de los escenarios, comienzo a identificar el comienzo de una canción de Mago de Oz, pero cuando estoy acercándome y de repente, se para... y en el escenario no había nadie...

Entiendo que las condiciones no sean las mejores, pero la verdad es que este año las bandas han fallado mucho... en ese punto, ya en el tramo final, una buena banda sonora rockanrollera nos hubiese venido fenomenal, pero tuvimos que contentarnos con el chapotear de nuestros zapatos en los charcos... y por supuesto, con los vítores del público, que pese a la lluvia, no fallaron.

Me adentré en el Paseo del Prado, sabiendo que el final estaba muy cerca, pero no acababa de visualizar aun la meta...

El "Déja vù" continuaba, conocía cada tramo, cada curva, cada metro, pese a haber participado hacía un año, pero lo recordaba todo vivamente... mientras corría, ya que no recordaba lo que quedaba por delante.

Pese a mantener el ritmo en la medida de lo posible (ya un minuto por kilómetro más lento de lo que pretendía), la sensación de frío era cada vez mayor, y la musculatura de todo el cuerpo me dolía paso a paso... aun así, me sorprendió que estando en un punto tan avanzado de la prueba, no sintiese la necesidad de parar, que siempre me ha acompañado en los tramos finales de los maratones de asfalto...

Paso por la Plaza de Neptuno casi temblando del frío, con los manguitos y la camiseta tan pegadas al cuerpo con el viento que me escuecen el pecho y los pezones... pero recuerdo que no hacía ni 4 horas que había acudido con una grandísima ilusión para coger sitio en la salida en este maratón, en el que pensaba pulverizar mi marca.

Ahora, bastantes horas después, no podía sentir nada que no fuese dolor, aunque sabía que estaba en el tramo final.

Había corredores que, llegando al punto en el que se inició la carrera, la comenzaban ellos, algunos acompañados por corredores sin dorsal e incluso niños... pero iba tan cansado que ni me planteé decirles nada, ellos verían...

Con muchísimo esfuerzo dejo atrás Recoletos y me adentro en la Calle de Goya, deseando ver ya la entrada al Parque del Retiro.

Se me hace interminable la subida, con una pendiente que sé que no es tan pronunciada, pero me eleva incluso a 6 minutos el kilómetro en un parcial, y por más que aprieto los dientes y tiro de donde no hay, no consigo bajar el ritmo...

A mi lado pasan corredores a ritmos imposibles, salpicando y alguno hasta empujando para hacerse hueco en el avituallamiento (las mesas son estrechas, pero hay voluntarios de sobra, ese comportamiento sobra completamente...).

"¡Venga, ya casi estamos..."!

Paso el kilómetro 40 en 3:11:10, con una ventaja de 2:28 con respecto a mi tiempo del año pasado, pero he perdido casi hasta la ilusión por bajar la marca, y me parece imposible no hacer hasta una peor actuación...

Sé que parte de la culpa es de las horribles condiciones atmosféricas (las peores que he afrontado jamás en un maratón), pero sin duda, saltarme a la torera la estrategia en los primeros kilómetros también ha influido y mucho...

Solo quiero llegar, cambiarme y darme una ducha de agua caliente...

Acabamos el ascenso en la Plaza Marqués de Salamanca; ya es solo "dejarse caer..."

Avanzo paso a paso, con toda la musculatura machacada, pero gracias a las sales, sin duda, sin rastro alguno de contractura ni calambres... sigo sin querer parar, solo quiero llegar cuanto antes...

La lluvia, fría, me empapa por todos lados, las zapatillas parecen pesar una tonelada y el viento, helado, parece arrancarme la vitalidad con cada ráfaga...

Veo a lo lejos el arco de entrada al Parque del Retiro, noto un cosquilleo en el estómago, y acelero el ritmo, con fuerzas que aparecen de la nada e impulsan mis pasos; ya estamos aquí...

Recordaba que el tramo desde la entrada al Retiro hasta la meta, en el Paseo Fernán Núñez era largo... ¡pero no que fuese "tan" largo!

Al final casi me falta fuelle, me relajé al ver al final el marcador, comenzando la cuenta hacia las 3:24, pero de algún lado volvieron esas fuerzas con las que no contaba unos minutos atrás y al final crucé el arco antes de que cambiase la cifra.

3:23:50, mejorando en 2 minutos 3 segundos mi marca con respecto al año anterior... más por físico que por estrategia, pero es una lección de oro de cara a los 101; ni un solo kilómetro por encima del plan establecido hasta salir de Setenil como poco, y eso si voy muy muy bien...

