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II Carrera Benéfica Reserva del Higuerón


Empiezo a acostumbrarme a correr carreras solidarias o benéficas, si ya de por sí me gusta correr, saber que con los kilómetros que realizo contribuyo a una buena causa me da más motivación y fuerzas que de costumbre.

El pasado domingo contribuí en la II Carrera Familiar Solidaria de Fuengirola, aportando mi granito de arena para que los niños más necesitados de Honduras tengan una mejor calidad de vida, esta semana lo haría con respecto a aquellas personas que sufren Alzheimer y otras demencias.

Al igual que la semana pasada, correría llevando la Gopro, a fin de grabar desde dentro la prueba, aunque en esta ocasión tuve problemas técnicos, en cuanto me sea posible subiré el vídeo.

Sin embargo, a diferencia de la semana pasada, realizaría una tirada nocturna de montaña a menos de 8 horas de comenzar la prueba, que además tuve que acabar antes de lo previsto (a 4 horas de comenzar, a las 21:00 de la tarde) debido a problemas estomacales.


Ello mermaría mis capacidades físicas, pero no mi voluntad ni mi energía, así que, tras un reparador (aunque algo insuficiente) sueño de 4 horitas, desayuné, me vestí y salí para la salida, acompañado por Mayte, que me esperó en vela hasta que volví de los montes.

Por el camino fuimos comentando mi aventura de esa madrugada, entrenamientos y varios temas, por lo que, además de que la distancia desde mi casa no era muy amplia, el trayecto se pasó volando.

Al llegar lo primero que vimos es que estaba todo lleno de coches aparcados sobre la acera, así que a la altura del Nagomi Spa, donde realicé mi formación como socorrista hace varios años, aparcamos.

Preguntamos donde se podían recoger los dorsales, nos indicaron que en la paralela a la calle donde estábamos, poco más abajo y girando hacia la izquierda (mirando hacia abajo) y en un momento estaba colocándome el dorsal, hecho de un tejido que, pese a mi amplia experiencia como corredor, no había visto nunca, estaba hecho de una especie de tejido sintético.


Había ya bastantes corredores en la zona, pero pocas caras conocidas todavía, varias de ellas de sorpresa al verme aparecer con mis Vibram Fivefingers, que ya son habituales por toda la geografía malagueña, como poco (he corrido con ellas también en Portugal o Madrid).



Iba quedando menos tiempo para la salida, y comenzaron a aparecer caras conocidas, como las de algunos atletas del Triatlón Fuengirola, José Mari entre ellos, con el que no coincidía desde la media de Málaga.

El speaker del evento nos comunicó que a los corredores de la prueba larga (8 kilómetros) nos pondrían dos pegatinas, a fin de separarnos de la de 4, así que hicimos cola para que dos voluntarios de la organización nos las pusieran en un momento.


A cerca de 15 minutos para la salida coincidí con más atletas conocidos, a los que además, me extrañaba no haber visto ya, como a  mi amigo Álvaro, del Atletismo Torremolinos, que esta mañana estrenaba equipación, o mi amigo Alex Barrera, legionario, atleta y gran persona entre otras cosas.

Con ellos me eché una foto previa a la salida, como no podía ser de otro modo.


Previo a la salida no aconteció nada reseñable, salvo una conversación muy interesante con José, un muchacho que vestía de azul y me preguntó por mi experiencia con las Fivefingers, al que le conté de forma resumida mi proceso de transición con ellas.

Los minutos se fueron agotando, y tras una cuenta atrás algo accidentada (la anécdota fue graciosa, era regresiva pero de repente subió una cifra), comenzó la prueba.






Pese a ser una carrera benéfica, el ritmo impuesto desde el principio fue demoledor, pensaba, iluso de mi, hasta liderar la prueba en los compases iniciales, como en otras tantas, pero sabiéndome físicamente algo mermado, me contenté con la tercera posición durante la primera recta, que descendía suavemente hasta llegar a un giro de 180º y ascender de nuevo, antes de bajar de nuevo tras unos metros en llano.

Al llegar a ese segundo descenso ya ocupaba la quinta posición, había superado a algunos de los atletas cuyo inicio había sido demasiado rápido, pero otros me habían superado a mí.

En la bajada, relativamente larga, alargué la zancada una vez pasado el tramo del aspersor (para evitar resbalar), y noté dos cosas, la primera, que el calor era horrible (superior a 30 grados ampliamente), y segunda, que en las cuestas abajo las piernas me funcionaban de forma excelente, pero en la primera cuestecilla me había notado esos ascensos montañosos de la madrugada.

Tras el descenso giramos hacia la derecha y recorrimos un tramo campo a través, que me recordó enormemente a la Corrida de Corta Mato, primer cross que corrí con Fivefingers, en el que puse un ritmo muy competitivo, demasiado al ver que al volver al asfalto nos encontraríamos una cuesta bastante imponente.

Alex me adelantó al comienzo de la misma, y llegando al final, su primo, vigente campeón de la prueba, aunque conforme la pendiente se acercaba al final fui recuperando las fuerzas, y llegando a pasar la meta por primera vez (los de la carrera de 8 kilómetros pasaríamos por ella en 4 ocasiones) adelanté al corredor que lideró la carrera durante más de media vuelta, lo qu eme dio una gran motivación.

Quizás estuviese algo tocado en las subidas, pero entre el calor y los excesos de los demás atletas, manteniendo el ritmo quizá pudiese alcanzarlos.

Primer paso por meta, y en el giro veo que ocupo la sexta posición, y estoy a tan solo segundos de la cabeza de la carrera, liderada por José Mari y Alex, que avanzan a la par.