No me permití emocionarme en llegar a meta, quería llorar, pero estaba más preocupado por salir del corral de meta cuanto antes, encontrar a Mayte y cambiarme.

Acepté la bolsa del corredor en meta y las viandas varias, y tras esperar a un nutrido grupo de corredores jóvenes, la medalla finisher, preciosa.

Me sonaba el grupo, me había pasado a sprint hacía 500 metros, y rechazaron todos ellos la medalla, pese a llevar dorsal.

La voluntaria les dijo que la aceptasen, que si no la querían de recuerdo se la podían regalar a alguien, pero dijeron "no insista, si hemos entrado ahí arriba..."

Me pareció una doble moral incongruente y no entiendo por qué alguien pagaría un dorsal para correr el kilómetro final de una maratón únicamente, pero al menos no quisieron hacer uso de los servicios pensados para los maratonianos.

En cuanto pude cogí el plástico, con el que me envolví, y tras charlar brevemente con Manuel Luque, del Club de Atletismo Pontanés "Amigos del Canal", con el que me encontré en meta, salí del corralito.

Anduve bajo la lluvia, muerto de frío, unos 3-4 minutos, pero como no localicé a Mayte, me dirigí al banco más cercano, me envolví en el plástico y di descanso a mi machacado cuerpo mientras tiritaba sin control.

Tras unos 3-4 minutos en los que conseguí controlar los espasmos y descansar las piernas, sobre todo cuádriceps y gemelos, me acerqué a una muchacha para pedirle el teléfono y contactar con Mayte, a lo que accedió encantada.

Venía en el metro, estaba cerca; menos mal, estaba a punto de entrar en hipotermia...

Pasaban corredores de uno a otro lado, algunos me reconocían y se paraban a charlar conmigo, y entro otros conocidos... ¡vi a Francisco Galán!

Fuimos compañeros ajedrecistas durante años, lleva unos meses viviendo en Madrid y estaba acompañando a José María Prados, del Club Triatlón Fuengirola, al que no había visto en todo el recorrido, pero que según me comentó, estaba a punto de llegar.

Nos despedimos y me concentré en evadirme del frío, pero como pasaban los minutos y Mayte no llegaba, abordé a otra pareja mientras me bebía el botellín de Powerade.

A la segunda fue la vencida y conseguimos localizarnos, le di las gracias a la pareja (lo que reitero ahora, así como a la primera mujer), y comencé a cambiarme, lo más disimuladamente que pude.

María estaba también buscándome, y nos encontramos una vez me hube cambiado, aunque ya estaba tan mojado como antes...

No obstante el alivio al quitarme los empapados manguitos y las perneras de compresión fue inmenso... y María me dejó una chaqueta con la que más o menos pude guarecerme de la lluvia, que caía con más intensidad que nunca.

Nos perdimos en la salida del Retiro, pero al final, todo salió bien... ¡y no escarmentamos, ya que esa misma tarde volvimos al Retiro, para tomar café con Cristóbal, Laura y Arthur, aprovechando el sol...

De izquierda a derecha, un servidor, Cristóbal, Laura y Arthur

¡Hasta que volvió a diluviar! ahí nos despedimos hasta vernos de nuevo en Málaga y nuestros caminos se bifurcaron.

Acabamos el maratón como lo empezamos: empapados; desde luego en cuanto a climatología, este maratón de asfalto (y van 5) ha sido, con diferencia, el más duro de todos...



Como siempre, acabaré la crónica con aquellos aspectos de la prueba que más me han gustado y aquellos que considero más susceptibles de mejora.


Lo mejor

-Sin duda alguna, los voluntarios, aguantando estoicamente bajo la lluvia y el frío, con una sonrisa en los labios y prestos para ayudar, alguno incluso cruzando la calzada en los pocos momentos en los que no cruzábamos para tirarse (literalmente) a quitar una botella medio llena en mitad de la carretera... su labor, desde luego, es impagable.

-El público, aguantando las mismas condiciones que nosotros y aun así animando sin descanso; es cierto que hubo muchas zonas solitarias, sin público apenas, pero para las condiciones que hubo, me sorprendió el aliento que nos brindaban.

-La medalla finisher, casi el doble de grande que la medalla anterior; parecerá una tontería, pero cuando me la colgaron en meta me sentí todo un campeón, aunque tan solo hubiese bajado en dos minutos escasos mi marca y hubiese tenido casi 1500 atletas por delante...

A mejorar

-En primer lugar, aunque no puedo opinar ya que estuve allí... las colas el sábado para recoger los dorsales, que incendiaron Twitter... con lo grande que es Madrid y lo bien calculada que estaba la asistencia al evento, que menos que preparar una acogida acorde a las circunstancias...

-Este año el Rock&Roll estuvo más presente en el nombre del evento que durante el recorrido... entiendo que las condiciones no fueran las ideales, pero eché de menos a prácticamente la mitad de las bandas... luego me enteré de que había habido quejas por el ruido (domingo, 12 de la mañana, durante una tormenta...) y ese era el motivo de que muchos escenarios estuviesen abandonados, pero no me parece lógico, sinceramente...

-La evidencia, tan palpable, de que esta prueba se está convirtiendo en un chollo a costa de los corredores... no quiero entrar a resucitar el viejo debate de "el atletismo ya no es como antes..." "es que la burbuja..."

Este año la publicidad en el dorsal ocupaba más espacio aun que lo realmente importante (número, nombre y cajón, a mi parecer), para empezar.



Seguimos con la bolsa del corredor, y nos encontramos con el buff más soso que he visto hasta la fecha (y tengo un cajón lleno), en el que simplemente pone "EDP"; ni Madrid, ni maratón, ni el año... nada, parece que hayan buscado el detalle más barato posible para dar a conocer al patrocinador.

Continuamos con la gymsac... la del año pasado fue de gran calidad, tras todo un año de uso y disfrute está impecable, y la de este año comienza a descoserse, y el logo a despegarse, tras 48 horas escasas de uso...


Esquina superior derecha; comienza a despegarse

Luego tenemos la masificada salida, con corredores de la media y maratón juntos (que podría escalonarse, como con los 10k, para que todos disfrutásemos mejor de la salida...)

Y por último, por las redes sociales se hacía más SPAM que otra cosa, con pocos comentarios sobre los corredores populares, cero interacciones y una desidia manifiesta hacia los participantes y acompañantes... ¡pero para hablar de los patrocinadores siempre hay tiempo!

Sé que no tiene nada que ver, pero al volver a casa estuve charlando con mi padre sobre la prueba y vaya vaya... 

La última vez que el corrió en Madrid, por 20 euros de inscripción, dispuso de comida de la pasta, sudadera de manga larga, camiseta técnica, gorro, guantes, mochila (no gymsac, mochila como dios manda), un par de calcetines y medalla finisher; este año, triplicando el precio, hemos disfrutado de casi un tercio de los servicios.

Sí, ya lo sé, la burbuja, el negocio... la historia de siempre, no se puede hacer nada y por ello hemos de quedarnos de brazos cruzados...

Desde mi punto de vista, Madrid tiene un pedazo de maratón, increíble.

De las cinco veces que he corrido en maratones sobre asfalto (Málaga, Sevilla y Madrid), en Madrid tanto este año como el pasado he disfrutado enormemente del maratón (aunque personalmente me gustó más el de Sevilla 2014).

No obstante, lo que lo hace grande este maratón son sus voluntarios, su público y sus corredores, no los patrocinadores, colaboradores ni la empresa que lo gestiona, sea cual sea.

Hay muchos maratones, cada día más, y aunque haya disfrutado muchísimo con mis dos participaciones en Madrid, pese a la dureza del trazado y en esta ocasión, el tiempo, tengo la sensación de que estamos dejando de ser valorados como corredores y somos sólo números de dorsal...

Ojalá me equivoque y el maratón de Madrid mantenga vivo su espíritu, pero mientras no perciba un cambio de rumbo cambiaré mi calendario deportivo; además, siempre está bien explorar nuevos horizontes.

Por este año me despido, ha sido un maratón muy duro y he cometido muchos errores, pero también he aprendido muchísimo, he disfrutado y he vivido una nueva perspectiva del maratón.

Espero que hayáis logrado todos vuestro objetivo, que hayáis disfrutado la prueba y sobre todo, ¡no os hayáis resfriado!

PD: aquí podéis encontrar la galería de imágenes de la prueba.

¡Un abrazo maratonianos!