Sin embargo, en la subida me recortarían algunos segundos de ventaja.




Al emprender el tramo de la segunda bajada por segunda vez... ¡Sorpresa! comencé a correr una carrera de obstáculos, aunque sabía de sobra a lo que me atenía y simplemente reduje un poco el ritmo para esquivar a aquellas personas que quisieron colaborar y realizar la prueba marchando.

Estoy acostumbrado a ello de otras carreras solidarias, hay a quien le molesta ello, pero a mi me causa admiración que gente que ni si quiera hace deporte se vista de corto y se atreva con 4, 8 o los kilómetros que haga falta con tal de contribuir a una causa solidaria.

Resbalé un poco en el tramo del aspersor, ya empapado, debido a que tuve que frenar para no comerme a una mujer que se agachó, pero recuperé el equilibro sobre la marcha y en un momento estaba en el tramo de tierra, donde los marchadores estaban más esparcidos y era más fácil doblarlos.

Me dio un plus de motivación comenzar a doblar en la segunda vuelta, acelerando como si fuese la última, y en el tramo asfaltado en progresiva ascensión hasta la meta casi pensé en pararme y echar a andar, pero mi voluntad pudo con lo que mis piernas parecía que no podían y al pasar por el segundo aspersor (al girar a la derecha esa cuesta y penetrar en el jardincito previo a la meta había un segundo aspersor) estaba de nuevo recuperando las fuerzas.

Tanto que antes de llegar a meta por segunda vez le dediqué a uno de los fotógrafos la mejor de mis sonrisas.


Con la compostura recobrada pasé por meta por segunda vez, viendo a lo lejos descender a la cabeza de la carrera.



Estaba en una encrucijada, apenas había variado mi posición con respecto a la cabeza de la carrera en cuanto a la vuelta anterior, quería acelerar más, pero mis piernas no respondían, y eso unido al horrible calor... 

Escuché como un par de muchachas pensaban en atajar camino en la bajada del giro de 180º, recortando el recorrido a menos de la mitad, comentario, espero, cómico, aunque motivo no les faltaba viendo la cara de agotamiento que llevaban.

No pensaba sufrir en la prueba, salí de inicio con la idea de pasármelo bien y ya está, pero los dorsales nos convierten a los corredores de buena fe en keniatas blancos, y si hay que correr, se corre, no valen las medias tintas.

Al cruzarme con la cabeza de carrera poco antes de girar 180º Alex me dijo por señas que iba ten cuarta posición (era difícil saber a quién doblábamos ya por segunda vez, a quien por primera y a quien simplemente adelantábamos), y que acelerase.

Eso hice, pero al emprender el ascenso mis piernas se bloqueaban de nuevo, dificultándome la subida.

Llegando arriba alcé la vista del pavimento y no vi ni rastro de la cabeza de la carrera, es más, vi esta estampa:


Un señor corte en una carrera solidaria, de cerca de una decena de metros, que TODOS los corredores que iban por delante de mí cogían.

No estoy orgulloso de esto, pero no decirlo sería como mentir, así que sí, les seguí, aunque intentando bordear más el césped.



En esa posterior bajada noté en la garganta ese sabor metálico de cuando vas al límite y tienes la garganta seca durante un buen rato, así que me decidí a parar y coger un botellín de agua del avituallamiento, pero una pareja de chicas se acababan de llevar las dos últimas al llegar yo.

Continué por el tramo de tierra, esquivando marchadores y algunos corredores, y al llegar a la subida de asfalto vi que la cabeza de carrera era inalcanzable, quizás al tercer corredor, el muchacho de azul que me preguntó por las Fivefingers al inicio de la carrera, pero me sacaba varios segundos de ventaja.

Trotando sin parar, aunque al límite, subí la pendiente, cruzando la meta por penúltima vez.


Mis piernas se quejaban en la subida, así que en la última bajada al giro de 180º no me dejé de ir como en las otras vueltas, y retuve el impulso de acelerar aprovechando la pendiente a favor.

Alex, aun en cabeza, seguido a un par de metros por José Mari, pasaron por el otro lado de la calzada en un punto más lejano que en las otras ocasiones: ya no los podía coger.

José, el tercer corredor, pasó poco después, inalcanzable también, aunque lo intenté pillar... hasta ver en el avituallamiento en la entrada al tramo de tierra que había botellines de agua, así que me olvidé del podio y me paré a beberme uno entero.

Como no había papeleras decidí llevarlo en la mano hasta la meta, disfrutando muchísimo más de esta última meta, al no tener la presión de "tener" que adelantar a nadie (aunque quisiera no podía) y sabiendo que el margen que tenía con respecto al quinto corredor me permitía esa relajación.

Aún así no entré demasiado rezagado en meta, empleé 33:00 en recorrer los, según mi GPS, 7,5 kilómetros finales de prueba (sin contar los metros que recortamos en la tercera y cuarta vuelta).





Me encontré charlando a pocos metros de la prueba a los campeones, Jose Mari y Alex, con los que me eché una fotografía orgulloso.


Después de la carrera el ambiente fue estupendo, refrigerio para los participantes, música y baile, entrega de premios y sorteos... ¡una mañana de 10!


Por una posición no subí al podio (no había categorías, tan solo absolutas) y no me tocó nada en el sorteo, pero la pedazo de mañana que eché haciendo lo que me gusta, con la compañía de grandes atletas y decenas de personas solidarais y sacrificadas y encima contribuyendo a una buena causa, no me la quita nadie.

En cuanto pueda subiré a mi canal de Youtube el vídeo de la prueba, ¡estad atentos!

PD: ¡Aquí lo tenéis!

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