Comentarios

  1. Hola, bonita crónica. Por mi parte comparto todo lo que has puesto de favor y contras, mis circunstancias fueron distintas, ha sido mi primera maratón y como objetivo de llegar y disfrutar cada km lo cumplí al 100%, el tiempo este año ha sido lo de menos (4:39;00) confirmando que había cumplido con el pronostico personal. Como añadido decir que los que venimos de fuera de Madrid nos quedamos sin posibilidad de una ducha, lo cual se agradece enormemente y suelen tener los polideportivos de las ciudades que organizan pruebas disponibles, pero bueno, por deciir algo. Alucinante lo de los recortadores del parque, No me tocó verlo y lo que si me preocupó eran las cascaras de plátanos que habia que esquivar en los avituallamientos para no resbalar con ellos, lo que dices, la mayoría de los corredores maravillosos me he encontrado y me ha encantado este maraton de el que me llevo el mejor recuerdo. Un abrazo.
    Angel de Donosti

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    1. ¡Buenas tardes Ángel!

      Enhorabuena, ya acabar es un mérito increíble en una maratón, como bien dices, el tiempo es lo de menos... si has disfrutado, ¡seguro que ahora que tienes una referencia lo bajas en cuanto te lo propongas!

      Lo de las duchas es un buen apunte, aunque hasta ahora no lo he vivido en ningún maratón... sin duda la logística lo complica muchísimo, aunque este año duchados íbamos... lo que necesitábamos eran que le pusiesen el termo a la lluvia ;)

      Pues sí que es peligroso, esa situación con las cáscaras de plátano al que vaya pensando en otra cosa le puede provocar una buena caída...

      Totalmente de acuerdo contigo, la gran mayoría de los corredores, maravillosos, había de todo, como en todos sitios (y claro, al ser tanta gente hay tanto mucha buena gente como mucha gente menos buena), pero desde luego he disfrutado mucho del recorrido, con un prima totalmente diferente al del año pasado.

      Un saludo desde Málaga Ángel, ¡a lo mejor nos vemos en un futuro en el Maratón de San Sebastián! ;)

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  2. Ahora me explico porqué la mayoría de corredores no se marca más de una maratón al año..La de SS estando en casa seguro que algun año caerá, es practicamente llana y como única pega dentro de mi ignorancia es que le das la vuelta a la ciudad dos veces. Lo de este domingo en Madrid fué una pasada de maraton por todo lo que le rodeó.
    Nos seguimos leyendo por aquí, bienvenido por supuesto a SS.
    Un abrazo

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    1. Claro, es una pega grande, la segunda vuelta ha de ser mortal, pero dentro de España nunca he corrido tan al norte y nunca he visitado esa zona.

      Madrid espectacular, al igual que Sevilla, y tengo que ir algún año a Barcelona y Valencia, que por lo que veo, oigo y leo, son espectaculares también.

      En Málaga aun tenemos mucho que aprender, a ver como sale la cosa este año...

      ¡Un abrazo!

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  3. Muy buena crónica Juan Andres...... las maratones son tan duras como especiales. Una carrera incomparable a otra!. Un abrazo!

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  4. Enhorabuena Juan. Madrid es muy duro sobre todo desde la Casa de Campo a meta y las condiciones del domingo fueron infernales para todo el mundo. Así que disfruta de tu tiempo que seguro que en unos meses valorarás lo duro que fue. Este maratón se va a recordar durante muchos años aquí en Madrid.
    Suerte y a por próximos retos, crack!!

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    1. ¡Muchas gracias Nacho!

      La verdad es que en los días posteriores está siendo el maratón de los "¿y si...?", ya que no paro de preguntarme que hubiese pasado si hubiese sido más "reservón" en la primera mitad, y si hubiese hecho una temperatura más agradable, y si no hubiese llovido, y si no hubiese echo viento... pero al final la marca es la que es, y pese a todo tienes razón en que ya siendo mejor que la del año pasado es buena ;)

      En el futuro volveré para luchar contra todos esos "¿y si...?", pero por el momento puedo darme por satisfecho, ¡voy restando segundos a la marca!

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  5. Enhorabuena de nuevo Juan.

    El maratón de Madrid es duro y más en esta edición con tanta lluvia durante todo el recorrido, me parece hasta normal que abandonases tu estrategia, la mañana se veía que pintaba dura y más que nunca, las ganas de terminarlo cuanto antes debían estar presentes. En Atocha te vi bien, muy concentrado, con buen ritmo y seguro en tu carrera.
    Uno más bien defendido y superado con nota.
    Un besazo,
    María

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    1. ¡Muchas gracias Maria!

      Me dio mucha pena no haberte visto, ¡pero el destino me dice que antes de fin de año coincidimos seguro!

      A ver si tengo suerte y quizás para la Madrid-Segovia subo de nuevo, cuando quieras bajar eres bienvenida ;)

      ¡Un besito!

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